Al mando del helicóptero iba el inspector jefe de la Policía Nacional en Málaga Pedro Luis Bardón, ataviado con un mono de piloto similar al que sobrevuela la provincia a diario. El director Daniel Monzón le confió en 2014 el papel que le convirtió en especialista de cine durante un mes y medio para rodar en San José (Almería) El Niño, un thriller en el que demostraría, además, sus dotes como investigador. "Hicimos nuestro trabajo pero con cámaras. Es más interesante coger fardos que grabarlos", bromea.

Tras 27 años interceptando embarcaciones como piloto del helicóptero de la Policía, a Bardón le tocó compaginar la persecución de narcotraficantes con la de actor para sustituir a Luis Tosar a la hora de pilotar el pájaro en las escenas de mayor riesgo. Su misión no era otra que perseguir al protagonista del filme, Jesús Castro.

Bardón llegó al Servicio de Medios Aéreos en 1987, cinco años después de que se hiciera policía. Algo más tarde aterrizó en Málaga. "Estudiaba Ingeniería Náutica. Me gustaba la idea de pilotar un helicóptero", recuerda. El éxito de su Unidad viene determinado, asegura, por la experiencia que se tenga tras haber trabajado previamente en tierra. "Es lo más importante para nosotros. Cuando la misión sale bien, eso es un sueldo", sentencia Bardón, convencido de que, pese a los límites de edad impuestos, "piloto puede ser cualquiera".

Entre las recompensas está el agradecimiento de los compañeros de otras unidades por el trabajo bien hecho. "Son muy exigentes con nosotros. Si nos dicen que hagamos un seguimiento, no podemos fallar nunca, equivocarnos y perder el objetivo. Estamos muy cohesionados, nos necesitamos", afirma el inspector jefe. Los servicios humanitarios son "la segunda pata" en la que se apoyan. El momento en que "sacas a alguien y logras evitar que sufra una tragedia". "Sabes que su vida, si no lo rescatas, puede peligrar", expresa.