La doble vida del 'abuelo camello'

Sucesos

Paco, conocido como 'el fuerte' en la cafetería de la Alameda a la que acudía, dejaba siempre propina, contaba que había sido boxeador y espeleólogo.

La doble vida del 'abuelo camello'
La doble vida del 'abuelo camello'
Celina Clavijo Málaga

15 de abril 2016 - 01:00

No era Walter White, aunque se desconoce si entró en el mercado de la droga para dejar dinero a su familia o si entre sus compradores se hacía llamar Heisenberg, como el químico traficante de la afamada serie Breaking Bad. Tampoco necesitaba fabricar la droga, pero la distribuía desplazándose en motocicleta y en coche. El personal de la cafetería de la Alameda Principal de la que era cliente habitual sigue sin salir de su asombro. El amable abuelo que a diario dejaba propina a los camareros ha saltado a los periódicos como el vendedor de cocaína más veterano. "¡Paco nos tenía engañados con su cara de bueno!", exclamaba uno de los trabajadores que ayer supo identificar en apenas unos segundos al protagonista de la historia en una imagen publicada en prensa. Ni él ni sus compañeros habían sospechado que ese jubilado de 79 años que solía contar chistes cada mañana y que acudía fiel a su cita para pedir una nube doble, un pitufo de aceite y, a veces, un zumo de naranja terminaría detenido por el Grupo de Investigación y Protección (GIP) de la Policía Local de Málaga como presunto autor de un delito contra la salud pública por tráfico de drogas. No sólo él. También su mujer.

De puertas para dentro, Paco no se alejaba de la habitual imagen del anciano retirado. Solía participar, de hecho, en reuniones con vecinos de la tercera edad. Contaba, según varios conocidos consultados, que había sido boxeador, lo que le llevó a ganarse el apodo de el fuerte. "Enseñaba fotos de cuando era joven. Es una persona corpulenta. Se le daba la mano y te la estrujaba. No aparentaba los años que tenía", recordaba un parroquiano, al que aseguró que era espeleólogo y que incluso había donado varias piezas a un museo de antigüedades. "Llevaba un reloj que valía, según él, 250 euros. Decía que había trabajado mucho, que se dedicaba a los préstamos y que tenía una casa grande. Le sonaba el móvil y decía: 'Voy para allá. Yo pensaba que era un amigo", añadía. Paco manejaba un negocio de telecoca.

Las pesquisas policiales arrojaron que contactaba por teléfono con los compradores para concretar las transacciones, que realizaba, normalmente, en mano. Para envolver la sustancia, utilizaba papel de un supermercado doblado en pliegues. El pasado 22 de marzo no fue una jornada cualquiera. Tras un sigiloso seguimiento, los agentes procedieron a su identificación. Llevaba en un bolsillo 250 euros en billetes fraccionados por su presunta procedencia ilícita a través de la venta de estupefacientes, además de dos envoltorios de papel con cocaína. En la guantera de la motocicleta en la que viajaba llevaba otros 13 similares.

En el registro de su vivienda de la zona del Puerto de la Torre, la Policía se incautó de 24.100 euros en bolsas ocultas en recónditos como cuadros, adornos o entre los cajones de una cómoda antigua. A ello se sumaban 93,5 gramos de cocaína en roca, dos balanzas de precisión, una escopeta de caza y una pistola de fogueo. Reconoció que consumía. Los investigadores no recuerdan que en la última década se haya detectado un camello de edad tan avanzada. Paco pasará a la historia.

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