"Los empresarios que hemos quedado ya aguantamos lo que nos echen"

Ramón Jiménez. Empresario

Jiménez asegura que van a invertir 4 millones de euros para cuadruplicar el número de habitaciones del hotel de cinco estrellas La Magdalena en Antequera, pasando de 21 a 91 .

Ramón Jiménez posa momentos antes de la entrevista con este diario.
Ramón Jiménez posa momentos antes de la entrevista con este diario.
Ángel Recio

18 de octubre 2015 - 01:00

RAMÓN Jiménez es uno de los empresarios más sociables y divertidos de la provincia. Posee, junto a su familia, la fábrica de conservas Alsur, los hoteles Antequera Golf, de cuatro estrellas, y La Magdalena, de cinco estrellas, y un campo de golf en Antequera. Es un torrente en la conversación y domina a la perfección las distancias cortas. Este pasado miércoles participó en unas jornadas de internacionalización de pymes en el Palacio de Ferias y se llevó al público de calle con continuas anécdotas.

-Empezó trabajando en un banco durante un montón de años.

-Desde los 17 hasta los 47 años. Fui director durante 24 años y mi último puesto fue director territorial de Cajasur en Málaga, Granada y Almería. Tenía responsabilidad sobre 300 personas y 50 oficinas.

-Y lo deja y se hace empresario.

-Alsur ya funcionaba y era un negocio familiar. Pero nos dimos cuenta de que estaba subiendo como la espuma. Tuvimos el acierto de hacer en el centro de la Vega de Antequera, donde la agricultura es tan rica y hay agua, una industria de conservas porque la comercialización de los productos era un problema. El espárrago valía 5 euros un día y 50 euros otro y la única forma de regularizar eso era creando una fábrica de conservas. Empezamos con el tomate, que fue un disparate porque todo el mundo lo fabricaba, y después fuimos a productos más específicos como las habitas con jamón, la ensalada de pimientos o la alcachofa que traemos de Perú. Hoy en día son nuestros tres productos estrella.

-¿Y cómo se le ocurrió hacer un hotel?

-La idea inicial era hacer una residencia de ancianos pensando en mis padres. Pero el alcalde de aquella época, Jesús Romero, nos animó a hacer un hotel de cuatro estrellas. Ahí es cuando decido dejar la caja y dedicarme a promocionar la marca Alsur, con una campaña muy agresiva en Andalucía que nos permitió triplicar la producción en tres años. Un hermano mío sigue con el campo y los productos frescos, otro lleva la fábrica de Antequera y otra que tenemos en Perú, y yo llevo los hoteles. En los hoteles tenemos más socios, aunque la familia posee más del 50%.

-Uno de los socios es Cajasur. Creo que están en trámites de separación.

-Tenemos un atranque con ellos, pero lo estamos arreglando y se llegará a un acuerdo en breve. Antes tener una entidad bancaria en una empresa era un orgullo y hoy en día es un problema. No tiene la culpa Cajasur ni nosotros, sino la circunstancia. El Banco de España no quiere que los bancos estén metidos en las empresas y antes o después tienen que salir.

-¿Cómo fueron los comienzos con el hotel de cuatro estrellas?

-Vimos que con el hotel hecho con 182 habitaciones había que buscar algo para llenarlo. Le gente decía que nadie venía a Antequera, pero era porque no había hotel. Era la pescadilla que se muerde la cola. Empezaron a venir turistas, pero necesitábamos más atractivos e hicimos el campo de golf. Fue un acierto porque teníamos también turistas de golf.

-¿Por eso le pusieron el nombre Antequera Golf al hotel?

-Sí, pero nos equivocamos. Vamos a cambiarle el nombre y quitarle la palabra golf porque, por ejemplo, por el código de ética de los laboratorios, no envían a sus médicos a los congresos a ningún hotel que tengan la palabra golf o resort porque creen que se van a ir a jugar y no a las reuniones. Se llamará hotel Antequera solo.

-Se ve que los congresos son importantes.

-Para nosotros sí. Antequera está muy bien situada. Nosotros recogemos a los congresistas y están a un paso de cualquier punto de Andalucía y hasta de Madrid con el AVE.

-¿Qué perfil de turistas tienen entonces en La Magdalena?

-Se ha quedado más para eventos. Estamos aumentando la ocupación un disparate. El año pasado cerramos con un 52% y este año estamos en un 80%. Se llena casi siempre, pero es fácil porque solo tenemos 21 habitaciones.

-¿Van a ampliarlo?

-Sí, nuestro objetivo es pasar a tener 91 habitaciones. Casi cuadruplicarlo, pero estamos seguros de que se llena. Si no va más gente es porque no hay más habitaciones y cuando un grupo tiene 25 plazas les tenemos que decir que no. Tener habitación disponible un sábado es ya muy difícil para 2016 e incluso para 2017.

-¿Qué inversión supone y qué plazos baraja?

-Gastamos 14 millones de euros en preparar el Convento La Magdalena tal y como está y con cuatro millones de euros más hacemos esas 70 habitaciones. Será un edificio anexo que está aprobado, con proyecto y todo. Hemos hecho hasta el movimiento de tierras. La idea es que esté funcionando en 2016. Pensamos hacer esa ampliación en 2008, pero con la crisis lo paramos. Hemos tenido que esperar a 2015 para que se den las circunstancias.

-Se están especializando mucho en bodas. Tengo entendido que tuvo una irlandesa hace unos días muy peculiar.

