El hechizo moruno conquista la ciudad
TETERÍAS
Hace unos años parecería imposible que los malagueños sustituyeran sus queridos cafés de después de la comida por tés, más propios de otras culturas como la india, la marroquí o incluso la inglesa. Pero ya es un hecho, estas hierbas repletas de propiedades han encandilado a una gran multitud de personas y por ello, cada vez surgen más teterías nuevas, a la vez que las más tradicionales amplían sus cartas, ofreciendo una exótica variedad de estos productos.
La Tetería, situada en calle San Agustín, fue la primera de Málaga. Surgió hace casi 19 años como una apuesta de tres jóvenes amantes del té que pensaron en traer a su ciudad una tradición que ya estaba arraigada en Granada. Desde el comienzo fue todo un éxito, "el boca a boca fue funcionando, abrimos sin terraza y hasta la gente nos la pidió. A los cinco meses ya empezaron a abrirse más teterías", declara con orgullo Alejandro Camacho, uno de los propietarios del local.
Tanto ha sido el triunfo de La Tetería desde entonces que se ha abierto una tienda en su interior para poder vender los cientos de tés e infusiones que en ella se consumen. El que más fama cosecha es el té marroquí, elaborado a partir de hierbabuena y té verde; aunque cada vez son más los curiosos que se deciden a probar auténticas rarezas llenas de sabor.
La rosa de té, compuesta por ramas de té blanco trenzado que se abre al contacto con el agua, el té verde en polvo japonés llamado Matcha o el Lapsang Souchong, que se trata de té ahumado son algunas de las delicatessen que se pueden encontrar en este antiguo establecimiento. Pero si lo que se busca es una tetería en la que respirar historia, esa es El Harén, situada en la calle Andrés Pérez, junto a la Plaza de los Mártires. Se trata de un edificio del siglo XVII, organizado entorno a un patio andalusí. Es una de las teterías más amplias, cuenta con dos plantas distribuidas en seis habitaciones.
En este peculiar recinto podemos encontrar todo tipo de reliquias: bancos formados por la madera de viejas vías de tren, postes antiguos de electricidad que hacen de columnas, paredes y suelos originales de la época. Todo un museo mezclado con la hostelería. Además, El Harén no solo se considera ya una tetería, sino que se ha convertido en un recinto en el que desarrollar todo tipo de manifestaciones culturales. Cada día de la semana se puede disfrutar de una actividad diferente como puede ser cuentacuentos, danza del vientre, magia o juegos como el trivial. Asimismo, cada mes las paredes del establecimiento cuentan con una exposición distinta de óleos, cuadros, carteles o camisetas; todos elaborados por la gente. "No ponemos límites a ningún arte, le damos la oportunidad a todo el mundo de mostrarlo por igual, sin que tenga que pagar nada por situarlos aquí", explicó Zuber, el encargado del local.
Otra de las teterías que ofrecen una gran oferta de actividades se trata de la Zoúk, en la calle García Briz, que acoge a una multitud de cantautores que llenan de magia las veladas. Tomar uno de los deliciosos zumos Tuareg, cargado de frutas naturales, o un batido de frutos secos puede convertirse en un momento mucho más placentero si lo acompaña una buena guitarra acústica.
La Zoúk, famosa por su gran amplitud, cuenta con dos grandes salas divididas a su vez en diferentes habitáculos decorados con estilos árabes. En esta tetería destacan los crêpes salados, en cuya elaboración fue pionera, como informa su propietario Javier Fernández. De roquefort, mixto o de queso, son algunas de las irresistibles recetas que ofrece.
Pero, para los que no terminan de ser grandes aliados del té, siempre quedarán cafeterías tradicionales en Málaga como es el caso del Café de l'abuela, un lugar de apariencia retro que recuerda a los cafés propios de las ciudades europeas. Sus mesas formadas por antiguas máquinas de coser llenan el aire de nostalgia.
"Nuestra seña de identidad siempre ha sido el buen café", destaca el encargado Joaquín Zaragoza. En este lugar nunca puede faltar un buen capuccino con crema de leche, el café irlandés o el blanco y negro. Además, los más atrevidos tienen el café de la abuela, elaborado con Baileys.
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