La moda desplaza los bares de copas del centro histórico
El centro de Málaga ha perdido más de 75 locales en el último lustro, mientras las tiendas de confección de gama media toman un espacio en el que, sorpresivamente, no cuaja el comercio de lujo
Cerca de la mitad de los bares de copas del centro histórico de Málaga han desaparecido en los últimos años. En 2001 se contabilizaban 175 locales. Ahora no llegan a la centena. La negativa municipal a expedir nuevas licencia de apertura, sumada a los horarios de cierre y a nuevas demandas ciudadanas han expulsado al grueso de la movida juvenil a espacios de ocio de la periferia.
Alfredo Rubio es profesor de Geografía Urbana de la Universidad de Málaga. Durante años ha estudiado la evolución del comercio tanto en la ciudad como en la provincia. En un informe sobre comercio, territorio y consumo incluido en el volumen La economía de la provincia de Málaga, publicado por la Fundación Cajamar, apunta que el "abandono parcial" de las calles del centro histórico por parte de la "movida urbana es la tendencia más sobresaliente" que se puede constatar en los últimos años.
Los jóvenes, las tribus urbanas como apunta Rubio, pueden haber buscado alternativas al casco histórico porque la oferta nocturna no está a la altura de sus aspiraciones o de sus bolsillos, pero también es cierto que este espacio ha sido ávidamente ocupado por otro tipo de negocios y otros colectivos humanos. Porque, en realidad, lo que ha cambiado ha sido la percepción que en el imaginario colectivo hay del centro. "La sensación de lugar de deterioro que predominó desde los años 70 hasta mediados de los 90 ha sido sustituida por una nueva valorización de lo existente", explica Alfredo Rubio.
El núcleo urbano está renaciendo porque hay "una extendida demanda social de ciudad", no de servicios o de prestaciones concretas, sino de la ciudad en sí, como "un bien preciado indivisible y no sustituible". Por eso, precisamente, la desaparición de bares de copas ha ido pareja a la aparición de 74 nuevos espacios dedicados a cafeterías, heladerías y, sobre todo, a restauración que se han abierto a las nuevas cocinas, ya sean temáticas, éticas e, incluso, slow.
Esta transformación viene dada por la revitalización del comercio que, definitivamente, ha abandonado la crisis que vivió desde los años 70 hasta finales de la década de los 90. En este sentido, la cifra de locales activos ha crecido durante la última década en torno a un 13%.
En cualquier caso, la nueva estructura comercial está marcada por la moda. De los algo más de 2.700 negocios que había en el centro en 2006, de acuerdo con los datos que maneja Alfredo Rubio, más del 35% eran tiendas de confección y complementos. Pero no se trata de comercios cualquiera. Las empresas tradicionales prácticamente han sido barridas por los especialistas y las franquicias.
Así, el grupo Inditex tiene en apenas 200 metros, entre las calles Larios y Nueva, tiendas de todas las marcas que explota (Massimo Dutti, Zara, Berska, Pull & Bear, Kiddy`s Class, Zara Home, Stradivarius y Oysho). Prácticamente en la misma superficie se ubican también las líneas juveniles de El Corte Inglés (Sfera) y Cortefiel (Sprinfield), junto a franquicias de las firmas como Bimba y Lola, Punto Roma, Hoss o Mango, entre otras.
En definitiva, se trata de una oferta comercial de gama media dirigida fundamentalmente a público joven. Alfredo Rubio habla de "tematización" del centro y pone la atención en el hecho de que las tiendas especializadas y las franquicias de ropa y complementos hayan ocupado un lugar que, teóricamente, debería corresponderle a establecimientos de prestigio y gama alta en las zonas más nobles del centro histórico.
"Faltan grandes firmas internacionales, coherentes con el papel de centralidad" que el casco histórico de la capital debería jugar en el área metropolitana", apunta.
Para el profesor Rubio esta ausencia de comercios de gama alta es "un misterio" que cree que tiene que ver con el "imaginario social malagueño", que se plasma también en aspectos culturales o en la propia calidad de los establecimientos en términos de interiorismo o servicio. En este sentido habla de los efectos sociales del "binomio ciudad de aluvión/altas rentas que se traduce en comportamientos que no son exactamente modernos ni postmodernos, pero tampoco regresivos".
El centro histórico, en opinión del geógrafo Alfredo Rubio, sufre un proceso de gentrificación, expresión construida sobre el término inglés gentry que alude al proceso de sustitución de la población original por otros grupos sociales de mayor poder adquisitivo, con perfiles socio profesionales y estilos de vida más "avanzados", subraya.
Esta es una situación "especial" que se plasma, por ejemplo, en que una determinada cadena de gourmet tenga en Málaga menos de la mitad de las referencias que en cualquier otra ciudad de características similares a pesar de que "hay un grupo social con notables efectivos con capacidad de compra".
Es un fenómeno que apoya y, al tiempo, explica el modelo de rehabilitación y renovación de inmuebles que se ha producido en el casco histórico de Málaga, marcado por una importante disminución de la superficie de las viviendas que vuelven al mercado. Sin embargo, Alfredo Rubio, advierte que "la mayoría de las viviendas rehabilitadas o renovadas del núcleo histórico están vacías y parece más bien consecuencia de procesos especulativos por parte de los compradores".
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