La Málaga que cuentan sus toldos verdes

Representan la urbe que creció en las décadas de los 60 y los 70, dibujándose, sobre todo, en Carretera de Cádiz o Cruz de Humilladero

Mirada al viejo Perchel

Los toldos verdes dominan un bloque en calle Cuarteles.
Los toldos verdes dominan un bloque en calle Cuarteles. / J. P.

La estampa es tantas veces vista y observada en los barrios de España –y por extensión de Málaga– que uno acaba por acostumbrar el iris y pasar de largo, sin mirar arriba pero tampoco abajo. Queda lejos del París que soñó y realizó Haussman o las calles que tornan alberos y terracotas en Roma. Tampoco tiene nada que ver con los pueblos blancos del interior de la sierra andaluza. Y quizá diga mucho más de una ciudad, al menos de la de a pie, el toldo verde –acompañado tantas veces de una máquina de aire acondicionado–, el ladrillo visto y esos edificios altos, casi como colmenas, que se crearon en los cinturones de las ciudades.

"No sé si lo más significativo son los toldos verdes, pero han puesto el dedo en la llaga de una ciudad a la que nadie otorga ningún tipo carácter de identitario. Han sabido encontrar elementos que forman parte de esa cultura, que es la cultura del desarrollismo", asegura Salvador Moreno Peralta, arquitecto y Premio Nacional de Urbanismo en 1985, sobre Toldo Verde (Ed. Asimétricas) el fotoensayo que publican Pablo Arboleda, arquitecto e investigador, y Kike Carbajal, fotógrafo.

En La Luz el colorido se ha diversificado, pero el toldo verde resiste.
En La Luz el colorido se ha diversificado, pero el toldo verde resiste. / Javier Albiñana

"Si nos quedamos en la epidermis de este descubrimiento", prosigue Moreno Peralta, "considerando que la España de los toldos verdes es una España retrógrada y llena de aspectos negativos, quizá su investigación no iría a ningún lado. Pero esa España de los toldos verdes es bastante más vital que las banlieues francesas del cinturón periférico de París o el Greater London. Todas las ciudades tienen una periferia desarrollista y España no se queda fuera". Tampoco Málaga lo hace.

El también arquitecto Antonio Vargas señala el origen de ese barrio desarrollista –que se puede ver en La Luz, La Paz, Las Delicias o Cruz de Humilladero, por poner algunos ejemplos– en la década de los 60 y los 70. Entonces, "se empiezan a hacer grandes promociones de vivienda y se hacen con las calidades que se hacen. Las paredes de la época son un pie de ladrillo, no más de quince centímetros, calidades que ahora mismo estarían en el juzgado, literalmente. No es ni siquiera una doble hoja de ladrillo y un enfoscado". Ahora, por el contrario, en una construcción con las mínimas calidades se usaría "mortero por fuera, medio pie de ladrillo, un embarrado de mortero, cuatro o seis centímetros de aislamiento térmico, una cámara de aire, otra hoja de ladrillo y el yeso". Y si el cristal entonces era una simple hoja de cinco milímetros, ahora se usa climalit y carpintería de aluminio con puente térmico.

A veces al verde le salen rayas blancas.
A veces al verde le salen rayas blancas. / Carlos Guerrero

Estas casas serán tan frías en invierno como calurosas en verano y necesitarán una "primera barrera" contra la climatología adversa: el toldo, que además, cuenta con la ventaja de ser el más barato. Así se fue creando un ideario de edificios todos muy parecidos: ladrillo visto, poco enfoscado verde o blanco y una ristra de telas verdes que les protegieran de las inclemencias que pudiera acarrear el sol. Con más motivo, indica Vargas, cuando los propietarios, ya con algunos ahorros, se lanzaron a cerrar balcones en su lucha por ganar tres o cuatro metros cuadrados para el salón: "se convertían en auténticos invernaderos". Y ahí estaba otra vez el toldo para paliar el efecto del sol.

Más tarde, le acompañaría en su estampa, como un fiel amigo, la máquina de aire acondicionado, que se fue multiplicando ya entrando en el siglo XXI, y con la democratización de esta tecnología. "Ahora es muy difícil ver un toldo sin su correspondiente máquina al lado, paseas por barrios y es máquina por ventana", afirma Vargas. Y recuerda que la primera norma de aislamiento térmico no llegó hasta 1979. Antes, el promotor era libre de construir cómo conviniera.

