Tus manos pueden salvar muchas vidas

La mitad de las personas que sufren una parada cardíaca repentina fuera del hospital podrían salvarse con una reanimación inmediata y adecuada

El médico Ángel García Alcántara y la voluntaria Paloma Rosado explican como reanimar a una persona.
El médico Ángel García Alcántara y la voluntaria Paloma Rosado explican como reanimar a una persona.
Leonor García

17 de marzo 2017 - 02:17

Málaga/Sólo con sus manos y unos conceptos básicos de reanimación, una persona puede salvar muchas vidas. Porque cuando se produce una parada cardiorrespiratoria, una rápida y adecuada resucitación (RCP) puede evitar la muerte o secuelas graves al paciente. Dado que casi el 70% de los casos se producen fuera del hospital, la única manera de lograrlo es formando a la población en las maniobras de RCP imprescindibles mientras llega la ambulancia.

"Si nadie hace nada en esos primeros momentos, el resto de la cadena no sirve para nada", advierte el director provincial del 061, Félix Plaza. Por eso, desde hace dos décadas, un puñado de facultativos del Hospital Clínico y voluntarios de la Asociación de Ex Pacientes de la UCI (Expaumi) desarrollan de manera altruista cursos y talleres para divulgar las técnicas básicas de reanimación. La directora de la Unidad de Cuidados Críticos del hospital, María Victoria de la Torre, explica las razones por las que las personas de a pie deben implicarse en esta cadena: por cada minuto de retraso en la resucitación se pierde un 10% de posibilidades de supervivencia y a partir de cinco minutos sin ninguna intervención, aumentan las secuelas neurológicas graves.

Lo primero que debe conocer la población es que el corazón tiene, por así decirlo, mucho de fontanería y electricidad. Es el órgano que bombea la sangre al cuerpo. Cuando se hace el masaje cardiaco de reanimación, esa maniobra hace el trabajo del corazón que está parado. Cada vez que se presiona sobre el pecho del paciente se está enviando la sangre al resto del organismo. Esa es la parte de fontanería. Entra entonces en juego la electricidad. Cuando se recuperan los latidos por las maniobras de RCP, el ritmo del corazón es caótico. Se le tiene que dar un chispazo con un desfibrilador para que vuelva a su cadencia normal. Es esa imagen que se ve en las películas en las que los médicos le ponen dos placas sobre el pecho para resucitar al paciente. Ya hay aparatos muy básicos y de manejo simple en numerosos lugares públicos.

Ángel García Alcántara, médico jubilado del Clínico y alma mater de esta iniciativa de divulgación, precisa que solo con el masaje cardiaco a tiempo se salvan un 30% de las vidas. Y si a los seis o siete minutos se le suma la asistencia con un desfibrilador, el porcentaje se eleva casi a la mitad de las personas que sufren una parada cardiaca súbita.

Buena parte de las paradas se producen por un infarto. El problema es que los pacientes tardan de media una hora en identificar los síntomas. Es ese dolor que aparece en la zona en la que va la corbata y se irradia al brazo izquierdo. En otros pacientes -sobre todos diabéticos y mujeres- la sensación es más difusa, con falta de aire, malestar y cansancio. Al año en la provincia se producen 4.500 infartos y tres de cada 10 mueren antes de llegar al hospital. De ahí el empeño de De la Torre, García Alcántara y los voluntarios de Expaumi en concienciar a la población de que se necesitan las manos de todos para salvar vidas.

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