El hospital marino registra récord de tortugas heridas este verano
El fenómeno no se repetía desde 2001 y se debe al boom larvario de un parásito que se adhiere a su cuerpo y no le deja nadar
El Centro de Recuperación de Especies Marinas Amenazadas (Crema) de Málaga ha registrado este verano récord de pacientes. Medio centenar de tortugas bobas han aparecido varadas entre la costa granadina de Motril y el municipio malagueño de Marbella por un curioso fenómeno que no se repetía desde 2001.
Todas ellas, jóvenes y de pequeño tamaño, aparecieron en la costa con evidentes signos de debilitamiento por la poca movilidad que les permitían las grandes cantidades de lo que los pescadores llaman escaramujos que traían adheridas por todo su cuerpo. Es decir, una especie de costra formada por larvas de origen marino que se alimentan del agua del mar y que se forman sobre superficies duras como las rocas, el caparazón de los mejillones o el fondo de los barcos.
Aparecieron con esa costra en el caparazón, en las aletas y hasta en la cabeza, lo que según el director del crema, José Luis Mons, "les impide prácticamente nadar y alimentarse". Poco a poco van debilitándose y enfermando hasta que terminan arrastradas por las corrientes y llegando a la costa en un lamentable estado.
Lo bueno es que todas han respondido bien a los cuidados prestados por los miembros del Crema, que ayer soltaron a 14 de ellas en la bahía de Málaga entre tres y cuatro millas de la costa para que puedan coger a tiempo las corrientes atlánticas que las llevarán a pasar el invierno a las aguas cálidas de Florida.
Pero aún quedan otras 19 tortugas en las instalaciones del hospital marino a la espera de que se recuperen por completo antes de volver a su hábitat natural. "Este mes todavía podremos soltar a algunas de ellas, pero las que no se recuperen antes permanecerán en el Crema hasta la próxima primavera", explicó Mons.
Los cuidados que reciben allí para quitarles la enorme carga que traen adherida consiste en meterlas en agua dulce un par de días para que se mueran los parásitos que tienen adheridos, y después tratarlas con antibiótico y curar las graves heridas que les provocan en la piel.
Lo mismo que está pasando ahora ocurrió en 2001. Ese año, el Crema recogió hasta 174 tortugas bobas en todo el litoral andaluz con los mismos síntomas y solamente entre los meses de mayo y noviembre. No está claro a qué puede responder este fenómeno, pero se cree que en las corrientes marinas en las que se desplazan las tortugas de menor edad -las adultas se mueven en corrientes distintas- se ha producido un boom larvario debido a las condiciones del agua del mar.
En esta ocasión, la mayoría de las tortugas varadas aparecieron entre julio y agosto, y ya en septiembre el número comenzó a descender. Muchas llegaron a la misma orilla malheridas e incapaces de nadar.
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