El fotomatón muere en la calle......y resurge en las bodas
Las tradicionales máquinas, que llevan en declive desde hace varios años, se han convertido en un espécimen que parece estar a punto de extinguirse, al menos en la vía pública Tras contribuir, en cierta medida, a la desaparición de los estudios fotográficos de barrio, las cabinas logran de nuevo competir, aunque esta vez en el terreno de las fiestas y eventos
Después de más de medio siglo resistiendo en la vía pública y también en grandes superficies, los fotomatones viven desde hace varios años un declive que parece estar arrastrándolos a su extinción. En Málaga siguen instalados, aunque en su mayoría con un aspecto demacrado y un vacío en su interior casi permanente, al menos diez de las tradicionales cabinas de fotos que hasta ahora existían: la de la Alameda Principal, que aún conserva uno de los modelos implantados en sus inicios; otra junto a la actual Delegación de Hacienda, también en el aeropuerto, en la Avenida de la Aurora, en la Avenida de Carlos Haya y en centros comerciales como Larios Centro, el de Rincón de la Victoria y la estación de trenes María Zambrano.
Durante décadas, han sido herramientas icónicas para la ciudad al ofrecer la posibilidad de obtener una o varias instantáneas en escasos minutos. Pese a la caída que las máquinas expendedoras de retratos han experimentado en los últimos años, los gestores del servicio se niegan a augurar su muerte. "No desaparecen, sino que ha habido un cambio de tecnología. Hemos adaptado nuestros equipos, que antes eran analógicos y ahora son electrónicos. Sigue habiendo miles de cabinas repartidas por todo el territorio nacional y la gente continúa haciéndose fotos porque quiere conservar su imagen", afirma María Rosa Betegón, directora de Tecnotron, firma gestora de fotomatones en España, que reconoce el "esfuerzo económico y humano" que en su caso ha supuesto la evolución hacia lo digital.
A su juicio, el problema subyace en el uso que actualmente se le da a la fotografía. "Se hacen más que nunca pero también se imprimen menos. Terminaremos perdiendo nuestros recuerdos si confiamos en mantenerlos en macro archivos y no los llevamos al papel. Tener 10.000 fotos en la nube es como no tener ninguna. Está habiendo un cambio de costumbre que lamentaremos a nivel personal", asevera la portavoz de la empresa.
El incremento del IVA, que afecta, entre otros, al mercado fotográfico, es otro de los obstáculos a los que el sector se enfrenta. "La parte lúdica se ha retraído. Ha habido que subir los precios por el aumento impositivo y los nuevos sistemas de inversión electrónica. Lo digital es más caro porque tiene toda una tecnología detrás", sostiene Betegón.
La ubicación de las cabinas varía en función de la demanda, pero también, recalca la directora de Tecnotron, de la seguridad que haya en la zona. Apela así al civismo de los usuarios. "Los actos vandálicos afectan a todos los elementos públicos. Se cierran locales, pero algunos se mantienen fijos y en otros casos simplemente se desplazan", apostilla.
Las primeras cabinas de fotografía instantánea se utilizaron en Nueva York en 1925 y ya respondían al concepto moderno basado en una cortina o pantalla cubriendo el fondo. Su creador fue Anatol Josepho. Pero la patente de la primera máquina de fotografía automática data de 1889 por Mathew Stiffens y, durante el mismo año, Monsieur Enjalbert mostró una máquina similar en la Exposición Universal de París.
El futuro de los fotomatones pasa ahora por captar nuevos clientes y contrarrestar los efectos de la crisis. "La situación económica influye pero los fotomatones se mantendrán en el tiempo porque trabajamos con buen papel. Las cámaras tienen la misma calidad que nuestras fotos. A veces salimos mal porque tenemos miedo a ellas. Uno primero está asustado, pero después de las tres oportunidades que ofrecen nuestras máquinas se recompone", expresa Betegón, que defiende la "intimidad, naturalidad e inmediatez" que otorga la cabina a los usuarios. "Los retratos muestran el crecimiento de una persona. Lo ideal es que la foto sea de hombros para arriba. El rostro es lo más representativo", manifiesta la portavoz de Tecnotron, convencida de que la fotografía "está más viva que nunca".
El ritual del fotomatón es sencillo: el cliente introduce las monedas, entra en la cabina y mira hacia la cámara. Se activa entonces el dispositivo de captación de imagen para su impresión en una película que carece de negativo. La máquina obtiene una serie de imágenes, o bien una única de la que se imprimen múltiples copias.
Junto a la señora de los buñuelos, el barman que sirve cócteles con ginebras premium, la fuente de chocolate y el servicio de retoque de maquillaje para las invitadas, ahora también el fotomatón trata de hacerse un hueco entre los atractivos que se proponen hacer de las celebraciones, especialmente las bodas, un evento más original.
Tras desbancar, en cierta medida, a los tradicionales estudios de barrio, las cabinas de fotografías instantáneas resurgen e intentan competir de nuevo en el mercado, aunque esta vez irrumpiendo en el terreno de las fiestas y eventos. Así, no es de extrañar que en los últimos años hayan proliferado las empresas que ofrecen el servicio de alquiler de máquinas expendedoras de retratos. Es el caso de www.mifotomaton, que opera desde 2010. Su director, Jorge López, considera que estos dispositivos "han vuelto para quedarse". "Hay un boom creciente que hace que aparezcan nuevas empresas. Se mejora mucho el servicio porque los clientes así lo exigen", afirma.
Entre las ventajas que ahora ofrecen destacan, según este experto, su capacidad y la rapidez de la impresión. "En el fotomatón ahora caben 8 ó 9 personas, según la pericia de los invitados. Ya no es la típica cabina de fotos. Se pretende que la celebración no caiga nunca en el olvido. Es un añadido a la fiesta y a la música", recalca.
La empresa ofrece, por un precio que oscila entre los 490 y los 650 euros, el atrezzo para disfrazarse y tres horas de diversión con una completa personalización de las fotos. El formato estrella es el de una tira doble de cuatro imágenes (una para los invitados y otra para el libro de firmas de los novios). Además, si el cliente lo desea, se proporcionan carpetas en redes sociales favoritas para compartir sus fotos.
También Promoclick se ha subido al carro de la moda del fotomatón en las bodas. "Nuestra cabina es la más pequeña del mercado y se puede llevar a cualquier parte. En 16 segundos están todas las fotos impresas", explican desde la empresa.
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