Málaga

"La inmensa mayoría de vecinos de La Palmilla no ha tocado un arma en su vida"

Una de las calles del distrito Palma-Palmilla.

Una de las calles del distrito Palma-Palmilla. / Javier Albiñana

Los últimos tiroteos acaecidos en  Palma-Palmilla y la consiguiente petición de los vecinos del desarme de la barriada han puesto el foco mediático y político en el lugar. El cruce de acusaciones entre el subdelegado del Gobierno, que argumenta que el problema en el barrio es también “social y no solo de seguridad o punitivo”, y el regidor, que recalca que la Policía Nacional tiene la obligación de retirar las pistolas y alude a la inversión municipal para rehabilitar la zona ha puesto el debate sobre la mesa y generado mucho ruido, lo que en consecuencia “ha provocado un estigma sobre la inmensa mayoría de los vecinos que residen allí y no ha tocado un arma en su vida”. 

Tras más de 25 años trabajando en la Asociación al Servicio de la Investigación y la Tecnología (ASIT) en barrios como Palma-Palmilla para ayudar en la empleabilidad de sus gentes y paliar un analfabetismo, Tomás Pérez Benz asegura que quienes protagonizan los disparos –en la mayoría de ocasiones para amedrentar a sus rivales– “son un grupo reducido de personas que hacen mucho ruido porque efectivamente cometen actividades muy peligrosas”. Si bien, destaca que más del 90% de los residentes en este lugar situado en la zona este de la capital malagueña “son personas normales que tienen menos ingresos”. 

Electricistas, mecánicos, estudiantes, amas de casa, parados o jubilados. “Gente del barrio de toda la vida con pocos recursos que solo quieren que las cosas funcionen y poder hacer su vida sin ser estigmatizados”, defiende el activista, pues afirma que residir en esta zona les causa problemas cuando  buscan un trabajo o hacen amigos en el instituto fuera de la barriada.

De hecho, fueron los propios vecinos los que levantaron la voz después de la últimas balacera con armas automáticas el pasado viernes. Pese a que no hubo heridos, sí se produjeron daños en edificios, un local comercial y vehículos. Por ello, desde Proyecto Hogar exigieron a la subdelegación del Gobierno en Málaga “una actuación efectiva para erradicar las armas de fuego”, recordando que ya lo pidieron el pasado mes de enero.  

“Ahora mismo es una prioridad absoluta erradicar el problema de las armas”, manifiesta Pérez Benz al tiempo que insta a  la Policía Nacional a “cambiar su estrategia porque no está funcionando nada”. “Ahora estamos a golpe de foco y sí está habiendo controles, pero también deberían llevarlos a cabo cuando estos tiroteos no suceden”, considera. 

Además, expresa que el parecer del vecindarios es que, si esta problemática hubiera ocurrido en otras barriadas de la capital  malagueña “de mayor poder adquisitivo”, la situación “se hubiera solventado hace años”, pues insiste en que “hace mucho tiempo que son frecuentes los tiroteos”. 

Cabe recordar en este punto que en febrero de 2020 un tiroteo entre dos clanes acabó con la vida de un hombre de 74 años que recibió  un impacto de una bala perdida cuando se encontraba en su vivienda situada en calle Ebro. Según la investigación policial, el hombre se asomó a la ventana de su domicilio al escuchar los disparos cuando uno de ellos le alcanzó. 

Aun que en las últimas balaceras no ha habido que lamentar fallecidos, desde Proyecto Hogar señalaban que en el último episodio con armas de fuego muchos de los vecinos acabaron tirándose al suelo de sus casas mientras escuchaban las detonaciones y “con miedo de acercarse a las ventanas ante el riesgo de sufrir un impacto”. 

Una sensación de “inseguridad” que reina en el barrio, indica Pérez Benz. Aunque explica que durante el día la convivencia es “normal”, cuando cae la noche “evitas salir a paseas o miras por la ventana cuando tu niño viene de entrenar”, lamenta.  Por ello, insiste en que “la estrategia policial ha de  cambiar”. 

No obstante, el activista reconoce que también hay que trabajar en la cultura de la paz y del diálogo, sobre todo, con los jóvenes “para que no repitan un patrón de agresividad y violencia”. Y, este extremo, señala que es labor de administraciones, asociaciones y vecinos. 

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