"Al principio era un poco raro, ni los propios empleados se creían que la semana de trabajo acababa los jueves. Decían: ¿pero esto va en serio?, ¿y qué vamos a hacer los viernes? Pues que cada uno haga lo que quiera, si es vuestro día de descanso". Esta fue una de las primeras conversaciones que Josele Lafuente, director del centro de formación EMA Competición, especializado en enseñar a reparar motocicletas de serie y de competición, mantuvo con sus empleados allá por el mes de septiembre de 2019. Momento en que, aprovechando el comienzo del curso, decidieron abonarse a la tan ansiada y famosa jornada laboral de cuatro días. Salvo por un matiz: por aquel entonces ni era una práctica conocida ni se esperaba que llegara a serlo. 

De hecho, cuando poco después salió la primera empresa española en los medios que seguía este patrón, cuenta el director de esta escuela, se quedaron "muy sorprendidos": "No sabíamos que era algo novedoso, lo hicimos porque era una necesidad para nosotros. Se podría decir que fuimos pioneros sin saberlo". 

Actualmente, tras cuatro años de rodaje, los ocho trabajadores de este centro malagueño se sienten "encantados" con el cambio que han dado sus vidas. También el propio Lafuente: "Yo estoy muy contento. Puedo tomarme el viernes para mí; además, coincide con que los niños están en el colegio y que mi mujer trabaja conmigo, así que los dos podemos hacer lo que queramos". 

Clase teórica en EMA competición.

Una buena marcha que (y este es un detalle importante) se deja sentir en la salud de la empresa, que no sólo sigue manteniendo estable la facturación, sino que ha materializado varios logros más, tales como reducir los costes en seguros sociales, puesto que "no es lo mismo pagar por 40 horas que 32"; que la motivación crezca arrojando una mayor productividad y, finalmente, conseguir subir los salarios. "Antes, el sueldo medio era de 1.200 euros, ahora de unos 1.400". Un despliegue que ha venido acompañado de un desplome de las peticiones de días de asuntos propios. "Es ideal, porque el viernes se pueden hacer gestiones que son más complicadas o imposibles los fines de semana, como ir al banco", explica Lafuente. 

Al cabo, la situación ideal para que otras sociedades se interesen por aplicar este método. "Algunos amigos me han llamado para preguntar cómo lo hacemos y cómo nos hemos adaptado. Nosotros tenemos la ventaja de ser una centro privado y somos más flexibles, a otros se les impone un número de horas lectivas". Aunque, reconoce, "tampoco todas pueden hacerlo". Pero ahí está la posibilidad para las que sí. 

Algo que, naturalmente, también le ha venido "muy bien" a los 100 alumnos que se forman en esta escuela, puesto que "en torno a un 60%" de ellos son de otras provincias, de modo que aprovechan para irse el mismo jueves tras las clases y pasar varios días en sus casas; máxime teniendo en cuenta que muchos de ellos compaginan su etapa formativa con la competición, que requiere presencialidad ese día, por lo que la alta de absentismo era alta los viernes, con todo lo que eso supone. 

Una alumna durante una clase práctica.

Para reducir este déficit, tomaron la decisión de comprimir el temario, además de suprimir algunos fundamentos teóricos y añadir más prácticas, de forma que los jóvenes salieran lo mejor formados posibles. Aunque, ya se sabe, si uno hace lo que le apasiona, hay pocos límites. "A pesar de que somos maestros, no dejamos de ser mecánicos y, como esta es nuestra pasión, dedicamos los siete días de la semana a las motos: muchos tienen pequeños talleres en casa y siguen haciendo cosas", afirma el director de EMA Competición. 

Una entusiasmo que también se hace extensible a sus alumnos. Sin ir más lejos, esta escuela ya atesora algunos casos de éxito, entre los que destaca el de Mara Soto, alumna de la primera promoción, en 2013, que lleva tres años como mecánica del hexacampeón de Superbikes Jonathan Rea. 

"Muchas veces nos comentan que por qué no impartimos otro tipo de cursos los viernes para facturar más, pero no quiero. Mi filosofía es que si ganas lo suficiente para vivir bien, para qué complicarse más", concluye Lafuente.