"El inicio de un ERE es la desaparición de la empresa a medio plazo"
El ex directivo de la patronal española dice que abaratar el despido no es la solución y reclama a Zapatero que se marque como máxima prioridad la salida de la crisis · Lamenta que los jóvenes prefieran ser funcionarios
Ha sido uno de los máximos representantes empresariales en España desde la época de la Transición y ahora vive un merecido descanso junto a su familia en su chalé en El Atabal. Juan Jiménez Aguilar, secretario general de la Confederación Española de Organizaciones Empresariales (CEOE) hasta septiembre del año pasado, disfruta ahora del tiempo que apenas tuvo antes para repasar, desde el otro lado de la barrera, la actualidad económica y empresarial de Málaga y del resto del país en un momento difícil marcado por la crisis.
-Acaba de dejar la dirección de la CEOE tras más de 30 años ¿cómo se encuentra?
-Muy bien. Tenía muchas cosas pendientes en casa porque el trabajo en la CEOE era muy intenso y requería todas las horas hábiles del día. Ahora estoy dedicando más tiempo a la familia, a los amigos y al ocio. Es una vida diferente, lo que no quiere decir que me haya desconectado de la realidad económica, que sigo a través de los medios.
-¿Qué momentos recuerda con más cariño de esas tres décadas?
-Todos porque han sido diferentes. Los primeros momentos fueron muy difíciles porque coincidió la creación de las organizaciones empresariales y sindicales con la Transición política y una situación económica muy complicada, aunque no tanto como la actual. Fueron momentos muy intensos porque teníamos que convencer a los empresarios de que era necesario asociarse. Fue muy ilusionante, era una labor casi de apostolado.
-¿Los empresarios preferían ir por libre a finales de los 70?
-No, pero estaban acostumbrados a un modelo diferente. No sólo vivimos el cambio de régimen, sino también político, de estructura social y económica. En los años 1977 y 1978 tuvimos la fase de la Constitución, los Pactos de la Moncloa, luego se llegó a los primeros acuerdos con los sindicatos, se promulgó el Estatuto de los Trabajadores. Fue un periodo apasionante.
-¿Cómo era la relación con los sindicatos en esos primeros años?
-En 1980 se perdieron por conflictos sociales 180 millones de horas de trabajo en España. En 2008 se perdieron ocho millones. La conflictividad social se ha reducido un 96% y es mérito de todos. De unas relaciones muy difíciles se ha llegado a una convivencia normal. El periodo más tenso con los sindicatos fue el de la Transición, aunque el 14 de diciembre de 1988 hubo una huelga general. Ha habido momentos puntuales complicados pero en general la relación con los sindicatos, y más en los últimos tiempos, ha sido cordial, afectiva, cada uno defendiendo sus intereses. La gente piensa que nos tiramos los ceniceros a la cabeza y no es así, hasta el punto que tengo amigos en el mundo sindical.
-¿Con qué sindicalistas ha tenido mejor o peor relación a lo largo de estos años?
-Durante mi periodo como secretario general en CCOO han estado Marcelino Camacho, Antonio Gutiérrez y José María Fidalgo. Los tres eran líderes diferentes. Marcelino fue el creador de CCOO y tenía la historia a sus espaldas, pero le costó mucho trabajo arrancar. Antonio Gutiérrez consolidó el sindicato y Fidalgo ha conseguido que CCOO sea dialogante, con él se han podido firmar acuerdos de diálogo social de todo tipo y espero que el nuevo representante, Fernández Toxo, lo mantenga. En UGT he estado con Nicolás Redondo y Cándido Méndez. Con ambos tengo amistad personal. Méndez y Fidalgo han sido los más duros a la hora de negociar pero, a su vez, entienden las dificultades que pueden pasar las empresas y en muchas ocasiones han ayudado con sus decisiones a que los empresarios pudieran salir adelante. En mi opinión, el papel de un sindicato no debe ser sólo reivindicativo sino que comprenda que los trabajadores están en una empresa y a veces hay situaciones, como pasa ahora, que la empresa se ve abocada al cierre, que es la peor de las soluciones.
-Recuerdo las imágenes en televisión de reuniones maratonianas hasta de madrugada entre empresarios y sindicatos. ¿Quién estiraba más esos encuentros?
-Sí, ha habido muchas. Cuando Fernando Abril era vicepresidente del Gobierno en la Transición, teníamos reuniones en las que nos amanecía debatiendo. Abril era un ave nocturna y se encontraba muy cómodo alargando el debate, casi en la seguridad de que al final encontraríamos una solución.
-Usted ha sido la mano derecha del fallecido José María Cuevas ¿cómo fue su relación con él?
-Han sido 30 años a su lado. Nos veíamos todos los días seis o siete horas. Ha sido un líder empresarial espectacular, capaz de entenderse con todos los gobiernos y hacer equipo. Era el típico castellano austero, serio, recio, cumplidor que se dedicó en cuerpo y alma a la representación empresarial.
-Con la llegada de Díaz Ferrán a la presidencia se produce su salida de la CEOE ¿por qué?
-Me pidieron que siguiera un tiempo con el nuevo presidente para hacer una transición. Lo hice pero al final decidimos que era el momento de que él formara su propio equipo y que yo me jubilara porque me había llegado la edad más que suficiente para venirme a mi retiro malagueño.
-Usted ha estado bajo los gobiernos de Suárez, Calvo Sotelo, Felipe González, Aznar y ahora Zapatero ¿quién le ha gustado más?
