Infinity, chiringuito ‘concienciado’ en Fuengirola: nada de gritos y ‘blindaje’ penal

Es el primer restaurante de playa que firma un ‘compliance’, un documento para ‘blindarse penalmente’ con su cumplimiento

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Miguel Ángel Escalante y Adrián Peña hacen entrega del 'compliance' a Ester Orozco y Óscar García.
Miguel Ángel Escalante y Adrián Peña hacen entrega del 'compliance' a Ester Orozco y Óscar García.

Óscar está enganchado a la adrenalina. Tanto que con seis años iba con un colchón a intentar coger olas en la playa de Carvajal. Ahora, la deja para otra de sus pasiones: los rally clásicos, donde compite. En su chiringuito, el Infinity Beach House en Fuengirola, lo que prima es la "tranquilidad", porque "la tranquilidad es felicidad, para mí y para mis empleados", dice Óscar García, empresario y abogado. Por eso de que su tranquilidad es felicidad Infinity es el primer restaurante de playa de toda la Costa del Sol que cuenta con un compliance –cumplimiento normativo–, una suerte de blindaje penal –siempre que se cumpla a rajatabla– al que, además, ha unido un catálogo de buenas prácticas en el que, entre otras cosas, se recoge que los empleados no podrán gritar. "Aquí no quiero gritos, los gritos son violencia, es maltrato", dice de forma tajante.

El documento que le han entregado esta semana a Óscar y Ester Orozco cuenta con 129 páginas a cumplir. Más de 400 si se suman todos los anexos. Desde normas de manipulación de alimentos hasta los 15 delitos graves a los que suelen enfrentarse establecimientos como el suyo. Como el blanqueo de capitales o los delitos contra los trabajadores. "Aquí se blinda mediante la transparencia y el cumplimiento", afirma Miguel Ángel Escalante quien ha redactado el compliance junto a Adrián Peña, ambos socios fundadores del despacho de abogados Legal-ES.

Ellos serán los compliance officer, es decir, los encargados de que todo se cumpla al dedillo. Para ello, harán distintas visitas al mes, se entrevistarán con los empleados y han abierto un correo al que no tiene acceso Óscar y en el que los empleados pueden denunciar distintas actitudes que no se encuadren dentro de lo requerido. "Y Óscar, con este compliance sabe que si nosotros vemos cualquier ilícito o tenemos que demandarle que cambie algo, lo haremos, somos totalmente independientes", dicen Escalante y Peña.

Esta es la primera aventura hostelera de Óscar, que además de empresario es abogado, motivo que le impulsó a contratar el cumplimiento normativo. "Cuanto más transparentes y más nítidos seamos, más solvencia vamos a tener en la empresa. No sólo podemos ser buenos, también hay que parecerlo", dice García, parafraseando el mítico dicho romano.

Solo algunos de los ejemplos que demuestran su voluntad por el seguimiento de todas las exigencias, tanto financieras como de otros tipos. En Infinity no hay una caja registradora al uso, sino una máquina que, además de registrar todos los ingresos, lleva la contabilidad. "Y las hamacas las cobramos al 21% de IVA, porque es un servicio. No hay nada que salga de cocina sin un ticket, si sale algo, sería que me están robando", señala.

Este documento, hecho a medida para Óscar, puede ser extrapolable a otros negocios, aseguran desde Legal-Es, "pero siempre tenemos que hacerlo según lo que requiera el cliente, esto no es un corta y pega. Podemos tener un armazón, pero no hay dos iguales".

Un "centro de felicidad"

"Óscar quería que esto fuera un centro de felicidad, tanto para los clientes como para los empleados, y esa es la misión que nos trasladó y el ánimo con el que hemos redactado el compliance", dice Escalante. ¿Por qué un centro de felicidad y no sólo un negocio? Porque Infinity, en realidad, es un hilo conductor con la infancia de Óscar, con la época en la que no tenía casi responsabilidades y vivía en un edificio del Paseo Marítimo Rey de España desde donde se ve el actual restaurante de playa.

Vivía entonces, y hasta los 10 años, junto al hotel que regentaba su padre, el Ángela. Entonces, dice, no sabía que estaba enamorado de la hostelería. Su padre se separó de su socio y dejó el hotel y puso tierra de por medio. Óscar dejó de ver desde su balcón la playa de Torreblanca.

Durante siete años (hace casi una década) empezó su lucha para hacerse con él. Finalmente, hace dos años –tras unas largas negociaciones– pudo adquirir, junto a un socio, la concesión de Infinity. Y empezó a moldearlo en torno a una máxima, que ahora preside el chiringuito. "La felicidad es igual a pasión más sueños y persistencia". También la tranquilidad que le da empezar todos los días mirando a su mar en Fuengirola. Recordando cuando se armaba de un colchón y cogía olas. Ahora surfea clientes, desde la tranquilidad de tener un chiringuito concienciado.

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