Málaga

Los efectos de Malaya, diez años después

  • El principal caso de corrupción de España cumple una década

El caso Malaya ha supuesto para la ciudad de Marbella un efecto similar al de la sacudida de una alfombra, cuando primero todo el ambiente se llena de polvo, las pelusas y la mugre salen disparadas y, tras un proceso de profunda limpieza, luce pulcra y renovada.

Tras el estallido del mayor caso de corrupción juzgado en España, primero se generó una nube de escándalos que dañaron terriblemente la imagen y la marca de Marbella; en segundo lugar, se la liberó de la inmundicia corrupta incrustada en sus tejidos durante años y, finalmente, la limpieza se ha traducido en seguridad jurídica.

Se acaban de cumplir diez años del inicio del caso, el primer macroproceso judicial por corrupción en España, y los políticos, empresarios y profesionales coinciden en que, tras una travesía por el desierto, la ciudad ha logrado alcanzar la seguridad jurídica, desde el punto de vista de las inversiones y la legalidad urbanística.

El alcalde de Marbella, José Bernal (PSOE), cree que ahora existe una regulación y unos procesos que aseguran la legalidad y que antes, "no es que no existían, sino que posibilitaban la corrupción".

La herencia de Malaya se traduce en un grave déficit de infraestructuras porque el dinero público se desvió, a través de un "sistema de corrupción generalizada" -según consta en la sentencia del caso-, a bolsillos ajenos.

Bernal confía en que la ciudad se recupere y que con instrumentos como el actual Plan Estratégico se irán "corrigiendo" esas deficiencias.

Mientras tanto, los vecinos de Marbella van a tener que seguir pagando las consecuencias de la corrupción afrontando los impuestos locales más altos, según el regidor, "porque el presupuesto municipal está sometido a los desmanes cometidos".

Los empresarios perciben que la situación se ha normalizado y que las inversiones vuelven a la ciudad. Así lo piensa el presidente del Centro de Iniciativas Turísticas de Marbella, Juan José González, que afirma que tras el caso Malaya "se ha normalizado el urbanismo y eso da mayor seguridad jurídica, que es lo más importante para los inversores".

El representante de los empresarios comentó que desde que el Consistorio fue intervenido se ha producido una "metamorfosis" en la ciudad y "el hecho de entrar en los despachos de personas del Ayuntamiento no debe verse como algo sospecho, sino como una relación fluida con la administración".

Javier de Luis, miembro de la Comisión Gestora que gestionó Marbella tras la disolución del Ayuntamiento y cabeza visible del movimiento vecinal contrario al GIL (Grupo Independiente Liberal), negó rotundamente que la ciudad esté "hipotecada" a causa de Malaya.

Sostuvo que el hecho de que haya inversores interesados en Marbella demuestra que el caso Malaya y el resto de procesos relacionados con la corrupción no han "dañado la rentabilidad" que sigue ofreciendo la ciudad.

Para Ricardo Sánchez Bocanegra, presidente del Club Internacional de Marbella (foro de debate político) y de la Federación de Asociaciones de Extranjeros de la Costa del Sol, Malaya "es historia".

Tanto es así, que afirmó rotundo que la mayoría de los actuales inversores "no saben nada de Malaya, ni han oído hablar nada de ello, ni saben que existió Jesús Gil, por lo que se ha regenerado por completo la imagen de Marbella"; aunque puntualiza que para el vecino de a pie "siempre tendrá esa espina clavada".

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