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Málaga

Las 20 familias desalojadas en Intelhorce esperan regresar hoy

  • "Nos fuimos con lo puesto", cuenta una vecina del edificio con grietas, que está siendo apuntalado

Cuando la Policía le pidió que abandonara el edificio dado el mal estado en el que se encontraba no atinaba a priorizar. "¿Qué saco? Tengo 48 años y vivo desde los 3. Aquí está toda mi vida", se preguntaba una vecina acongojada. Las 20 familias, varias de ellas con niños, que residen en el número 16 de la calle José María Jacquard, de la barriada Intelhorce, esperan volver hoy a sus casas tras vivir con desasosiego el desalojo que los bomberos ordenaron el martes "por razones de seguridad" al detectar grietas en el sótano de su edificio.

Los daños, según explicaba ayer a este periódico Alberto Gil, uno de los vecinos, salieron a la luz el domingo, cuando un operario descubrió que había "cuatro pilares en mal estado" mientras realizaba unas tareas de saneamiento en el bloque, que tiene más de medio siglo de antigüedad. "A raíz de ahí nos movilizamos y hablamos con varios arquitectos, que nos recomendaron llamar a los bomberos para que valoraran la situación. Cundió el pánico", recordaba este vecino.

Los efectivos se desplazaron hasta el lugar para comprobar el estado de la estructura y encontraron "indicios" de que debía ser revisada. Como medida preventiva, pidieron a los residentes que salieran de sus casas y pusieron en conocimiento de lo ocurrido al Ayuntamiento de Málaga. Eran las 10 y media de la noche cuando la Policía llamaba casa por casa a aquellos que aún no sabían lo sucedido. "Una mujer sufrió un desmayo. Temíamos quedarnos en la calle, sin fecha de vuelta. Nos dieron cinco minutos para coger lo preciso y saqué medicinas y un pijama. Daba vueltas por la casa llorando", narraba otra vecina. Un matrimonio se resistía a salir.

Muchos de los afectados pudieron reubicarse en casa de unos familiares, mientras que otros siguen alojados en un hostal que el área de Derechos Sociales puso a su disposición hasta que finalicen las tareas de apuntalamiento. "Se han comportado estupendamente con nosotros", reconocía la mujer. Pero la primera noche no fue fácil. "Eran las 2:30 y mi nieto, de 6 años, no se quedaba dormido. Hoy nos reímos, ayer llorábamos. Los dueños de unos chalets cercanos nos ofrecieron comida", relataba.

El concejal de Ordenación del Territorio, Francisco Pomares, matizó que no existe peligro de derrumbe, pero que, por precaución, se decidió desalojar. Asimismo, recalcó que en los últimos diez años los responsables reconocen no haber revisado los pilares del edificio.

Los vecinos, que aunque permanecen fuera de sus viviendas respiran más tranquilos, han planteado la posibilidad de acceder a alguna subvención para afrontar la reparación, que, presumen, será costosa. "Desde el Ayuntamiento nos han dicho que no nos preocupemos, que harán todo lo posible por ayudarnos. Somos una comunidad con 20 familias y no sabemos si el seguro se hará cargo", señalaba otro residente.

A esa incertidumbre se sumaba ayer el temor por que entren a robar en el edificio. "El bloque está vacío y alguien puede entrar a robar. Hoy -por ayer- me iré la última", subrayaba una mujer.

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