El fin de una casa okupa
Urbanismo Derribo de un edificio junto al Jardín de los Monos
El propietario ultima las tareas de demolición de un viejo inmueble junto al colegio Los Maristas que había sido ocupado ilegalmente en los últimos años


Una máquina excavadora se afanaba en la tarde de ayer en demoler los últimos restos de lo que en los últimos dos años había servicio de refugio a un buen número de okupas. Por este edificio, del que sólo quedan los restos del polvo y el ladrillo, pasaban a diario inquilinos que no abonaban alquiler ni pagaban luz y agua. Casi formaban parte del paisaje diario de los residentes del entorno del Jardín de los Monos. "A veces se veía a unos salir y tiempo después entraban otros distintos", comentaba uno de los vecinos del lugar.
Y hasta hace aproximadamente una semana esta rutina se repetía. Hasta que agentes de la Policía Nacional ordenaron el desalojo del inmueble, al parecer, ante la existencia de una orden judicial. "No pusieron ningún tipo de problema y se marcharon", explica a este periódico Jesús, propietario de una pequeña cafetería situada junto al solar. "No recuerdo que creasen problemas en la zona", añade, al tiempo que recuerda cómo alguno de los ocupantes solían ir a su establecimiento a desayunar o a tomar un bocadillo.
Jesús dice recordar que no eran muchos los que había, pero al momento su hijo, Gonzalo, le corrige para señalar que en el verano podía haber en el interior de la casa "unos 50". Ambos coinciden en apuntar que hace como dos años que el inmueble pasó a ser ocupado. "Es su forma de ser, entran y se quedan dentro, pero no molestaban". Al parecer, comentan, el propio dueño de la construcción no puso excesivas pegas cuando vio que el edificio tenía tan particulares vecinos. Hasta hace una semana, cuando ordenó el inicio de la demolición del mismo. "Es la única forma de poner fin a la situación", exponía Gonzalo.
En la parcela se ve a tres obreros trabajando. Ninguno de ellos parece tener información sobre los desalojados. Solo saben de la tarea que les toca realizar y que, según uno de ellos, para mañana debería estar acabada.
De la presencia de los okupas eran conscientes buena parte de los residentes de la zona. Incluso, junto a un paso de peatones se oye a una joven, que cruza con un carrito de bebé, murmurar: "Mira, la casa esa, ahí estaban los okupas". En la entrada del colegio Los Maristas, colindante del solar sobre el que la máquina trabaja, dos señores dialogan. Preguntados, admiten conocer que el edificio estaba ocupado. "Parecían ciento y una madre", ironiza uno de ellos, en alusión al número de personas que a diario se veía entrar y salir. El otro relata que fue espectador del desalojo. "Hace cuatro o cinco días pasaba por aquí y vi a cuatro o cinco en la acera, con todos los bártulos". Fue ese el último día de los okupas del Jardín de los Monos.
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