Una generación heroica 25 años después
La primera promoción de licenciados en Derecho de la Universidad de Málaga se reencuentra un cuarto de siglo después de haber conseguido su título
La primera clase de Derecho de Málaga se impartió en el aula magna de la Facultad de Medicina. Era ya enero de 1980 y el inicio del curso escolar arrastraba varios meses de retraso porque la institución tardaba en cerrar el cuerpo docente. Los alumnos le echaron un pulso a la Administración y se ganaron un espacio prestado y un puñado de profesores y catedráticos de Madrid, Granada y Sevilla. Así, Manuel Pérez, Antonio Ortega Carrillo de Albornoz, José Lorca Navarrete y Juan José Ruiz-Rico se desplazaban un día a la semana a Málaga para impartir su asignatura durante cuatro o cinco horas seguidas.
Eran más de 600 alumnos. Buena parte de ellos celebraron ayer el 25 aniversario de su licenciatura (1979-1984). Fue una "promoción heroica", "con un espíritu colectivo extraordinario", "solidaria" y "unida en un mismo proyecto", recordaba ayer el catedrático de Derecho Financiero y Tributario José María Martín Delgado, ex rector de la Universidad de Málaga y decano de la Facultad de Derecho tras la etapa transitoria del catedrático de Derecho Mercantil Antonio Pérez de la Cruz. También fueron el objeto de la experimentación en los inicios de una titulación a un año vista de la muerte de Franco.
La creación del título en la Universidad de Málaga atrajo a una multitud de alumnos que habían tenido que aplazar sus deseos de estudiar Derecho porque no podían desplazarse a otras provincias. Allí estaba, por ejemplo, José Gutiérrez, actual director del Centro de Iniciativas del Ocio de Mijas, entonces inspector de Educación que concluyó la carrera pero nunca llegó a vestir toga.
Por eso, la edad media de los alumnos superaba a la de los profesores. Diego Martín Reyes, que enseñaba entonces Derecho Internacional Público, recordaba ayer que tenía alumnos "con edad para ser mis padres". Era una generación "exigente, que no admitía improvisaciones, con delegados muy activos", rememoraba Martín Reyes quien admitía que la edad era un factor que "facilitaba la comunicación pero que también podía obstaculizar la autoridad".
Fueron aquellos alumnos los que plantaron a un profesor por incluir en un examen una pregunta fuera de temario y los que, a su vez, fueron plantados por Martín Delgado por haberse enfrentado al docente. Los mismos que llevaron la vitalidad universitaria a El Palo y al establecimiento del barrio más elogiado ayer: La Campana. Y los que ayer señalaban al fiscal Luis Portero, muerto en un atentado de ETA, como el mejor profesor que tuvieron en aquellos inicios.
Esta generación, en la que ya las mujeres tenían una presencia abultada aunque aún se veía lógico preguntar a una señora de 40 años por qué estudiaba Derecho, ha forjado profesores universitarios como Juan Muñoz o Diego Vera, fiscales como Fernando Bentabol, que empezó a preparar las oposiciones nada más recoger el título, el juez Aurelio Pares, ya fallecido, o letrados como Enrique Sierra, Antonio Checa, Esteban Herrera o Antonia Palomo.
El abogado Esteban Herrera recordaba ayer impactado uno de sus primeros días de clase cuando el catedrático Ruiz-Rico requirió a un estudiante de Monda que leyera el artículo 1 del Código Civil y, seguidamente, le pidió a otro catalán que hiciera lo propio. Después preguntó al alumnado quién le había parecido más culto. "De 600, 580 señalaron al catalán y durante un trimestre estuvimos trabajando sobre los tópicos y los prejuicios".
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