Todos a dieta

El Prisma

En el régimen se sufre, pero después tiene sus cosas buenas. Lo mismo le ocurre a la crisis. Este furor de recortes del gasto público ayudará a eliminar gran parte de la 'grasa' pegada al abdominal institucional

Todos a dieta
Todos a dieta

30 de mayo 2010 - 01:00

ESTOY a régimen. Más que físico, se trata de un estado mental, de ánimo. Al principio uno ve patatas fritas por todos lados, platos de berzas con pringá, pizzas, tacos, donuts, pitufos de zurrapa paseando por la calle. Se comería a sus amigos si pudiera. Incluso a sus compañeros de trabajo. Luego, poco a poco, el estómago se va cerrando y a veces hasta se soporta cenar sólo fruta, comer un pescadito a la plancha al mediodía o desayunar insípidos cereales, como si uno fuera un animal de granja. Pero supongo que al final compensa el sacrificio. Los pantalones que guardamos desde hace años con una útopica esperanza por fin entran. Las rodillas duelen menos al hacer deporte. Y, supuestamente, aunque eso nunca lo sabremos, ganamos años de vida. Así que la dieta, aunque conlleve sufrimiento, tiene sus cosas buenas.

También la maldita crisis. El tardío furor de recortes que repentinamente le ha entrado a nuestros responsables políticos eliminará mucha de la grasa acumulada en los abdominales de la administración. A lo largo de los años de bonanza, el colesterol ha ido obstruyendo el sistema circulatorio institucional. En Málaga ha habido muchos excesos. En toda la provincia. Sobredosis de coches oficiales, cada vez más caros y lujosos, dietas y tarjetas de crédito sin reparar en gastos, sueldos astronómicos para cargos públicos y demasiadas empresas paralelas a la administración, en las que se ha colocado a los amigos del partido de turno. Algún día, y ese día ya ha llegado, alguien tenía que pagar las consecuencias de la orgía, la factura de tanto dispendio.

En Málaga hay dos altos cargos, la gerente del Palacio de Ferias, Yolanda de Aguilar, y el responsable de Promálaga, José Estrada, que perciben unos 145.000 euros al año. Casi el doble que el alcalde. Y eso que De la Torre les bajó el sueldo a principios de año, porque la cantidad original era incluso más exagerada. Sobre todo si tenemos en cuenta que el gobernador del Banco de España percibe 165.000 euros.

El regidor no ha estado muy afortunado esta semana al respecto de los recortes. Desde luego es el jefe ideal: no te deja trabajar porque todo lo quiere hacer él y además defiende tu sueldo a capa y espada frente a cualquier tentación de bajada. Algunos de los argumentos que ha dado, al margen de la tremenda metedura de pata de apelar al "sentido de humanidad", son además perversos. Que si sus gerentes se le van al sector privado, que si hay que tenerlos motivados para tener buenos resultados, para que la EMT no pierda viajeros. ¿Y no hay que tener motivado al resto del personal? La administración pública ni puede ni debe competir en sueldos con el sector privado. Y si lo hace, como parece empeñado en defender De la Torre, debería aplicar los mismos criterios de selección que se utilizan en el mundo de la empresa: currículum profesional, méritos y headhunters. Ni dedazos ni afinidades personales, políticas o familiares.

Políticos bipolares

Confundir partido con institución es una de las muchas enfermedades que sufre nuestra aún joven democracia. Es una fea y desagradable patología que no entiende de siglas. El último ejemplo de este concepto enfermo de lo que debe ser la política lo ofrecieron el viernes el PP y el Ayuntamiento de Málaga, que aunque algunos piensen que son lo mismo, no lo son. El Consistorio inauguró las instalaciones deportivas de El Duende con María Dolores de Cospedal de invitada estrella, besando niños. Los gabinetes de prensa del Ayuntamiento y del PP también se suplantaron. Que el PSOE cometa muchas veces el mismo error no es una excusa.

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