"Si mantengo la salud solo Dios me retirará de trabajar en mis hoteles"

Turpault, una leyenda viva de la Costa del Sol, critica que haya hoteleros que disminuyan los precios porque "más tarde o más temprano se baja la calidad" · A sus 88 años cree que el futuro viene de la mano de internet

Pierre Turpault posa en la terraza del hotel Don Pablo de Torremolinos momentos antes de realizar la entrevista con este diario.
Pierre Turpault posa en la terraza del hotel Don Pablo de Torremolinos momentos antes de realizar la entrevista con este diario.

26 de junio 2011 - 01:00

Pierre Alexis Turpault, conocido como Pedro, es una leyenda viva del sector turístico de la Costa del Sol. Abrió su primer hotel hace 50 años en Torremolinos y hoy en día sigue, a sus 88 años, al pie del cañón. Es el principal propietario de tres hoteles -Don Pablo, Don Pedro y Don Marco- y dirige a una plantilla de más de 200 empleados. De espíritu inquieto, conduce todos los días un BMW y "tenía también un Mercedes que vendí el lunes". Amable y sonriente, el pasado jueves recibió un homenaje de todo el sector turístico en Benalmádena.

-El sector turístico le ha dado un premio esta semana. ¿Qué sensación tiene?

-Me da mucho orgullo. No me lo esperaba. Pensaba que ya había terminado con los premios porque he recibido varios y creía que me habían jubilado en este sentido. Posiblemente sea el último pero puede ser el más prestigioso.

-Usted es francés. ¿Cómo acabó en Málaga?

-Me fui de Francia tras la Segunda Guerra Mundial y me fui a vivir a varios países orientales, donde trabajaba en el negocio de la compraventa de cereales y otros productos agrícolas. Después regresé a París y a Londres pero me jubilé en 1970 porque quería vivir en un sitio donde hubiera sol. Me vine a Málaga y tenía 50 años, por lo que tenía que hacer algo porque era demasiado joven y demasiado pobre.

-¿Por qué decidió abrir un hotel?

-En 1961, antes de que viviera en Málaga, compré una pequeña parcela y me di el capricho de construir un pequeño hotel de 12 habitaciones al que llamé Don Pedro por mi nombre. Yo me alojaba una vez al año para las vacaciones e invertía el pequeño beneficio que obtenía en hacer más habitaciones. En 1971 decidí quedarme a vivir en Torremolinos y puse el hotel con 180 habitaciones y, al año siguiente, lo incrementé hasta 272. Me parecía que el turismo era la industria con más futuro de cara a los extranjeros. Era una industria fácil en comparación con otras.

-Era un hotel bastante grande para la época.

-Sí. Pero había otros hoteles más grandes. De hecho, en 1974 inauguré el hotel Don Pablo con 443 habitaciones.

-De 12 habitaciones a 700. Veo que iba bien el negocio.

-Sí. La verdad es que sí.

-Tiene un tercer hotel.

-El Don Marcos, pero ese lo abrí hace cinco años con 180 habitaciones.

-Don Pedro por su nombre pero ¿por qué Don Pablo y Don Marco?

-Don Pablo porque era la misma fecha de santo de Pedro, el 29 de junio, y Don Marco porque ese hotel lo decoramos de forma oriental y quise hacer un homenaje a Marco Polo.

-¿Había mucha competencia hotelera en Torremolinos en los comienzos?

-Había bastantes hoteles pero no tantos como ahora [se ríe]. Se han construido muchos. No obstante, en aquel tiempo había más demanda que oferta porque los touroperadores ingleses y alemanes tenían más clientes de los que podíamos alojar.

-Perfecto, estaban siempre llenos.

-Sí, aunque a precios baratos. El primer año en el Don Pedro vendíamos la habitación con pensión completa por 220 pesetas (1,32 euros). Era muy poco. Rentabilizábamos el hotel gracias a que lo teníamos siempre lleno.

-Ahora cuesta un poco más.

-Menos mal [se ríe].

-¿Qué recuerda de esos primeros turistas que venían a la Costa del Sol?

-Eran británicos y alemanes de tipo medio que, gracias a los touroperadores, podían disfrutar de unas buenas vacaciones a precio asequible. En aquella época ni siquiera existía como tal la Costa del Sol. Los ricos iban a Marbella pero a Torremolinos y Benalmádena venía gente normal.

