El día después

Off the record

El resultado del domingo decidirá el futuro de gran parte de los dirigentes malagueños · En el grupo municipal socialista suenan los tambores de guerra, mientras Oña empieza a posicionarse en el PP-A

Bustinduy, Álvarez y Martín Delgado, en un acto de campaña.
Bustinduy, Álvarez y Martín Delgado, en un acto de campaña.

08 de marzo 2008 - 01:00

Desgraciadamente, la campaña electoral acabó ayer como todos sabemos, en un inesperado clima de unión de los demócratas de buena fe frente a la despreciable y cobarde banda terrorista. En honor a la verdad, Zapatero reaccionó bastante mejor que Aznar en circunstancias similares, aunque su expresión lúgubre al conocer la noticia en Málaga de boca de Chaves era todo un poema. Pero no dejaremos que unas alimañas cambien nuestra agenda. Teníamos previsto escribir de lo que ocurrirá el día después, el 10-M, y así lo haremos.

Muchas trayectorias y carreras políticas dependen del resultado de las urnas. Para empezar, el futuro de los dos dirigentes provinciales de PSOE y PP se antoja volátil. Los críticos del partido ya anunciaron que dejaban hasta después de las elecciones el proceso catártico interno. Está por ver que Bustinduy renuncie a la secretaría provincial, por mucho que ya haya muchos aspirantes moviéndose por sucederla. Pero sí parece claro que tanto sus compañeros de Diputación y Ayuntamiento aguardan su salida. En el organismo provincial las espadas entre Francisco Fernández España y Salomé Arroyo siguen en todo lo alto por hacerse con la vicepresidencia primera. También quedan pocas dudas de que Salvador Pendón asumirá la golosa presidencia del Patronato de Turismo de la Costa del Sol con la marcha de Juan Fraile a la Eurocámara gracias a una cábala electoral. Es un buen puesto que garantiza a Pendón una puerta de salida en caso de marejada.

En el grupo municipal socialista, las cosas están bastante más tensas. Lo natural, por trabajo, lealtad y trayectoria, sería que el número dos, Enrique Salvo Tierra, asumiera la portavocía. Pero la condena del caso Garabato, una exagerada acusación incierta sobre una falsa recalificación de terrenos de la madre del alcalde, ha tirado al barro el crédito del edil. Al quite está Rafael Fuentes, que tiene alguna aspiración de ser el próximo candidato, aunque también lo lastran algunos errores de bulto, como los ridículos episodios de enviar su libro de cuentos con membrete y sellos públicos y el follón que montó por unos asientos en el festival de cine de Tánger. Pero lo cierto es que no es el único concejal dispuesto a darle guerra a Salvo. También está por ver qué ocurre con el coordinador electoral, el eterno delfín José María Martín Delgado. ¿Será candidato o le habrá quemado su corta trayectoria electoral entre tanto mediocre?

En las altas esferas del partido, si Magdalena Álvarez consigue mantener los seis diputados socialistas por Málaga, contará con otro plus para seguir de ministra. Ha tragado mucha hiel para que Zapatero no recibiera directamente los golpes y no sería de recibo una ingratitud del líder socialista. Pero José Asenjo le puede contar un par de cosas de la desagradecida condición de la política.

En cuanto a los populares, Javier Arenas, gane o pierda, caerá de pie. Es como los gatos, aunque ha gastado ya bastantes de sus siete vidas. Dependiendo del peso del líder popular, Joaquín Ramírez cederá o no a sus presiones para dejar la dirección provincial. Quien se postula sin muchos ambages para suceder al ex ministro como cabeza visible de los populares en caso de enésima derrota es Esperanza Oña. A la alcaldesa de Fuengirola se la pudo oír el otro día en la radio admitiendo muchos de los errores del PP, un partido al que en algunos sitios de Andalucía "no nos quieren". Pero su peso orgánico es nulo fuera de su municipio.

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