La familia García Caparrós: "Quien mató a mi hermano por llevar una bandera era un terrorista"
Las hermanas de Manuel José García Caparrós, el joven asesinado en la manifestación andalucista de 1977 aseguran que si el nombre del policía disparó está en las actas del Congreso, lo harán público
García Caparrós: lucha por la verdad 48 años después
Loli, Paqui y Puri tenían 13, 16 y 20 años cuando su hermano, Manuel José García Caparrós, murió tras recibir un disparo de la Policía Armada mientras participaba, como miles de malagueños, en la histórica manifestación por la autonomía andaluza del 4 de diciembre de 1977 en Málaga. Él tenía 18. Hace unos días, cuando se cumplían 48 años de aquel hecho, recordaban la “ilusión” de todos en su casa por aquella movilización, también se acordaban de cómo lloraban sus padres cuando le dijeron que Manolito –como le llamaban en casa– había muerto y de la “rabia” por cómo desde entonces se ha intentado silenciar lo que pasó.
Para ellas el 4D nunca será un día cualquiera, tampoco el Día de la Bandera, como se instauró en 2022; sino que será siempre “el verdadero” Día de Andalucía y el de García Caparrós. De mantener viva su memoria se encargan ellas tres, que llevan 48 años luchando, de una forma admirable, por saber la verdad y el nombre de quien disparó.
Pregunta.–¿Cómo era vuestro hermano?
Respuesta.–Era un niño normal, un trabajador. Trabajaba en el turno de noche en las Cervezas Victoria, estaba afiliado a CCOO. Le gustaba mucho el fútbol, era muy del Málaga como mi padre, adonde jugaba allí iban ellos siempre, a Madrid, a Málaga, a Sevilla... en todas partes. Era muy noble, muy campechano, muy amigo de sus amigos, cariñoso, lleno de vida con 18 años.
P.–¿Qué recordáis de aquel 4 de diciembre de 1977?
R.–Una fiesta. Recuerdo que mi madre estaba súper ilusionada por aquel día, ella lo único que quería era más libertad para sus hijos, más derechos, más trabajo, más seguridad social que no teníamos... y una vida más plena para la juventud que tampoco la tenía. No sé qué entendía mi madre por esa manifestación, pero estaba muy ilusionada, y mi hermano igual. Fue el único que fue aquel día a la manifestación. Era un día festivo hasta que se truncó la cosa. En el único sitio donde no se puso la bandera de Andalucía fue aquí, en la Diputación de Málaga, no sabemos si para provocar a los manifestantes o si porque al señor [Francisco] Cabeza, el presidente, no le salió.
P.–¿Y qué pasó?
R.–Vinieron a avisarnos a mi casa, un celador de Carlos Haya, de que mi hermano había tenido un accidente de tráfico y que fuera a reconocerlo mi padre. Ya mi padre se vistió y fue al hospital y se encontró todo el drama. Yo [Loli] era muy chica, tenía 13 años, mi padre no me iba a contar qué vio ni qué paso. No sé si se lo contó a mi madre, ella estaba destrozada, y ahí empezó nuestra pesadilla.
P.–Desde entonces, ¿cómo habéis vivido el 4D?
R.–Al principio este día no sonaba tanto, aunque siempre le han puesto las ofrendas de flores en la esquina, con el nombre de la calle de él, que siempre la rompían. Pero cada vez ha ido a más. Nosotras éramos unas niñas en aquella época, pero teníamos que crecer, que era lo que no sabían ellos, que íbamos a crecer y a dar la batalla por él y por su memoria. La lucha no acabó cuando se fueron mis padres, la lucha empezó entonces. Y hoy en día lo conocen por toda Andalucía, es hijo Predilecto de Andalucía, de Málaga y de la provincia; tiene documentales, libros y muchísimas calles en todos los pueblos. Y lo que queda.
P.–¿Qué os ha movido todo este tiempo?
R.–Su memoria, que no quedara silenciado, que su muerte no quedara en vano.
P.–Son 48 años. ¿Nunca habéis pensado en abandonar?
R.–Bueno, a veces sí, porque nos hemos llevado muchas desilusiones. Muchas veces decíamos “se acabó, dejamos que descanse y ya está”, pero después lo pensabas fríamente y decías “¿que yo voy a parar? No, esto hay que seguir y seguir”. No seguir es olvidarlo y olvidarlo es que se salgan con la suya, porque lo que han intentado es que se olvide lo que pasó. Caparrós va a seguir aquí al menos hasta que nosotras tengamos fuerzas.