Primera barrera contra el sol, un toldo verde.
Primera barrera contra el sol, un toldo verde. / Javier Albiñana

Estos grandes bloques de casas, que se levantaron en altura, para dejar espacio a unos equipamientos que los barrios ganarían después, en Málaga respondían "al aluvión de gente que venía de los pueblos a la ciudad, coincidiendo que en muchos barrios, incluso todos los que compraban eran del mismo pueblo. Eran el paso de la chabola al techo digno, lo que demandaba la sociedad entonces" y lo que podían pagar, prosigue.

Era, entonces, la política en la que se unían promotores inmobiliarios ávidos por vender casas y políticos que impulsaban esta industria del ladrillo. Una época en la que José Luis Arrese, primer ministro de Vivienda y también arquitecto, llegó a decir "no queremos una España de proletarios, sino una de propietarios". Arrese, hábil con el verbo, suelta la frase que explica el caos: "Primero la vivienda y después, urbanismo". Siguiendo la estela de la máxima que se le atribuye a Franco: "Un propietario más, un comunista menos".

"En todos estos barrios el tiempo está trabajando a favor de ellos", dice Moreno Peralta, que a la hora de redactar el Plan General de Ordenación Urbana de 1983 (junto a Damián Quero y José Seguí) "los encontramos en un estado pavoroso, además, recién hechos". Ahora, más de 40 años después –y 60 de la construcción de muchos– "ha crecido el verde, hay comercio, equipamientos... la ciudad de los 15 minutos que promulgan está ahí".

Parque, equipamientos y toldos verdes en Cruz de Humilladero
Parque, equipamientos y toldos verdes en Cruz de Humilladero / Javier Albiñana

Recuerda el urbanista que a la llegada de Eduardo Martín Toval [político catalán del PSOE que, tras ser portavoz en el Congreso de los Diputados, llegó a Málaga para ser candidato a la Alcaldía en 1995, con la que se hizo Celia Villalobos], "decía que las elecciones se ganaban en los barrios, pero con un matiz peyorativo, como si fueran ciudadanos de segunda, un depósito de votantes". Pero que poco a poco "con los reivindicativos movimientos vecinales" fueron luchando y obteniendo los equipamientos que necesitaban, desde parques a pistas deportivas, colegios o centros de salud. "Una vez consiguieron los equipamientos fueron a por el derecho a la calidad de vida y casi la totalidad de los barrios que se tenían por irredentos, hoy se vive estupendamente", añade.

Ahora, Moreno Peralta aboga por recuperarlos estéticamente de la mano de las rehabilitaciones para la eficiencia energética. "Los coge un arquitecto joven, cambia las fachadas y, aprovechando, el viaje le da personalidad", asegura. Sería la opción de pasar de periferia a centro: "Un barrio bonito nunca es periférico, es central. Un barrio periférico, si es una obra maestra de la arquitectura nunca es periférico. Está pasando un poco en Teatinos, que está recogiendo el crecimiento de la población de Málaga ahora", opina. Un barrio nuevo, en crecimiento, con piscinas y otros estándares de calidad. Y sin toldos verdes.

Pero, ¿por qué verdes y no naranjas o marrones? Cada uno de los expertos tiene una opinión. Ambas, parecen sacadas de aplicar la Navaja de Ockham (aquella teoría dice que un cuchillo corta porque es lo más sencillo que puede hacer). "Debían ser los más económicos en la época, aquí hay que ser algo marxista en la explicación", dice Vargas. "Seguramente la casa que los fabricaba los hacía verdes y se creó un estilo arquitectónico, pasa muchas veces en la historia", señala Moreno Peralta. Lo cierto es que sigue siendo un misterio que queda, al mirar arriba, con los barrios.

"Hablan de eso los toldos verdes: de barrio. Hablan de un periodo de España crucial, los 60 y los 70, donde está la especulación inmobiliaria, Franco, el Ministerio de la Vivienda y la VPO, la España de la emigración, las divisas que retornan desde Alemania y habla también de la gente que vive dentro. Yo sigo a esos barrios lustro por lustro, se hacen mejores con su día a día", cierra Moreno Peralta. Debajo de un toldo verde, seguramente, haya un Bar de Paco, Peluquería Encarni o Pescadería La Luz. Esos sitios que hacen barrio "y que tienen mucha más humanidad e interés que el centro". Palabra de urbanista.

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