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Las investigadoras andaluzas se hacen ver

  • La subrepresentación femenina en el campo del conocimiento se cronifica en áreas como las ingenierías y arquitectura. La igualdad legal no logra imponer la igualdad de génerosCientíficas de las universidades y del CSIC se integran en una asociación para poner coto a la discriminación por causa de género en la promoción en ciencia y tecnología

EL director de la Universidad de Harvard en 2005 , Lawrence Summers, pronunciaba en enero de aquel año una conferencia sobre la participación de las mujeres en la ciencia y la tecnología cuando afirmó sin pestañear que el escaso número de científicas obedece a la negativa de la mujeres a trabajar muchas horas al día por tener que ocuparse del cuidado de los hijos. Este argumento lo acompañó de otra explicación cuando menos igual de controvertida: los hombres consiguen mejores resultados en matemáticas y ciencias por cuestiones genéticas.

La polvareda que levantó Summers le costó el puesto un año después. Pocas veces se hacen afirmaciones en voz alta de esta factura, lo que no es óbice para que persistan comportamientos y clichés socioculturales que impiden emerger a las mujeres en el campo de la ciencia y la tecnología.

Un centenar de científicas andaluzas pertenecientes tanto a las universidades como al Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) acaban de crear AMIT-Andalucía, una organización integrada en la Asociación Nacional de Mujeres Investigadoras y Tecnólogas, con el propósito precisamente de hacer visible a las mujeres de ciencia, denunciar y la discriminación y favorecer la cultura de la igualdad de géneros.

Mercedes Siles, vicepresidenta de AMIT-Andalucía, acude a su propia trayectoria para identificar los puntos claves en la carrera investigadora de las mujeres. Ella es catedrática de Álgebra de la Universidad de Málaga y en la actualidad dirige dos investigaciones sobre álgebra y un proyecto de fortalecimiento de las matemáticas en Senegal, financiados por la Junta de Andalucía y el Gobierno central. En este recorrido afirma que hay dos personas esenciales: su madre y su marido. La primera porque mostró a sus dos hijas que la formación era el camino para la independencia (ambas se convirtieron en matemáticas) y el segundo porque ha sabido apoyarla pero también vivir sus éxitos académicos como propios y sin resquemor . "Cuando nos casamos yo estaba trabajando, pero él preparaba el MIR, o sea que mi sueldo era el único que teníamos. Una amiga me decía que ella no se casaría en esas circunstancias".

Junto al apoyo familiar, Mercedes Siles destaca la necesidad de cambiar la visión sobre la maternidad. "La sociedad también piensa que tener hijos es para la mujer incompatible con una carrera fructífera, pero esto es absolutamente falso" y alude a Isabel Fernández, matemática de la Universidad de Sevilla, que prácticamente ha sido madre a la vez que se ha convertido en la primera española que ha pronunciado una conferencia en la International Conference of Mathematics.

En un escenario de igualdad legal los escollos son sutiles. Dependen de la normalidad en el ambiente de trabajo, no es lo mismo que las relaciones se desarrollen en una atmósfera de colegas a que estén mediatizadas por actitudes paternalistas y dependen también de la feminización que exista en cada ámbito. "Cuando se pregunta por qué hay menos mujeres en ciencia y tecnología a grupos masculinizados se responde que es por falta de liderazgo femenino y de candidatas, es decir, que somos menos porque no reunimos los requisitos y, por tanto, porque nos falta formación". Sin embargo, si se pregunta a un grupo con diversidad de género se culpa a las barreras institucionales y culturales, a los problemas para la conciliación familiar y a los estereotipos.

Por ejemplo, en la Universidad de Málaga (UMA) que con una rectora a la cabeza destaca precisamente por su sensibilidad hacia la cuestión del género, reflejada en un Vicerrectorado de Igualdad y en programas de igualdad, las mujeres tienen exactamente la mitad de las oportunidades de convertirse en catedráticas que los hombres. El 16,9% de las docentes son catedráticas, frente al 31% de los hombres y ellos, además, representan el 64% de los doctores investigadores de la plantilla.

Es más, en áreas tradicionalmente feminizadas como humanidades, ciencias sociales y jurídicas y salud las mujeres que dirigen grupos de investigación suponen en torno a un tercio del total, porcentaje que cae al 23% en el caso de Ciencias y a cero en el campo de las ingenierías y arquitectura.

La vicepresidenta de AMIT-Andalucía afirma que esta pérdida de "talento y recursos humanos" es la consecuencia directa de la discriminación en los procesos selectivos, por eso defiende la existencia de cuotas y aplaude que en los tribunales y comités de selección ningún sexo tenga una representación superior al 60%. "La igualdad es calidad. Las universidades que más promueven la igualdad de género son precisamente las que consiguen mejores posiciones en los ranking".

Los obstáculos proceden de la cultura machista, pero no todos llevan firma de hombres: hay mujeres que se autoexcluyen porque no creen en su valía, que no saben identificar la discriminación o, incluso, que una vez alcanzadas determinadas cotas se sienten cómodas sintiéndose una excepción. Estas circunstancias hacen necesario que "la asociación sea un lugar de encuentro entre mujeres con situaciones laborales parecidas", que reivindique políticas de igualdad, favorezca la promoción y el liderazgo femenino.

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