-Sí. Esta semana pasada tuvimos una boda irlandesa con 45 personas durante cinco días. Pensábamos que era una boda totalmente normal. Ya vienen casados, por lo que aquí es un simulacro. Solo vienen la pareja y los amigos, todos jóvenes entre 20 y 35 años. Empezaron a tomar cerveza a las 13:00, las 14:00, las 15:00... los cocineros esperando para ver si querían entrar a comer y se fueron a las 17:00 viendo que nadie pedía nada. Por la tarde, sin comer y solo bebiendo cerveza, se fueron todos los hombres al spa a bañarse en pelotas. Me llamaron mis empleados a decírmelo y me quedé sorprendido, pero les dejamos pensando que sería la cultura de los irlandeses. Al momento me llaman diciendo que las mujeres también se han metido desnudas en la piscina. Si no le habíamos puesto pegas a unos tampoco se las podíamos poner a ellas. Siguió la fiesta, sin comer, y a las cuatro de la mañana me llama la recepcionista diciendo que la gente iba desnuda por todo el hotel [se ríe].

-Y tienen contratadas otras siete bodas irlandesas más. Eso promete.

-Sí. Les explicaremos algunas normas de conducta y nos acostumbraremos a que las bodas son así. Puede ser un bombazo porque Irlanda es pequeña y la gente se conoce. Se lo han pasado tan bien en esta boda, imagino que con fotos y vídeos, que se lo irán diciendo unos a otros. Tenemos además allí a un burro que se llama Magdaleno, a la que la gente le da zanahorias, y que lo vamos a casar con una burra llamada Rafaela.

-Debe tener todo tipo de anécdotas.

-Sí, pasa de todo y da para escribir un libro. Ahora llevamos tres semanas recibiendo a viajeros a los que se les ha anulado el vuelo por algún problema técnico. Es un follón porque te llama la compañía aérea de buenas a primeras para que les prepares 100 habitaciones, con la comida y tal, pero bueno. Los clientes suelen llegar enfadadillos porque se creen que la culpa es tuya, pero cuando ven el hotel y están tranquilos se relajan. Igual no se le puede llamar turismo, pero es un atípico que nos hemos encontrado.

-¿Cuál es el momento más duro por el que ha pasado desde el punto de vista empresarial?

-De 2009 a 2012, porque estábamos acostumbrados a estar muy bien. Cuando todo va bien todo el mundo es bueno, el hotel y el campo de golf se llena. Todo era bonanza, crecer, facturar y ganar dinero. Pero luego empiezas a ver que cada año caes más y lo hemos visto tan mal que ahora volvemos a estar como niños con zapatos nuevos porque en 2014 subimos un 14% y este 2015 subiremos igual. Ahora trabajamos otra vez ilusionados. Los empresarios que hemos quedado ya aguantamos lo que nos echen.

-¿Qué han cambiado gracias la crisis?

-Estamos diversificando y buscando clientes. Estamos en todas las ferias. Haciendo cosas que antes no hacíamos porque nos quedábamos con los brazos cruzados esperando a que llegara la gente y ahora hay que ir a por ellos.

-¿Hay un nuevo turista?

-Hoy en día el cliente es muy exigente. Lo quiere todo perfecto. Y el personal también se tiene que adaptar. Ya no vale con estar solo en la recepción, hay que ser también comercial y, por ejemplo, si vende una lata de habitas de Alsur de camino mejor. A veces le ganamos más a una lata de habitas o de mantecados que a la habitación. Tenemos un acuerdo con el Ayuntamiento para que los clientes vean el Dolmen de Menga gratis y ponemos un autobús para que vean el Torcal. Estamos haciendo lo que teníamos que haber hecho antes. El cliente no va a un hotel a dormir y comer porque para eso se queda en su casa. Viene a algo más. Hay que darle actividad y enseñarle cosas. Hemos hecho, por ejemplo, un programa que se llama Andalucía sin maletas que está teniendo mucho éxito.

-¿Qué es?

-Los turistas dejan la maleta en el hotel y un día les enseñamos Granada, comen allí y vuelta al hotel a dormir. Al día siguiente vamos a Córdoba, vuelven, y así el resto de días a Sevilla, Ronda, Málaga y Antequera. Ya traen el paquete contratado con touroperadores desde su país de origen. Lo empezamos con los ingleses, pero también le gusta mucho a los alemanes, los holandeses o los belgas. Sin embargo no lo estamos consiguiendo con los españoles, por lo que tenemos ahí una espinita clavada.

-¿Cómo llevan los extranjeros tanto meneo?

-Llegan cansados a las 19:30, cenan pronto y a las 20:30 están todos acostados. Le hemos puesto espectáculos de flamenco, magia, o catas de aceite para ver si consumen algo. El flamenco les gustó. Siempre hay que hacer cosas. Ahora tenemos un acuerdo con canal Nostalgia y estamos organizando conciertos de gente de los años 70, como Los Ángeles, Lorenzo Santamaría, Micki, Jeanette... Con esto se nos llena el hotel los fines de semana. Van unas 500 personas y muchas veces son los mismos.

-¿Se está empezando a preocupar Antequera por el turismo?

-Tenemos muchos grupos y hace falta más unión. Todo el mundo vive del campo o tiene una huertecita y nadie se ha preocupado del turismo, pero hay que hacerlo. La Costa del Sol está muy bien promocionada y en Antequera hemos empezado ahora y muy solos.

-¿Qué puede suponer el nombramiento del dolmen de Menga como Patrimonio de la Humanidad?

-Puede marcar un antes y un después. Ojalá salga. Por primera vez nos hemos unido todos los antequeranos para esta campaña. No lo estamos haciendo bien con el Torcal, que es único.

-¿Están teniendo problemas para conseguir entradas para el Caminito del Rey?

-Sí. Los antequeranos tenemos que movernos porque solo nos dan 20 entradas y no es lógico. He tenido una semana a unos belgas que venían para ver el Caminito y se han vuelto sin verlo. Hay que distribuirlo de otra forma porque ahí se está fallando.

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