Medio Ambiente

La fábrica de cemento de Málaga fomenta la economía circular entre sus trabajadores

  • La iniciativa se engloba dentro del programa de acción social de la multinacional que también patrocina al Club de Baloncesto El Palo, colabora con la Fundación Málaga y con el comedor social y el economato de Amfremar

  • En noviembre se creó la Comisión de Sostenibilidad, un foro de debate entre la empresa, los vecinos y las administraciones públicas

Un camión con neumáticos usados que se utilizan como combustible en la fábrica de cemento.

Un camión con neumáticos usados que se utilizan como combustible en la fábrica de cemento. / Javier Albiñana (Málaga)

Ya no hay vasos de plástico ni botellas desechables en la fábrica de cemento de La Araña. Hay fuentes de agua de ósmosis inversa y bolsas azules en cada despacho para separar el papel. La multinacional FYM-HeidelbergCement ha puesto en marcha, de la mano del Ayuntamiento de Málaga, un programa en el centro malagueño para que sus 400 trabajadores generen los menores residuos posibles. Además de reducir, pretenden concienciar a su personal sobre la necesidad de reciclar y reutilizar y así convertirse en ejemplo de buenas prácticas también en sus respectivos hogares. 

La economía circular: Una responsabilidad de todos es el lema del programa que se incluye dentro de su plan de acción social y que contempla talleres en los que aprenden cómo pueden contribuir a la economía circular desde su puesto de trabajo, cómo minimizar residuos y clasificar los que sean inevitables. Esta iniciativa la pretenden trasladar posteriormente a colegios, institutos y colectivos vecinales del entorno, según acordaron en la Comisión de Sostenibilidad, un foro de debate que nació el pasado mes de noviembre. 

"Es un plan pionero que trata de convertir el centro de trabajo en un espacio más sostenible", explica Tomás Azorín, director de relaciones institucionales de FYM-HeidelbergCement. "Estamos viendo los efectos demoledores de la economía lineal, nos lleva a un consumo ilimitado de los recursos naturales y a llenar el planeta de basura, freten a esto surge la economía circular que pretende que el residuo vuelve a incorporarse en el proceso productivo para que no sea necesario incorporar nuevos recursos naturales", comenta Azorín. 

"Es una de las piedras angulares del plan de acción", añade el director de relaciones institucionales de FYM-HeidelbergCement. Pero no la única. Llevan unas dos décadas colaborando con colectivos deportivos, sociales y culturales. Patrocinan el Club de Baloncesto de El Palo, en el que entrenan 460 niños, el Club El Candado y la Asociación de Remo de La Araña. También colaboran con la Fundación Málaga y con la Fundación CEM y con Amfremar.

Cantera de caliza de la cementera de La Araña. Cantera de caliza de la cementera de La Araña.

Cantera de caliza de la cementera de La Araña. / Javier Albiñana (Málaga)

Este comedor social del que se benefician un centenar de comensales diario, tiene también un economato en el que unas 240 familias pueden hacer la compra pagando un 25% del coste del producto. "Si no hubiese sido por la fábrica hubiéramos tenido que cerrar", comenta Fernando Gutiérrez, fundador de Amfremar. Su aportación pudo saldar una deuda de cinco meses de alquiler. 

En el ámbito formativo, se ofrecen programas de prácticas y unos 180 estudiantes han tenido una beca en la empresa en los últimos 15 años. Además, crearon junto a la Universidad de Málaga la Cátedra de Innovación de Materiales de Construcción, que impulsa y amplía la formación de los estudiantes de la Escuela de Arquitectura de Málaga

"La fábrica está abierta al ciudadano, a quien quiera conocerla, somos la única fábrica en España y de las pocas del mundo que publica periódicamente los datos de nuestras emisiones en una web, unos 1.000 niños nos visitan al año, hacemos jornadas de puertas abiertas y visitas de grupos políticos, asociaciones y sindicatos", subraya Azorín. 

En la apuesta de la fábrica por reducir el uso de combustibles fósiles, la mitad de la energía que se necesita para el horno, que supera los más de 1.400 grados para convertir la harina de caliza en clínker, se obtiene de neumáticos usados. También está en pruebas el desecho del orujo como combustible. 

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