No hay imposibles

Malagueños de hoy | Alberto Díaz

El malagueño fue nombrado MVP de la final de la Eurocup ganada en Valencia

Desde los seis años está en Los Guindos y finaliza su carrera de INEF

La intervención de Alberto Díaz
José Manuel Olías

Málaga, 31 de diciembre 2017 - 06:30

Alberto Díaz apenas se tenía en pie cuando iba a ver jugar a su hermano Ernesto, cuatro años mayor. Ernesto llegó a ser internacional con España y tuvo minutos en LEB con el Clínicas Rincón, pero optó por los estudios cuando llegó el momento de elegir. Alberto (Málaga, 1994) rompió el molde. Cada día iba andando desde San Carlos hasta el pabellón, es Los Guindos pata negra porque desde los seis años entrenaba con los equipos de la EBG. Si hubiera que construir un modelo de niño que transita desde la factoría cajista hasta el Carpena, Díaz ahorraría el trabajo. No es un jugador tocado por la varita del talento, su baloncesto es otro. Defensa, entrega, hacer mejores a los demás. Pero le valió para ser el MVP de la final de la Eurocup, el cuarto título conquistado por la historia del Unicaja en sus recién cumplidos 40 años. Se cerraban 11 años sin alzar un trofeo.

Alberto cumple también el perfil de abnegado estudiante que compatibiliza baloncesto y libros. El mismo año que fue MVP continental acabó la carrera de INEF a la espera del visado del proyecto. Era frecuente verle en los vuelos y la espera en los aeropuertos con sus apuntes encima de la mesa. Las entrevistas pasaban siempre el filtro de la disponibilidad de las clases y algún entrenamiento personalizado fue adaptado al horario lectivo. El sistema en España no facilita la alternancia de estudios y deporte de alto nivel, como sí sucede en Estados Unidos, vía que están empleando numerosos jugadores formados en la cantera del Unicaja. Alberto es licenciado con 23 años, también con los libros.

El malagueño debutó con el primer equipo del Unicaja pocos días después de cumplir 18 años, tras ganar con la selección junior el prestigioso torneo de Mannheim. Ayudó a salvar una situación delicadísima, con los bases de aquella temporada (Rowland y Valters) apartados del equipo. Luis Casimiro le dio la alternativa cuando el club se jugaba perder su puesto en la Euroliga y Alberto respondió. El camino, después, no fue fácil. Repesa le ignoró, encontró minutos en el Clínicas Rincón y dos cesiones en Bilbao y Fuenlabrada le enseñaron la realidad fuera de Málaga, que no es idílica. Lo repiten los jugadores que vuelven de cesiones, jugar en el Unicaja es un privilegio. En una pretemporada en la que no había mucho entusiasmo del entrenador por contar con él, Plaza comprendió que podía ser un jugador muy útil. Dos años y medio después, el Unicaja no se entiende sin Alberto Díaz.

Internacional desde la categoría sub 16, este pasado verano se puso por primera vez la camiseta de la selección absoluta a las órdenes de Sergio Scariolo en una concentración realizada en Benahavís. El italiano de Marbella le tiene en su mente. Hay jugadores más talentosos en su posición, pero sus cualidades son muy apreciadas por los técnicos. “No todos estamos para meter canastas y jugar bonito. Uno tiene que ser consciente de virtudes y límites, de sus defectos. Y tienes que buscar cómo ayudar al equipo. En el Unicaja yo no podía entrar con talento, sino ganándomelo. En el baloncesto hay gente que hace el trabajo sucio y que no se ve y ése es mi rol. Y estoy contento. No necesito 20 puntos o 10 asistencias para sentirme bien, me basta viendo que peleo y ayudo al equipo. No me considero con talento, ni más alto ni más fuerte, porque no lo soy. Pero me gusta trabajar”, es la cruda autodefinición de Alberto, 188 centímetros de cuerpo cada vez más definido.

Por Youtube circula un vídeo del Campus Nacho Rodríguez, que organizaba el mítico jugador malagueño en la Universidad Laboral a mediados de la década pasada. Sale bailando al final de él un niño pelirrojo con poco más de 10 años. Es Alberto Díaz. La estirpe de grandes bases malagueños la inició Nacho y la continuó Carlos Cabezas, reciente ganador de la Liga Sudamericana con el Guaros de Lara venezolano. Hay quien ve en Alberto esa garra indomable de Nacho, ahora director deportivo del Barcelona. “En determinadas facetas dentro y fuera del juego, me veo reflejado en él. Me acuerdo perfectamente de que venían al campus, él y su hermano Ernesto”, rememoraba Rodríguez, que de alguna manera se ve en el espejo:“No somos jugadores talentosos, nos lo hemos ganado a base de trabajo y esfuerzo, en la cancha y trabajando detalles técnicos. Yo no era un buen tirador, pero con esfuerzo, llegando una hora antes y yéndome una hora después, conseguí mejorar el tiro. Me consta que Alberto lo trabaja mucho con Ángel Cañete [ayudante de Joan Plaza]. Veo muy reflejada en su evolución la que yo tuve”.

Aún no es capitán, los galones los lleva Carlos Suárez, pero lo acabará siendo. El malagueño recitaba con precisión antes de la final de la Eurocup dónde vivió los títulos de la Copa Korac de 2001. el de la Copa del Rey 2005 y el de la ACB 2006. También que vio en la pantalla que se colocó en el Carpena la Final Four de 2007 de Atenas, aquella cima del club a nivel continental. “Soy un aficionado del Unicaja que siempre soñó con defender esta camiseta”, es su declaración definitiva.

En esa particular enciclopedia de sensaciones y momentos en verde Unicaja, desde el pasado 5 de abril de 2017 Alberto Díaz incluyó lo que vivió sobre la cancha de La Fonteta, el cuarto título de la historia del club y con él, aún con 22 años, el galardón de MVP de la competición. Como Jorge Garbajosa en los títulos de Copa y Liga. Como historia del club.

Alberto Díaz pelea por un balón con Bryce Taylor durante el Unicaja-Bayern de la pasada Eurocup.
Alberto Díaz pelea por un balón con Bryce Taylor durante el Unicaja-Bayern de la pasada Eurocup. / Javier Albiñana

Una imagen icónica que se hizo viral

El baloncesto de Alberto es defender cada bola como si no hubiera mañana. Una foto captada por Javier Albiñana, fotógrado de Málaga Hoy, se convirtió en icónica del título de la Eurocup. Fue en la eliminatoria contra el Bayern de Múnich, en cuartos de final, la que hizo creer al equipo que era posible ganar el título. Alberto se apoyaba en un brazo para extender todo su cuerpo en horizontal mientras que con el otro peleaab por un balón que parecía imposible. Propició que el rival, Bryce Taylor, cometiera campo atrás. Simbolizó de alguna manera el espíritu de ese trofeo, con tres eliminatorias ganadas con factor cancha adverso a los alemanes, el Lokomotiv Kuban y al Valencia. “Esta foto tiene que estar en Los Guindos... En la memoria de todos nuestros chicos como imagen resumen de los valores que nos tienen que representar”, decía Paco Aurioles, entrenador del equipo junior en un tweet que se hizo viral.

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