"Con 300 euros de complemento al mes, sólo investiga el que se lo pide el cuerpo"
La catedrática de Bioquímica reconoce que la investigación en su campo ya no es lo que era. Admite que ahora tiene más posibilidades de obtener fondos que colegas estadounidenses
Francisca Sánchez forma parte de la avanzadilla española en bioquímica y biología molecular. Responsable de la unidad malagueña del centro de enfermedades raras del Instituto de Salud Carlos III (el brazo investigador del Miniterio de Sanidad), creó a mediados de los 80 la asignatura de biología molecular en Málaga. Para eso tuvo que pasar un año en California, tras superar una prueba en la que se vio obligada esconder un evidente embarazo de cinco meses. Derrocha humor contagioso y rememora con guasa cómo llegó con sus dos hijas y su suegra al aeropuerto de San Francisco. Sólo unos años antes hacía con palanganas jaulas para los ratones que usaba en los experimentos de su departamento.
-¿Cómo decide uno ser bioquímico?
-Yo era muy vocacional. De niña mi madre me compró un juego de bioquímica y, en ese momento, se acabaron los demás juegos para mí. Mezclaba líquidos para que entraran en ebullición o cambiaran de color. A veces me pregunto cómo no me mataba, porque era tan inconsciente que quemaba azufre y, claro, me podía haber intoxicado.
-¡Sus padres se lamentarían de cómo había salido la niña!
-Bueno, yo creo que mi padre hubiera sido más feliz si hubiera estudiado Magisterio, sin tener que salir de Ceuta. Eran los comienzos de los 70, Franco estaba vivo y Ceuta muy lejos. Tenía nueve horas de viaje hasta llegar a la Universidad de Granada. Terminé en 1979 y en 1980 fui nombrada becaria en Málaga. Entonces se estaba creando aquí la facultad.
-Con 29 años había aprobado las oposiciones y era titular. ¿Por qué ir entonces a California?
-Me fui porque si no, estaba muerta en el mundillo de la bioquímica y biología molecular. Además, nuestro jefe, Ignacio Núñez de Castro, que era uno de los españoles que más sabía de enzimología, sentía la necesidad de incorporar técnicas de biología molecular. Era algo que estaba empezando y no había nadie con formación aquí. Me fui con otro compañero con el encargo de aprender para montar la asignatura al regreso.
-¿Qué impresión tuvo?
-Era vivir un sueño. Cuando llegué a Málaga no había nada. Venía de Granada, de donde acababa de irse Federico Mayor Zaragoza y aquello tenía de todo. Pero aquí no había nada . Poco después se incorporó Jesús Sánchez Olabarría, que venía del Centro de Biología Molecular (CBM) Severo Ochoa, que también estaba muy bien montado, y empezamos de cero. Hacíamos las jaulas para los ratones con palanganas y tela metálica y Jesús les pedía a sus antiguos compañeros del CBM que el material desechable usado nos lo guardaran. Se lo traía, yo lo metía en agua oxigenada y lo fregaba bien. Así empecé mi tesis.
-¿Investigar es llorar?
-La pobreza era tremenda. Al principio, dudaba mucho, pero tuve mi primera hija y tenía que organizar mi familia, no tenía otra opción.
-Ya no estaba tan suelta.
-Claro, tenía una beca de 25.000 pesetas mensuales, que era una miseria, pero era el dinero que teníamos en mi familia para comer y pagar el piso.
-California debió entonces de deslumbrarla.
-Era el sueño americano. Aquí tardábamos dos semanas en conseguir un reactivo y allí había de todo. Era otra forma de trabajar. Lo importante era generar resultados al coste que fuera.
-¿No pensó quedarse?
-Lo he dicho muchas veces. ¡Nunca debí dejar la Casa de la Pradera! Pero tenía aquí plaza y quedarme suponía arriesgar el futuro económico de mis hijas. Cuando nos fuimos mi niña pequeña tenía dos meses.
-¿Pero se fue con toda la familia?
-¡Y con mi suegra! Para que me cuidara a las niñas. Antes, cuando me examiné en Madrid para esta beca, tuve que esconder que estaba embarazada de cinco meses. Me puse un traje que era como una bombilla para que no lo notaran... Aquel era un mundo... Digamos que en cierto aspecto a mí me ha estorbado ser mujer, he sentido en distintos puntos de mi vida presión por ser mujer, aunque estoy orgullosa y creo que ha sido una suerte. Pero tenía claro que aquello era la oportunidad de mi vida y volver tampoco me importó. No me arrepiento porque ahora miro alrededor y digo, aquí está mi juventud, esto es mío. Empezamos haciendo jaulas con palanganas, pero ahora somos competitivos y publicamos en las mejores revistas.
-¿Sigue siendo necesaria la experiencia internacional para los pos doctorales?
-Pues ya depende porque enEspaña hay muy buenos grupos y eso es algo que los baremos de selección deberían tener en cuenta. ¿Porqué va a tener más puntos en unas oposiciones quien va a una universidad de un estado central de EEUU que quien va al Ciberer de Barcelona?
-¿Siempre tiene más puntos la estancia en el extranjero?
-En la mayoría de los casos sí.
