Halloween echa raíces en Málaga: imposible de ignorar
De los barrios al centro, la ciudad se viste y se tiñe con sus galas más terroríficas en una fecha ya marcada en el calendario
Una treintena de conciertos llegan a Málaga en noviembre: artistas, fechas y entradas
La noche de Halloween ya no es solo una cita importada: es, para Málaga, una fecha más del calendario festivo. Las calles se llenan de telarañas artificiales y luces moradas, los escaparates se disfrazan con calaveras y murciélagos, y en los barrios, los niños recorren las puertas con el clásico “¿truco o trato?” como si se tratara de una tradición de toda la vida. Lo que hace años parecía una curiosidad extranjera hoy es un ritual malagueño más, una excusa para salir, reírse y asustarse un poco antes de que llegue noviembre.
Por las calles del centro, la estampa es diversa y a la vez universal. Brujas y vampiros caminan junto a esqueletos pintados y demonios de rojos cuernos. Entre ellos se cuelan figuras más recientes: un Joker con el maquillaje corrido, una pareja con los monos rojos de La Casa de Papel, y varios grupos de jóvenes con las inquietantes máscaras luminosas de La Purga. En la ciudad, los clásicos de siempre conviven con los iconos del cine contemporáneo, mezclando géneros y generaciones en una misma noche de disfraces.
A pesar del ambiente, la calle Larios —esa pasarela de todas las celebraciones— no está tan desbordada como en otras fiestas. El turismo, omnipresente, diluye parte del espíritu local. Se ven grupos dispersos de chavales maquillados, alguna familia completa disfrazada de Mickey y Minnie Mouse, y hasta un perro con capa y alas de muercielago, arrancando sonrisas entre los paseantes. Pero la verdadera fiesta late en los barrios: en El Puerto de la Torre, en Huelin, en Ciudad Jardín, en Churriana, donde los pequeños se agrupan con linternas y cubos de plástico, llamando puerta por puerta en busca de caramelos y sustos.
Los comercios también se han rendido al embrujo. Panaderías con telarañas en las vitrinas, tiendas de ropa que exhiben esqueletos colgantes, bares que sirven cócteles con nombres macabros. Halloween ya no necesita explicación: se ha convertido en un folclore global, y Málaga lo celebra con esa mezcla de improvisación y alegría.
El Muelle Uno y la Plaza de la Marina, por su parte, son un continuo desfile de personajes: desde adolescentes que aprovechan cualquier esquina para hacerse fotos hasta quienes buscan asustar a los despistados que caminan distraídos mirando el móvil. Entre risas y gritos, la noche avanza con una energía festiva, sin grandes sobresaltos pero con el encanto formar una festividad compartida.
Y, sin embargo, este Halloween tiene también un eco de memoria. Justo hace un año, Málaga guardó silencio en esta misma fecha. La DANA que arrasó buena parte del país dejó más de un centenar de víctimas, y el Ayuntamiento decidió entonces clausurar todos los actos festivos en señal de luto. Fue una noche sin sustos, sin risas, con velas y minutos de silencio en lugar de máscaras y caramelos.
Más allá de su origen, Halloween en Málaga ya es un reflejo de lo que somos: una ciudad que adopta, adapta y celebra. Un nucleo que convierte cualquier tradición, venga de donde venga, en una excusa para compartir la noche. .
También te puede interesar
Lo último