Unos 50 hombres están en rehabilitación en Málaga por 'chemsex'
El uso de drogas para sesiones prolongadas de sexo puede acarrear una adicción a las sustancias estupefacientes
Algunos acaban con trastornos depresivos y enfermedades venéreas
El desconocido mundo del ‘chemsex’ y su “aumento exponencial”

El chemsex consiste en el consumo de drogas para tener relaciones sexuales más intensas, placenteras y duraderas en sesiones que pueden prolongarse desde unas horas a varios días, con una pareja o en grupo. Se da entre gays y hombres que tienen sexo con hombres. El término chemsex, del inglés, es la fusión de las palabras chems (derivada de chemicals, como alusión a las drogas) y sex (sexo).
El problema de esta manera de tener relaciones sexuales es que en el camino hay algunas personas que pueden desarrollar una adicción a las sustancias o contraer enfermedades venéreas porque bajan la protección. Es decir, acabar con un problema de salud.
De hecho, unos 50 hombres usuarios de chemsex están en la actualidad en tratamiento en el Centro Provincial de Drogodependencia (CPD) de Málaga para dejar su adicción. Todos son varones y por lo general de estatus social medio alto. No son muchos, si se comparan con las alrededor de 4.500 personas atendidas cada año en este dispositivo con cuatro décadas de historia. “Pero es un volumen importante y va en aumento”, advierte su director, Juan Jesús Ruiz. No obstante, aclara que no todos los que practican chemsex desarrollan un problema de salud o una adicción.
Hay asociaciones –entre ellas Apoyo Positivo– que informan a los usuarios de este tipo de sexualidad de sus riesgos y de cómo minimizarlos a todos los niveles. Esta organización tiene una sede en Torremolinos, que es uno de los destinos gays por excelencia de España. A esto achaca Ruiz que Málaga sea la provincia de Andalucía que más usuarios de chemsex tenga en tratamiento en centros de drogodependencia.
Las sustancias que se emplean para potenciar y prolongar el disfrute sexual en las sesiones de chemsex superan la decena. Éxtasis, mefedrona, metanfetamina, GHB, sildenafilo (Viagra) o cocaína son algunas de ellas.
Drogas a las que algunos de sus consumidores acaban enganchándose, más allá del uso recreativo para el sexo. A la hora de apoyar y ayudar a estas personas, el CPD y Apoyo Positivo trabajan de forma coordinada.
Ruiz explica que quienes acaban desarrollando una adicción suelen ser casos complejos. Muchos, al ser gays, han sufrido en su infancia bullying, acoso, maltrato e incomprensión. “Su vida no ha sido nada fácil porque ser diferente se paga”, puntualiza Ruiz. Además de llegar al CPD por su adicción a las drogas –porque con el tiempo algunos se terminan enganchando a las sustancias–, a veces presentan trastornos depresivos o brotes de enfermedades mentales porque los estupefacientes precipitan cuadros latentes de trastornos psiquiátricos. Y para añadir más complejidad a estos casos, hay algunos que sufren patologías venéreas porque en las sesiones de chemsex se olvidan de protegerse con preservativo. Por eso Ruiz resume que “es un fenómeno creciente” que genera importantes problemas de salud y adicción.
Para que se entienda el problema, el facultativo habla de tres etapas. Una primera en la que las drogas se emplean para potenciar el disfrute sexual, pero que son secundarias. Una segunda en la que la importancia entre sexo y estupefacientes se equilibran. Una tercera en la que ya priman las drogas y en la que se suele llegar al consumo intravenoso de sustancias.
No todos los usuarios del chemsex llegan a este último nivel. Pero Ruiz apunta: “Aunque inicialmente lo importante es el disfrute sexual, luego se enganchan a sustancias y las consumen sin sexo”.
La pregunta es cuándo esta práctica sexual se convierte en problema. “Cuando condiciona la vida por el consumo o por el tipo de sexualidad”, sostiene Ruiz. El facultativo recuerda que todas las drogas son tóxicas y que el alcohol, aunque esté socialmente aceptado, también lo es. “¿La gente cómo liga? Con una copa delante. Pero no por consumir una caña, un sábado, en una terraza se es un drogadicto. El problema no es el uso de drogas, sino qué uso se hace de esas drogas”, matiza.
Otro problema es que después de sentir más, rendir más, durar más y disfrutar más en las relaciones sexuales gracias a los estupefacientes, hay usuarios de chemsex a los que la sexualidad normal “se les queda corta”. Algunos vuelven a ella, pero para otros no es suficiente y también acaban enganchados al tipo de sexualidad del chemsex.
Jornadas en el Colegio de Médicos para abordar un fenómeno en aumento
Una jornada sobre chemsex que tiene lugar este jueves en el Colegio de Médicos de Málaga pretende acercar a los profesionales sanitarios a este fenómeno que va en aumento. El objetivo del encuentro –organizado por la farmacéutica Gilead y coordinado por el área de Enfermedades Infecciosas del Hospital Clínico– es aportarles información para que sepan cómo afrontarlo y qué recursos hay para tratar a los usuarios de chemsex.
Es la segunda reunión multidisciplinar sobre este asunto y tendrá lugar a partir de las 17:00, en la sede de calle Curtidores. El coordinador del encuentro es el infectólogo del Clínico Jesús Santos. Participarán en la jornada Sebastián Díaz, médico forense del Instituto de Medicina Legal; Juan Jesús Ruiz, director del Centro Provincial de Drogodependencia; Juan Francisco Cabrera, técnico de la asociación Apoyo Positivo; Elma Avanesi, psiquiatra del Clínico; y Cristina Gómez, infectóloga también de ese hospital. Para participar, es necesaria la inscripción.
Consejos para minimizar riesgos
Las aplicaciones de citas son unas de las razones que propician el incremento del chemsex. Porque facilitan múltiples contactos en poco tiempo y con desconocidos. Los profesionales consultados no juzgan esta forma de sexualidad, sino que insisten en la importancia de que sus usuarios conozcan los riesgos y tomen las precauciones para minimizarlos. Por ejemplo, el uso de drogas no sólo desinhibe y aumenta el disfrute a la hora de las relaciones sexuales. También baja la percepción de riesgo respecto al contagio de infecciones venéreas o el umbral de dolor. Por eso, los consejos que dan a los usuarios de esta práctica es usar preservativo, tomar la profilaxis del VIH-sida (PreEP), hacerse chequeos periódicos de infecciones de transmisión sexual, vacunarse contra la hepatitis A, B y C, la viruela del mono y el virus del papiloma humano (VPH).
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