Málaga

Los estudiantes de movilidad internacional regresan con fuerza a la UMA

Escuela de Ingenierías Industriales de la UMA.

Escuela de Ingenierías Industriales de la UMA. / M. H.

La pandemia paró la vida de todo el mundo en marzo de 2020 y después de más de dos años los programas de movilidad están volviendo a recibir casi los mismos alumnos que antes del Covid. La Universidad de Málaga este año tiene en sus aulas a 1.202 estudiantes de Erasmus de todo el mundo y se han ido a estudiar a otro país 1.275 estudiantes.

El número de alumnos de Erasmus de este curso se ha acercado a cifras previas a la pandemia. Estos cursarán un cuatrimestre o el año entero, pero del segundo cuatrimestre no se conoce cuántos alumnos foráneos habrá porque, según la universidad, los datos pueden variar si se produce una renuncia de última hora.

Así pues, la llegada de estudiantes extranjeros a la UMA creció desde 2017 hasta 2019, pero en 2020 se desplomaron, debido a las restricciones por el Covid. En el curso 2017/2018 llegaron a Málaga 1.419 estudiantes, el curso siguiente, 2018/2019, fueron 1.555 y en 2019/2020 llegaron 1.678, pero en el curso 2020/2021 esta cifra descendió hasta los 631.

Ahora, son 1.202 los estudiantes foráneos con los que cuenta la UMA y proceden de 50 países diferentes. Según los datos facilitados por la Universidad de Málaga, los países con mayor número de estudiantes en Málaga son Italia, Alemania y Francia, desde donde han llegado 249, 186 y 121 estudiantes, respectivamente. En este sentido, también hay países que solo cuentan con un estudiante en la UMA como, por ejemplo, Sudáfrica, Pakistán, Letonia, El Salvador o Finlandia.

Con respecto a las facultades, 322 están en Filosofía y Letras, 197 en Económicas y Empresariales y 95 en la de Ciencias de la Comunicación. Por otro lado, la de Bellas Artes (18), la de Ciencias de la Salud (16) y el ETS de Ingeniería de la Telecomunicación (nueve) son los centros en los que menos alumnos foráneos hay.

Por otro lado, 1.275 estudiantes de la Universidad de Málaga van a estudiar durante el primer cuatrimestre o durante todo el curso en otro país, 1.076 en un país europeo y 199 en otro continente. Esta cifra duplica los datos que se conocen del curso 2020/2021, ya que fueron 609 alumnos los que se marcharon de España ese año escolar. A pesar del incremento de estudiantes participantes, estos datos siguen siendo inferiores a los de 2019/2020, donde se alcanzaron los 1.292, pero superan e igualan los del 2017/2018 y 2018/2019, ya que se marcharon 1.171 y 1.276 alumnos respectivamente.

Con respecto a los destinos, Italia, Polonia y Portugal son los tres países en los que más estudiantes de la UMA van a estudiar este año, concretamente 203, 179 y 98. En cambio, Austria, Taiwán y Australia sólo cuentan con un alumno cada uno. Asimismo, la Facultad de Económicas y Empresariales y la Escuela de Ingenierías Industriales son las que más alumnos en el extranjero tienen este año. Lo contrario ocurre en la Facultad de Bellas Artes y la de Turismo.

En Oporto está Nerea Grande, una estudiante de Publicidad y Relaciones Públicas que quería vivir la experiencia para conocer otras culturas. Tras las primeras semanas de adaptación asegura que la mayor diferencia cultural, con respecto a Málaga, es el estilo de vida. Aunque remarca que la compra es lo que más le cuesta. “Hay muy poca variedad”, sostiene e incide en que “los precios son mucho más caros”, sobre todo en la fruta y la verdura.

En este punto, coinciden con ella Ana Noguerol, Lidia Villalobos y Paula García, tres estudiantes de Periodismo que están en Ilmenau (Alemania). Así pues, todavía se están acostumbrando a los horarios y al tiempo. “Cenan antes, comen antes y no meriendan, esto es lo que más nos ha sorprendido”, señala Ana, a lo que Paula añade que las temperaturas también son muy diferentes porque “salimos de Málaga en mangas cortas y pantalones cortos y nos bajamos del avión con el abrigo, no estamos acostumbradas a eso”. A pesar de todo, recomiendan vivir esta experiencia y remarcan que se han sentido tan acogidas en este pueblo alemán que lo consideran ya, según Lidia, “una segunda casa”.

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