"Ya se habla de Málaga en los entornos culturales nacionales"
Este artista de Vélez-Málaga considera que "la apuesta por la cultura nunca llega tarde, lo malo es que hemos estado mucho tiempo sin pensar en ella" · No obstante, confía en la Capitalidad de 2016
Sobre el cerro de San Cristóbal se levanta la ermita de Los Remedios. En su interior una obra de mayor envergadura que la Capilla Sixtina de Miguel Ángel. Evaristo Guerra ha pintado 1.150 metros en sus paños, 300 más que el artista renacentista. Es la ermita transparente porque sus paños traslucen todo el paisaje que se divisa desde este lugar. Fue su descanso de niño y cuando se fue a Madrid pensó regalárselo a la patrona de Vélez-Málaga. Presentó bocetos al Obispado en 1994, el verano de 1995 se puso manos a la obra y hasta su finalización, 12 años después, pasó sus vacaciones pintando sus muros. Dice que es el legado a su pueblo: sus paisajes, sus monumentos y los oficios tradicionales que guarda en el recuerdo su retina. La reina Doña Sofía la tiene pendiente en su agenda en su próxima visita a Málaga.
-¿Qué siente bajo sus muros?
-He estado tan implicado en mi trabajo que no me he dado cuenta hasta que volví de Madrid para firmarlo. Entonces, me sorprendí. Cuando uno está inmerso en la creación no se da cuenta de la dimensión que tiene. Yo sólo quise plasmar mis vivencias de niño. cuando terminaba de ayudar a mi padre repartiendo el pan me sentaba a ver los montes y los atardeceres. El cerro ha sido la levadura de mi arte y me ha servido para enriquecerme en colorido.
-Llama la atención su transparencia, pero también el homenaje que hace a esos oficios perdidos, ¿considera que habría que recuperarlos?
-En Vélez-Málaga, por ejemplo, había un taller de alfareros que se han perdido y hacían unos cántaros bellísimo o los encajes de bolillos que hacían las mujeres en sus casas. Yo estoy luchando porque se retomen estos trabajos artesanales.
-En su casa eran 17 hermanos, sabe bien lo que es una familia, ¿se han perdido también esos valores?
-Es evidente que también se ha perdido mucho en las relaciones. Internet es una herramienta factible para muchas cosas, pero también ha dejado a la gente sin sueños. Sin sueños como el del niño que se ponía a los pies de la ermita a despedir el día. Esto ya no se hace, la gente ha dejado de hablar con la naturaleza.
-¿Cuándo cambia el cesto del pan por la caja de pinceles?
-Desde muy pequeño ya cogía los tebeos del Guerrero del Antifaz para copiarlos y en las páginas centrales de la libreta dibujaba con permiso del maestro. He sido pintor porque lo llevaba dentro, de hecho, cuando estoy una semana sin pintar me pongo enfermo, me falta algo.
-Y ha sabido crear una estética y un colorido fácilmente reconocibles.
-Eso es lo más importante para un pintor. Yo no me he propuesto pintar así. Yo cuando me iba a Madrid y venía estaba dentro del paisaje y no sabía verlo. Pero entonces un día descubrí esos atardeceres violáceos. Yo no los inventé, estaban ahí y los recreo a mi forma. Entonces hice algo nuevo y fue cuando gané la I Bienal Blanco y Negro, y de ahí a estar en las mejores colecciones.
-¿Hay mucho coleccionista en España?
-Hay muchos, pero antes había muchos más. Ahora también hay muchas academias y escuelas que promocionan a sus alumnos con exposiciones que luego se reparten por todas partes. Pero los amantes del arte en Málaga superan la veintena.
-¿Porqué se va a Madrid?
-Yo tenía 19 años y una necesidad urgente de conocer el Museo del Prado. Veía los cuadros en los libros de la biblioteca pero necesitaba ver la obra de El Greco al natural, Las Meninas de Velázquez, a Goya y a los grandes maestros. Luego gané algunos premios provinciales pero quería conquistar Madrid. Eran unas fechas muy bonitas para ir a El Retiro a dibujar. Me fui con 300 pesetas en un camión de verduras y aunque no pasé necesidades sí me acordaba de lo bien que vivía en Vélez-Málaga en el cine o en los guateques. Pero tenía la ilusión de ver las grandes exposiciones que antes sólo se podía en la capital. Hoy, afortunadamente, por Málaga pasan muchas de ellas.
-Desde el punto de vista cultural, ¿como se ve Málaga desde la capital?
-Muy interesante. Málaga cada vez resulta más atractiva para la gente interesada en el arte. Cada vez llegan más exposiciones importantes al Centro de Arte Contemporáneo, tenemos el Museo Picasso y esperamos que pronto sea de una vez realidad el Museo de Málaga y dejen los cuadros de estar amontonados en La Aduana. El triángulo cultural que se quiere hacer con el nuevo proyecto del Museo Thyssen será un gran revulsivo para la ciudad. Algo ya se está viendo cuando ves a la gente subiendo por la calle Granada buscando el Museo Picasso. Plaza de la Constitución, La Merced o el Teatro Cervantes, todos ellos son entornos culturales de los que ya se habla en Madrid. No podemos olvidar, el gran impulso que para esto ha supuesto el AVE.
