El día que Málaga retrocedió más de un siglo por el apagón: crónica de un lunes negro
Sin luz, internet, Whatsapp, móvil, semáforos, ordenadores, ascensores, trenes, Metro ni agua en algunos edificios, la jornada parecía una distopía, pero hacia el pasado
Unos 200 viajeros pasan la noche en la estación de Vialia y ahora intentan salir de Málaga

Parecía ciencia ficción, pero fue muy real. Sin luz, internet, Whatsapp, móvil, semáforos, ordenadores, ascensores, trenes, Metro ni agua en muchos edificios, la jornada de este pasado lunes sonó a distopía, pero hacia el pasado. Fue un día en el que Málaga (y España entera) retrocedió más de un siglo por el apagón. La situación evocaba La Guerra de los Mundos, de Orson Welles. Esta es la crónica de un lunes negro, nunca mejor dicho.
La interrupción del servicio del Metro por la falta de fluido eléctrico provocó colas en las paradas de taxis y autobuses. Ese día, sobre las 14:00 aproximadamente unas 50 personas esperaban de forma paciente en la parada de la Plaza de la Marina.
Varios centenares más lo hacían en la Alameda Principal para tomar un autobús, la única forma colectiva de desplazarse por la ciudad. "Ya mismo estamos como en Atapuerca, haciendo fuego con leña", bromeaba un conductor de la EMT mientras le hacía el relevo a un compañero.
Los semáforos no funcionaban. La Policía Local se repartía por la ciudad para tratar de ordenar el caos de tráfico. En algunos cruces, los agentes colocaban cintas para reordenar la circulación hacia las rotondas a fin de evitar colisiones entre vehículos.
Sin poder cobrar en caja por la falta de energía eléctrica, muchos fueron los establecimientos comerciales que cerraron sus puertas. Las persianas bajadas de tiendas y comercios se sucedían.
Desde que se intuyó que el corte de electricidad iba para largo, la gente hizo acopio de productos no perecederos en los supermercados que permanecieron abiertos. "Ha sido peor que en la pandemia; se han llevado sobre todo pan, leche, papel higiénico y comida en lata", resumía la trabajadora de un establecimiento.
Los hospitales tiraban de generadores eléctricos para mantener la asistencia prioritaria; la de urgencias, pacientes oncológicos, ingresados en plantas y en UCI. Pero llamaba la atención la oscuridad de los pasillos, por ejemplo, del Hospital Regional.
En la gasolinera cercana al centro sanitario, una cinta impedía el acceso a los surtidores y otra, al área de lavado.
Algunos bares cercanos también optaron por cerrar.
En la estación María Zambrano, turistas que volvían al centro de la Península se agolpaban ante la puerta principal intentando saber en qué tren los reubicarían tras la cancelación del suyo.
En el acceso lateral de la estación, el que da a Héroe de Sostoa, más de un centenar de personas trataba de coger autobuses hacia la costa occidental. "Pero imposible porque ya vienen todos llenos del centro", comentaba un usuario. "Tengo el abono del Cercanías, pero no circula por el apagón", lamentaba.
Las horas pasaban. Ya avanzada la tarde, la electricidad empezó a volver. Pero la cosa iba por barrios. La zona este de la ciudad fue recuperando el servicio. También en La Luz retornó el suministro eléctrico. Había unos semáforos de la Avenida de Europa que funcionaban y otros que no. También en Huelin, sobre las 20:00, ya estaban operativas las luces que organizan el tráfico. Sin embargo, la zona de Parque Mediterráneo y buena parte de la ciudad permanecían sin servicio.
Sobre las 22:00, era impresionante ver la Carretera de Cádiz a oscuras. O no verla, para ser más exactos. Sus altos bloques se adivinaban, recortados sobre el cielo y sólo iluminados por los focos de los coches. "Seguramente algo así deben ser las zonas de Ucrania o Gaza atacadas por Rusia o Israel", reflexionaba una mujer que sobre esa hora paseaba a su perro a la luz de una linterna por la calle Gaucín.
Finalmente, el suministro volvió a toda Málaga sobre las 3:00 de la madrugada. En total fueron unas 15 horas, pero parecieron una eternidad...
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