-Bueno, han sido muy diferentes porque vivieron momentos distintos. Pienso que tuvimos suerte con Suárez porque hizo muy bien la Transición y le tocó lo más duro, incluyendo el intento de golpe de estado. Felipe González fue la novedad y ganó con mayoría absoluta en 1982. Tuvo una nueva forma de gobernar, con prioridades y objetivos distintos. Siempre entendió muy bien que el diálogo social con empresarios y sindicatos era muy importante. Hubo volúmenes muy altos de desempleo y eso le llevó al fin de su mandato, ayudado por la crisis de 1992. Aznar irrumpió con mucha fuerza, trajo aire nuevo e ilusionó al país. Sus años coincidieron con un crecimiento económico espectacular y una mayor presencia de España en los foros internacionales. También ayudó al diálogo social. Por su parte Zapatero llegó en un momento boyante y gobernar era fácil, pero ha tenido la desgracia de esta crisis y será valorado en el futuro en función de su capacidad para sortearla. Su prioridad máxima debe ser sacar al país de ella.
-¿Cómo definiría a la empresa actual?
-En general, salvo algunas situaciones críticas como la crisis de los años 1990, 1991 y 1992, hemos vivido en los últimos 15 años una situación económica envidiable. Las empresas se han modernizado mucho, han invertido en nuevas tecnologías, la formación de los empresarios y los trabajadores es mayor, se ha creado un tejido empresarial fuerte con empresas multinacionales en todos los sectores. Ya somos un país homologado con cualquiera de nuestros socios europeos.
-Hace 30 años se tenía al empresario como explotador y ahora como creador de empleo. ¿Cómo han notado ese cambio de pensamiento?
-El cambio ha sido total. Antes había un estereotipo y se veía al empresario como alguien muy rico, y no todos eran así. Con el tiempo la sociedad española ha entendido que si no se tiene buenos y grandes empresarios la sociedad no se desarrolla. Un país es sus grandes empresas. Que se lo digan a EEUU, que tienen grandes corporaciones financieras, automovilísticas, químicas o informáticas.
-Sí, pero pese a ese avance el sueño de más de la mitad de los universitarios sigue siendo ser funcionario.
-En la universidad española falta una asignatura permanente de provocar en los jóvenes la inquietud por crear empresas y fomentar la riqueza, y no por aspirar a aprobar una prueba y ser funcionario.
-¿Qué le parece la situación económica actual?
-Muy difícil. Cada informe que se presenta muestra datos peores que los anteriores. Es desesperante. Hay que invertir la situación. Destruir tejido empresarial es relativamente fácil pero crearlo nuevo es muy complicado. Es muy difícil encontrar de nuevo capital, iniciativas, la gente se retrae. La retracción del consumo está siendo espectacular y está aumentando el ahorro, porque las personas tienen miedo a gastar. Hace dos años gastábamos lo que no teníamos y ahora ni siquiera gastamos lo poquito que tenemos. Es curioso.
-¿Cómo se resuelve eso?
-Con confianza. Si pensamos que todo va a ir bien se hacen más inversiones, pero si se tiene miedo no se compra ni se contrata a nadie.
-Parece que la solución fácil para las empresas es despedir personal.
-Probablemente es la única medida que tiene en su mano. Seguro que antes de hacer un ERE el empresario ha ido al banco a solicitar un crédito y se lo han denegado, ha buscado un socio y no lo ha encontrado, ha intentado buscar nuevos mercados y cuando ve que no tiene más solución la única fórmula que tiene es disminuir la mano de obra. No conozco ningún empresario que como primera medida despida a la gente porque si se despide al 25% de la plantilla, el negocio disminuye en la misma proporción. El inicio de un ERE desgraciadamente es el anuncio de una desaparición de la empresa a medio plazo.
-Los empresarios piden continuamente el abaratamiento del despido ¿es la solución?
-No. Antes que el despido hay otros temas importantes como la formación. Hay que intentar formar a la gente cada vez mejor y que los trabajadores sean polivalentes. Las autoridades públicas tienen mucho que decir. En España el 50% de la riqueza es pública y es necesaria una reforma en profundidad del sector público porque debería ser tan eficaz como el sector privado. No se puede estar pendiente de la resolución de un expediente administrativo ocho meses o un año. De pronto vemos que la Justicia hace pública sentencias de cosas que pasaron hace 10 años... Son muchas cosas las que hay que cambiar. Si sólo se resolviera con el despido barato se equivocarían.
-España tiene uno de los impuestos de sociedades más altos de Europa.
-Habría que tener un IVA reducido para varios productos, aunque el Estado se tenga que apretar el cinturón. El 16% es una cantidad importante y si se paga el 7% al consumidor le queda más dinero en el bolsillo para otras cosas. Reducir impuestos es aumentar actividad. Hay países a los que les va muy bien y el impuesto de sociedades que pagan sus empresas es la mitad que el que tenemos nosotros.
-También se quejan del pago trimestral del IVA pese a que no cobran muchas facturas.
-El empresario emite facturas y tiene que pagar el IVA a Hacienda pero muchas veces esa factura se ha hecho a una Administración que luego no paga. Encima si el empresario no lo abona le ponen un recargo. ¿De qué estamos hablando? Como mínimo debería pagarse cuando se cobra.
-Por último, ¿cómo ha visto desde Madrid el liderazgo económico de Málaga en la última década?
-Málaga es una pequeña isla con respecto a muchas provincias andaluzas y españolas. Tiene unas condiciones óptimas para crear empresas, con un aeropuerto internacional, el puerto, el AVE, una universidad consolidada y se basa en el sector servicios, que es el futuro. Málaga puede ser una de las provincias que más rápido se recupere de la crisis.
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