P.–Hace poco el Congreso por fin os dio los documentos de la comisión que investigó lo sucedido. ¿Dónde están esos papeles ahora?
R.–Ahora se están escaneando los papeles para que el pendrive se lo lleve el abogado y le eche horas. Eso tiene más tiempo de lo que nosotras nos imaginamos. No hemos leído prácticamente nada. Es muy complicado, son unas palabras que no entendemos, unas testificaciones que no tenemos ni idea de cómo desclasificar. Es un abogado el que tiene que leerlo y que haga un resumen de todo lo que ahí está puesto.
P.–Emocionalmente, os habréis tenido que preparar para enfrentaos a ellos.
R.–Es que no sabes lo que te vas a encontrar, hasta te da miedo muchas veces empezar a leer. Es muy desagradable. Fíjate qué tensión de nervios hemos traído que hemos estado casi diez días malas, sin poder levantar cabeza. Creo que hemos estado guardando la tensión hasta que por fin hemos tenido esos documentos en nuestro poder.
P.–Y ahora, ¿qué esperáis encontrar en ellos?
R.–La verdad. Y el nombre y apellidos de quien lo mató, y del que mandó a la policía a la calle.
P.–Decís que ese nombre saldrá a la luz, pero los documentos siguen siendo secretos...
R.–Con la recomendación del abogado, a ver qué camino podemos coger. Pero la verdad tiene que salir a la luz. Secreto o no secreto, eso va a salir a la calle bajo nuestra responsabilidad.
P.–Se os ve dispuestas a todo.
R.–A lo que sea. Su nombre tiene que salir, que se vea bien en grande en los periódicos, que se sepa quién fue. Yo no voy a sacar a nadie de esos documentos que no tenga que salir, a ningún testigo que no haya dado la cara, porque no somos nadie para eso, pero el asesino de mi hermano sí va a salir, si es que viene en los papeles. Y si no viene seguiremos buscando hasta que salga. Que vienen a multarnos o a decirnos algo, a estas alturas ya nos da igual.
P.–¿Hay algún nombre que os sea familiar?
R.–Bueno, las firmas de las actas, de las personas que estaban allí, que estaban todos los partidos de la época. Alianza Popular, el PSOE, estaba Carrillo... y todos miraron para otro lado, nadie se acordó de venir y decir ¿esta familia estará bien, necesitará algo? No, ellos dijeron esta familia que se apañe como pueda, y así 48 años. También hay muchas fotos de Málaga, de coches, de farolas, serían los destrozos que se hicieron... Pero no nos hemos metido de lleno en qué se habló, por qué no se puso la bandera, quién dio la orden para que saliera la policía a disparar.
P.–¿Por qué creéis que aquello se quiso tapar hasta el punto de decirle a vuestro padre que había sido un accidente de tráfico?
R.–Porque la chapuza que hicieron era para taparla. Era una manifestación autorizada en toda Andalucía y a este hombre [el presidente de la Diputación de Málaga] se le plantó que la bandera no se ponía. Quería follón. El cuartel estaba aquí mismo y se echó a todos con una pistola a la calle, se les dio carta blanca para disparar. Ahora miraremos quién hay en esa Comisión de Encuesta que tanto miedo tiene a que esto salga a la luz.
P.–También pedís que sea considerado víctima del terrorismo. ¿Por qué?
R.–Es víctima del terrorismo de Estado, porque el que mató a mi hermano era un terrorista, porque lo mató por la espalda por el simple hecho de llevar una bandera de Andalucía. Mi hermano venía corriendo, tropezó y se cayó, y él le pegó el tiro en el suelo. Para mí el que mata por la espalda sin razón ninguna es un terrorista. Es un asesino, cobarde. ¿Y ahora quieren que no digamos quien és? Su nombre tiene que salir en un periódico aunque me metan presa, como que me llamo García Caparrós. Ha tenido 48 años para venir a disculparse, pero ha estado callado. Pues si yo ahora puedo hablar, voy a hablar. Lo siento.
P.–¿Cómo os gustaría que se le recordase?
R.–Como lo que es, un mártir de la autonomía de Andalucía. Un chico que perdió su vida por Andalucía. Que siempre sea recordado y que no se olvide nunca su nombre ni los hechos, porque todas las cosas que se olvidan pueden llegar otra vez a suceder.
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