-Un poco corto de vista, no?
-Hubo un momento en que era necesario porque la gente si no no se hubiera ido y bastante endogamia teníamos ya. Pero ya no siempre estamos en ese punto. Hay grupos españoles mejores que otros extranjeros y estos casos habría que examinarlos con un poco más de atención.
-¿Cuesta repatriar el talento?
-Me da la impresión de que ahora es un poquito más fácil. Pasamos una época desesperante. Había gente de 40 años, con un currículum excepcional que no tenía cómo volver. Este pasillo [dice en referencia a los despachos del departamento de Bioquímica y Biología Molecular] está lleno de gente así. Aquí al lado hay una chica que ganaba medio millón de pesetas al mes en Londres y quería volver para cuidar a su madre. Regresó, pero cobrando 130.000 pesetas. Había auténticos dramas personales.
-Pero ha cambiado, dice.
-Ahora hay más oportunidades. Están los [programas] Torres Quevedo, Ramón y Cajal...Hay contratos pos doctorales ... De todas formas, estar contratado con 40 años con un proyecto, que es para tres años, es tener la vida en la cuerda floja.
-¿Hay dinero suficiente para investigar?
-Va a mejor. Yo tengo más facilidad para obtener financiación que mis colegas de California, porque en Estados Unidos la investigación está ahora muy mal con la guerra de Iraq. En el sector privado es diferente y mira que se han hecho intentos, pero se pervierten. Muy pocas empresas investigan. De todas las que dicen que tienen departamentos de I+D pocas realmente investigan. Hacen controles de calidad o empaquetados de medicamentos.
-Pero supuestamente se apoya mucho a las empresas biotecnológicas.
-El tejido empresarial debería venir de la gente formada que ha tenido una idea aplicable y monta su propia empresa, pero falta espíritu emprendedor. Incluso entre los biólogos me da la sensación de que está hasta mal visto y, en algunos casos, impedido por la ley. Un chico de mi grupo logró el primer premio Spin Off de la universidad, pero tiene un contrato del Instituto de Salud Carlos III que no le permite tener ningún tipo de actividad al margen y yo sólo puedo tener el 5% de una empresa, así que el proyecto se tuvo que abortar, o mejor, dejarlo en stand by.
-¿Se paga bien al investigador?
-En la universidad poco. En mi nómina el complemento por 30 años de investigación es de unos 300 euros netos al mes. Es decir, si cuando acabo mis clases me voy a mi casa mi sueldo apenas se resentiría... Es más, tendría más dinero porque no hubiera necesitado tener una muchacha que me ayudara a criar a mis hijas, hubiera ido al colegio a recogerlas, las hubiera llevado a las actividades y hoy estarían muy agradecidas. También es verdad que si no hubiera investigado no sería catedrática.
-Visto así, ¿quién va a investigar aquí?
-Pues el que se lo pide el cuerpo, que es el caso de los que estamos en estos pasillos.
-¿Y hay muchos a los que el cuerpo les pide irse a su casa?
-Date una vuelta por cualquier facultad una tarde a ver qué tal... Aunque también es cierto que hay investigaciones que se pueden hacer en casa.
-¿Desde cuándo investiga las enfermedades raras?
-Empecé hace cinco años con la mastocitosis [los mastocitos son células inmunes que producen histaminas y cuando se excitan causan reacciones inflamatorias. Las más graves tienen un oncogen). Después, al conglomerarse todas las enfermedades raras en el Centro de Investigación Biomédica en Red (Ciber) hemos organizado un espectro de investigación más amplio, sobre todo de enfermedades raras relacionadas con el metabolismo de los aminoácidos.
-¿Cómo llegan los alumnos a la Universidad?
-Tenemos un problema con eso. Esta asignatura es dura, el contenido es muy amplio y echa a mucha gente para atrás. Además, ha bajado el nivel en lengua y matemáticas y también la actitud responsable, la madurez.
-¿Qué ha pasado?
-Eso ya te lo contesto como madre. Creo que los padres nos hemos equivocado. Yo misma tenía mucha presión en casa para ser la mejor y ahora cuando tenemos hijos queremos que tengan una vida muy fácil, pero los estamos engañando. Estamos metiendo a nuestros niños en un zulo precioso, pero la vida no es así.
-Lleva 28 años en Málaga, ¿cómo ve la ciudad?
-Uff, ha dado un cambiazo. Yo ya no me voy de aquí ni con agua caliente.
-Aunque tenga que venir todos los días a Teatinos.
-Bueno, pero ahora van a poner el metro... Será que cuando llegué a Málaga se me cayó el mundo encima que ahora el cambio me parece espectacular. La ciudad estaba fatal, la oferta cultural no pasaba de Juanito Navarro y Lina Morgan, encima no tenía un duro y, claro, tampoco te gusta un sitio donde estás pasando dificultades.
-¿Le gusta entonces?
-Me gusta, aunque hay mal gusto para construir y es algo que viene de siempre. Por ejemplo, yo creo que El Perchel no se lo tenían que haber cargado y la limpieza sigue estando mal. Hay muchísima dejadez, pero también los ciudadanos tenemos mucha culpa.
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