La hazaña malaspina
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Un equipo de expertos en ecología marina de la Universidad de Málaga estudiará el tamaño de las microalgas durante el viaje que comenzará en noviembre en Cádiz y se prolongará nueve mesesDoscientos cincuenta investigadores circunnavegarán el globo en una expedición que recrea el viaje científico del marino ilustrado para explorar la biodiversidad del océano y evaluar el impacto del cambio climático
EL 30 de julio de 1789 el capitán de fragata de origen italiano Alejandro Malaspina partió del puerto de Cádiz al frente de las corbetas Descubierta y Atrevida en la que posiblemente ha sido la más fabulosa aventura científica de la historia española. Empujado por el espíritu ilustrado y con 204 hombres a bordo, recorrió durante cinco años las posesiones del mayor imperio del planeta del siglo XVIII. La gloria de su gesta se desvaneció pronto. La monarquía absolutista y el valido Manuel Godoy no vieron con buenos ojos las propuestas reformadoras que propuso para las colonias. Fue acusado de conspiración y confinado en el castillo de San Antón, en A Coruña. Después fue desterrado. Para no dejar nada al azar su obra quedó oculta en la cara oscura de la Historia.
Ahora, cuando se cumplen 200 años de la muerte de Malaspina, se ultiman los detalles de otra expedición científica nacida con vocación de hacer historia y con la doble misión de reivindicar la figura del capitán de fragata y articular las ciencias marinas en España.
La Expedición Malaspina partirá en noviembre también del puerto de Cádiz con 250 científicos españoles a bordo que forman parte de 27 grupos de investigación que forman parte de 19 centros (institutos del Consejo Superior de Investigaciones Científicas, universidades y Armada). Otro centenar de investigadores pertenecen a entidades extranjeras entre las que figuran la NASA, la Agencia Aerospacial Europea e institutos oceanográficos de medio mundo.
Durante nueve meses la expedición, a bordo del buque científico de la Armada Hespérides y del Sarmiento de Gamboa del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), que sólo hará la ruta colombina entre Cádiz y Miami (Estados Unidos), recorrerá 42.000 millas náuticas, recogerá 70.000 muestras en 350 estaciones, algunas a profundidades de más de 5.000 metros y necesitará 5.500 gigas para almacenar los datos que recopile.
La expedición, subtitulada Cambio global y exploración de la biodiversidad del océano, coordinada por Carlos Duarte del Instituto Mediterráneo de Estudios Avanzados, dependiente del CSIC, cuenta con un presupuesto de 6 millones de euros, aportados principalmente por el Ministerio de Ciencia e Innovación con cargo al programa Consolider, aunque también colaboran en el proyecto la fundación BBVA, el CSIC, el Gobierno vasco, la fundación Azti y las universidades de Cádiz y Granada.
Entre los 27 equipos de investigación que viajarán a bordo del Hespérides figuran miembros del grupo de Ecología Marina de la Universidad de Málaga (UMA), que dirige el catedrático Jaime Rodríguez. El profesor Enrique Moreno Ostos es el encargado de coordinar los trabajos que realizará la universidad malagueña para establecer una estructura de la comunidad fitoplanctónica en función de los tamaños de estas microalgas.
Los océanos son responsables de la mitad de la fijación biológica de dióxido de carbono que se produce en el planeta. Ni siquiera la fotosíntesis o proceso de transformación del CO2 que se produce en la fabulosa masa verde del Amazonas alcanza semejante volumen. Esta capacidad es responsabilidad del fitoplacton, comunidades fotoautotróficas que producen su propio alimento al captar este gas considerado el principal responsable del efecto invernadero para convertirlo en alimento.
Enrique Moreno Ostos precisa que existe una relación directa entre el tamaño de los organismos fitoplactónicos y determinadas características como su capacidad para captar nutrientes, la sensibilidad a las radiaciones lumínicas, sus tasas de crecimiento y la respuesta que tienen ante la hidrodinámica del sistema.
Sin embargo, estas comunidades de microalgas poseen una gran variedad de tamaños. El organismo más pequeño (Prochlorococus) mide entre 0,2 y 2 micras. Sin embargo, el más grande (Trichodesmium), también es una oceanobacteria pero de 10 micras elevadas a cuatro. Si se tratara de metros se trataría de la diferencia que existe entre un pequeño pez y la isla de Manhattan.
El equipo malagueño que embarcará en el Hespérides durante la expedición Malaspina parte de la hipótesis de que el tamaño determina el comportamiento de las microalgas para captar carbono, porque se ha comprobado que las más pequeñas captan mejor los nutrientes y son más sensibles a la luz.
A partir de esta premisa quieren determinar un "espectro de tamaños: establecer un modelo simple que analice cómo se distribuye la abundancia de fitoplacton en función de los diferentes tamaños de los organismos que lo componen". Una vez que se defina esa estructura entrará en escena un equipo de investigación de la Universidad de Vigo interesado en estudiar la producción primaria (uso de la luz para a través de un proceso de fotosíntesis transformar el CO2 en materia orgánica) en cada tamaño y cómo cada variedad fija el dióxido de carbono.
La labor conjunta de ambos grupos hará posible conocer las características de la comunidad fitoplanctónica desde el punto de vista de su envergadura en el océano global y su potencial para fijar el CO2. La travesía se ha dividido en tramos. El equipo malagueño recorrerá los que separan Ushuaia (Tierra de Fuego, Argentina)-Ciudad del Cabo (Sudáfrica)-Perth (Australia)-Sidney (Australia)-Honolulu (Estados Unidos).
Durante aquellas etapas en las que no están a bordo del Hespérides colaborarán en la recogida de muestras expertos del Instituto de Ciencias Marinas del CSIC con sede en Cádiz y del Instituto Mediterráneo de Estudios Avanzados, que se ubica en Mallorca. Moreno Ostos resalta que España tiene un gran potencial científico en las ciencias marinas, sin embargo, los equipos hasta ahora habían trabajado "desagregados". La expedición Malaspina es una oportunidad única para articular estos conocimientos y, aunque cada grupo mantenga su línea propia de trabajo, darle un horizonte común.
Las diferentes investigaciones que se realizarán durante los nueve meses de travesía se organizan en 11 bloques que comprenden desde el estudio de los cambios en las propiedades físicas del océano, su biogeoquímica, las deposiciones atmosféricas y de contaminantes orgánicos, la diversidad microbiológica del océano o estudios sobre óptica, fitoplacton, producción y metabolismo y el papel del zooplacton. Además, se ha previsto otro bloque temático centrado en la figura de Alejandro Malaspina y la labor política que acompañó su misión por las posesiones de ultramar.
La expedición Malaspina también tiene una faceta formativa que se desarrollará a bordo del Sarmiento de Gamboa convertido en buque escuela durante su ruta colombina para alumnos de posgrado. El trabajo científico de los expedicionarios se completa con una recogida de muestras "para generaciones futuras", precisa Enrique Moreno Ostos, que se mantendrá selladas hasta 2040. "Serán cápsulas del tiempo que permitirán a investigadores futuros establecer comparaciones sobre la evolución del océano e, incluso, someterlas a nuevas pruebas con tecnologías que aún no se han desarrollado y que podrán tener nuevas capacidades".
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