Un hotel con medio siglo de historia
El hotel AC Málaga Palacio cumplió ayer 50 años con un acto al que acudieron medio millar de invitados. Reyes, políticos, artistas o deportistas han pasado por sus 214 habitaciones.
El hotel AC Málaga Palacio, el más emblemático de la capital e historia viva de la actividad política, artística o deportiva de esta ciudad, cumplió ayer 50 años y lo hizo acompañado de medio millar de invitados, entre los que se encontraban el consejero de Turismo, Francisco Javier Fernández; el alcalde de Málaga, Francisco de la Torre; el presidente de la Diputación de Málaga, Elías Bendodo; o el propietario de la cadena AC, Antonio Catalán, entre otros numerosos representantes turísticos y sociales de la Costa del Sol.
"Es muy emocionante porque me ha tocado inaugurar muchos hoteles pero nunca había estado rememorando 50 años porque los hoteles que hemos cogido han sido casi siempre nuevos", comentó Catalán, quien agradeció el trabajo de todo su equipo. El consejero de Turismo, por su parte, destacó que este aniversario "es un ejemplo claro de la evolución del turismo en Andalucía y la Costa del Sol, de una excelencia, de una empresa que ha sabido reinventarse, innovar, que ha vivido momentos menos buenos y que ha sabido estar a la altura". "Málaga ha sabido hacer un producto turístico muy potente y este es uno de los puntos más representativos", añadió Fernández,
El Málaga Palacio abrió sus puertas el 1 de septiembre de 1966, dos semanas antes de lo previsto porque se celebraba en Málaga un campeonato de rallys y no se quiso desaprovechar la oportunidad de captar los primeros clientes. El establecimiento fue promovido por la familia Portillo -los propietarios de la cadena de autobuses- para diversificar sus negocios y, si bien ya nada tienen que ver con el hotel, la apuesta fue exitosa como demuestra el hecho de que haya cumplido medio siglo de vida y tenga una salud de hierro.
A finales de los 60 el centro histórico de Málaga apenas tenía repercusión turística. Torremolinos pertenecía a la capital y allí se abrían la mayoría de establecimientos y se contaban los turistas por decenas de miles. De hecho, en la ciudad como tal solo había, de cierta categoría, el hotel Casa Curro y el hotel Las Vegas. Precisamente ese año cerró el Miramar, que había sido una enseña, y justo volverá a abrir sus puertas en este 2016. El Málaga Palacio quiso cubrir el hueco dejado por el Miramar y se lanzó a la aventura de alojar turistas con la categoría de cinco estrellas gran lujo.
Tenía 223 habitaciones y, tras algunas reformas, ahora posee 214. La última se ha efectuado este mismo año, coincidiendo con la onomástica. La cadena ha invertido tres millones de euros en un lavado de cara integral de todas las estancias, cambiando desde el parqué hasta las camas o los televisores. La España de 1966 no tenía nada que ver con la actual. En pleno franquismo, el país quería dar una imagen moderna y eso se trasladó a la arquitectura. El Málaga Palacio fue un ejemplo. Habitualmente se ha criticado que su altura oculta la vista de un lateral de la catedral, pero en aquella época su fisonomía fue revolucionaria, ganando incluso varios premios de arquitectura. La construcción del hotel permitió, a su vez, regenerar una zona que, pese a estar en pleno centro, estaba en decadencia.
Sus primeros clientes fueron familias adineradas que se alojaban durante 15 ó 20 días y que venían con chófer. Don Juan Carlos y doña Sofía fueron clientes en los años 70 cuando eran príncipes y, 25 años después, ya como Reyes, repitieron. El actual monarca Felipe VI y su esposa Letizia también han pernoctado en este local. La familia real saudí o un hijo del rey de Qatar han pasado por sus estancias, pero el Málaga Palacio se ha hecho famoso por la continua presencia de artistas, toreros o deportistas.
Raphael, Rocío Jurado o Isabel Pantoja lo utilizaban como cuartel general en sus galas durante los veranos y el torero Antonio Ordóñez tenía prácticamente una oficina. Cuenta su actual director, Jorge González, que los nietos del torero Fran y Cayetano Rivera daban pases con las toallas por los pasillos.
Los Reyes de España, los ex presidentes de España y Francia José María Aznar y Francois Miterrand, u once ministros de sanidad europeos se han reunido en la sala de juntas de una de las tres suites de las que dispone el hotel. Pero al gran público le llama más la atención las visitas habituales de los jugadores del Madrid o el Barcelona, así como de otros equipos de primera división. Aún se recuerda la fiesta que había en las habitaciones en 2007 con motivo del partido benéfico que tuvo lugar en Málaga entre Amigos de Ronaldo y Amigos de Zidane. Numerosos equipos de baloncesto españoles y hasta los Memphis, que jugaron en Málaga en 2007, pasaron por aquí. De hecho, hubo que hacer un esfuerzo para encontrar camas extralargas de hasta 2,10 metros. También es habitual ver a grandes grupos de fans arremolinados en las puertas del hotel para ver a alguno de los actores que acuden cada año al Festival de Cine Español.
No todo ha sido gloria. Entre mediados de los años 80 y 90 los propietarios frenaron inversiones, se eliminó el restaurante, se despidió a parte del personal y el hotel pasó de cinco a tres estrellas. La familia Portillo le encargó al hotelero Miguel Sánchez reactivar el establecimiento y lo subió hasta las cuatro estrellas, siendo finalmente adquirido por AC Hoteles en 1998. Se reformó completamente y se reinauguró en 1999 bajo la categoría cuatro estrellas Grand Class. Antonio Catalán, propietario de AC, fue ayer uno de los que sopló las velas de este mítico establecimiento que, pese a que la competencia es feroz por el tirón turístico de Málaga capital, aún tiene mucho que decir.
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