-Málaga 2016: capital cultural europea, ¿cree entonces que la ciudad tiene posibilidades?
-Málaga tiene todos los pilares para optar a ella. Es una ciudad con encanto, un clima maravilloso y con muchas posibilidades culturales sobre las que cada vez se apuesta más.
-Desde su punto de vista, ¿dónde se debería poner el acento?
-En el Museo Picasso, el futuro Thyssen y en la ciudad. Tampoco debemos olvidar la provincia: el color de la Axarquía, la belleza de Ronda o la monumentalidad de Antequera.
-Está convencido de que el Thyseen es necesario para una ciudad como ésta.
-Es muy importante que esté en Málaga y que esté con una representación de pintores de la tierra. Ya ha habido algunos contactos, de hecho, se ha interesado por una colección de 30 cuadros que yo hice llamada La luz de Andalucía.
-Sobre el Museo Picasso, ¿qué le parece la llegada en octubre de José Lebrero como nuevo director?
-Me gusta. Es una persona joven con muchas inquietudes que es lo que necesita el mundo del arte. Hace falta gente preparada que ponga todavía más en valor la obra y todo lo que rodea al museo sobre todo pensando en el 2016. Es un buen fichaje. Yo soy un gran admirador de Picasso. Es uno de los grandes del mundo y de todas las épocas. Creo una forma y un sentimiento imposible.
-Los responsables municipales, ¿han entendido tarde que el turismo está también en la cultura y no sólo en el sol y la playa?
-Seguro. En Vélez-Málaga llevamos luchando por un museo muchos años. Ahora ya parece que está en marcha el proyecto en la calle Félix Lomas. Málaga recibe muchos visitantes a los que hay que ofrecerles algo más que playas. También hay que saber mostrarlo a los touroperadores. No obstante, la apuesta por la cultura nunca llega tarde, lo malo es que hemos estado mucho tiempo sin pensar en ella.
-En tiempos de crisis, ¿el arte es un bien y un ocio prescindible?
-Claro que los artistas notamos también los tiempos de crisis. El ocio es lo primero que aparta, la gente puede vivir sin él, no sin pagar la hipoteca o sin comer. Luego también hay otro tipo de amante del arte como son los coleccionistas que si siguen comprando y manteniendo a sus pintores favoritos y buscando otros nuevos. Ellos son quienes les dan vida.
-¿No están invirtiendo ahora los ayuntamientos en patrimonio?
-Ahora poquito. Tienen muchas ideas, pero sin dinero. Yo de todos modos he vendido poco a organismos oficiales mi gran obra está en los grandes coleccionistas del país. La última ha sido la Duquesa de Alba que ha adquirido cuatro cuadros. Para mí es muy importante que valoren y comprendan ese estilo que yo he creado. El mayor orgullo de un artista es ser reconocido en vida. A los jóvenes siempre les recomiendo paciencia, yo he esperado una vida entera delante del caballete y de los colores.
-¿Se está ayudando a que los nuevos talentos tengan un sitio en el panorama artístico?
-Hay de todo, pero siempre es bueno que se les de su valor. De todos modos, la historia pone a cada uno en su sitio. Es como lo que ocurre con los cantantes que salen de concursos de televisión: cuando pasa la vorágine se olvidan. En pintura hay que ser constante y no engañarse nunca a uno mismo. Uno es lo que vive, uno es lo que ve.
-¿En qué proyecto anda ahora inmerso Evaristo Guerra?
-Estoy preparando una exposición antológica para el Museo Municipal. Tengo mucha ilusión porque se conoce a Evaristo Guerra y el paisaje, pero tengo muchas otras obras. En muchas he eliminado la figura porque el hombre existe, se ve sin ponerlo. Los figurantes de primera época o los retratos no los conoce Málaga.
-Ha sido cartelista de Feria y de la Semana Santa, ¿con cuál se queda?
-Los dos temas son muy bonitos pero a mí me encanta la Semana Santa. Es más íntimo y son un enamorado de ella. Pinté al Sepulcro paseando por la Alameda porque me impresionó muchísimo cuando lo vi la primera vez.
-¿Cumplen los carteles la función para la que fueron creados?
-Se hacen bien, pero pierden su esencia cuando existen tantos. Debería de existir el oficial de Semana Santa que es el que se encarga de anunciar esta celebración, y no decenas de ellos en los escaparates que muestran triduos, traslados o salidas de cada una de las cofradías. Cada una hace su propio cartel y le quita protagonismo al verdadero cartel amontonándose en las calles.
-¿Es la Axarquía tierra de pintores?
-Posiblemente, como Ronda cuna de toreros. Es la luz. Da igual la estación del año en la que se mire el paisaje. Eso inconscientemente tiene que dar pintores. Es una sensibilidad. Las montañas son como hembras preñadas que dan artistas por estos campos.
-¿Se siente profeta en su tierra?
-Mucho, y los piropos más bonitos me los han dicho en mi pueblo delante de la Virgen de esta ermita. Me emociona mucho lo que me dice la gente y que me agradezcan lo que yo he hecho aquí. Es lo más emocionante para un pintor que el pueblo llano te dé las gracias.
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