-¿Nunca pensó en abrir algún hotel en Marbella?

-No, porque estaba aquí. Tenía mi primer hotel en Torremolinos y tuve la oportunidad de comprar los terrenos adyacentes para hacer el segundo. Todo ese espacio era caña de azúcar.

-Tuvo buena visión comercial.

-Y suerte.

-Por curiosidad, ¿cuánto le costó el terreno?

-Los primeros 1.000 metros cuadrados, donde puse las 12 habitaciones, me costaron a 60 pesetas el metro cuadrado. El terreno para el Don Pablo me costó 3.000 pesetas por metro cuadrado.

-He leído en algún sitio que compró una casa en Torremolinos por dos cajas de vino ¿es verdad?

-Sí. Cuando venía de vacaciones compré una pequeña casita de pescadores en el Bajondillo a cambio de dos cajas de vino.

-Eso sí que es un negocio.

-La verdad es que el vino no era muy caro. Esa casa todavía existe. Creo que nadie hará eso hoy en día.

-¿Ha notado algún cambio entre el turista de hace 40 años y el actual?

-La gente cambia pero tenemos el mismo tipo de clientela. Clase media trabajadora o jubilados. Lo que les atrae es el clima.

-¿Y en la hotelería? El trato con el cliente no es el mismo.

-Antes el trato era mucho más directo. También es verdad que empecé con 12 habitaciones y ahora tengo 900. Así es más difícil, aunque hay mucha gente que vuelve año tras año, empiezas a conocerlos y haces amistad. Es la evolución normal.

-Hay hoteleros que están preocupados por la imagen que dan turistas que vienen de despedida de soltero los fines de semana y se emborrachan. ¿Qué piensa usted?

-En la Costa del Sol no hay muchos casos. No me preocupa, creo que son turistas como cualquier otro.

-Se habla siempre de traer un turismo de calidad.

-Tenemos que mejorar la calidad pero se han hecho muchas cosas. Antes los hoteles no tenían aire acondicionado y ahora lo tiene todo el mundo. También tenemos camas mejores, habitaciones más confortables, mejor servicio.

-¿Cree que podemos competir con países como Turquía?

-No podemos competir con ellos en precio y Turquía, al ser un destino relativamente nuevo, tiene hoteles muy nuevos, grandes y modernos. En Egipto también ocurre. España tiene mucha más competencia ahora que antes.

-¿Qué ventaja tenemos?

-El clima y que estamos dentro de la UE, por lo que no hay el mismo temor que en Turquía, Egipto o Túnez. Damos una imagen de seguridad y servicio y eso es muy importante. Las revueltas en los países árabes nos han permitido atraer más turistas, sobre todo en Canarias, pero también aquí. En nuestros hoteles hemos tenido más reservas de personas que pensaban ir a Oriente Medio.

-¿Vendrán más turistas en verano?

-Eso dicen [se ríe]. La Semana Santa ha sido muy buena y el mes de junio ha empezado muy bien, aunque nos queda ver qué pasa en julio y agosto donde prevalece el turismo nacional. La tendencia ahora es reservar más tarde y no se sabe hasta principios del mes cómo va a ser.

-¿Le preocupa que las reservas sean tan de última hora?

-No, ya nos hemos acostumbrado. Llevamos varios años así. Trabajar con los touroperadores todo el año era más fácil, porque no había que buscarse la vida tanto como ahora.

-¿Ha perdido mucho peso el touroperador en sus hoteles?

-Sí. Ahora traen al 50% de nuestros clientes y antes era el 100%.

-¿En qué momento cree que se encuentra la Costa del Sol?

-Hemos tenido unos años bastante malos, aunque en 2010 recuperamos un poco y el 2011 está siendo mejor, pero la competencia se hace sentir. No solo la exterior, sino entre nosotros mismos porque hay una tendencia a bajar precios pensando que eso sería la solución de todo y no lo es. Bajando los precios, más tarde o más temprano tienes que bajar la calidad. Por otra parte, los inviernos son peores cada año y la estacionalidad nos afecta cada vez más.

-¿Qué se podría hacer para acabar con esa estacionalidad?

-Todo el mundo está preocupado pero no es fácil arreglarlo. La gente en invierno no tiene tanto dinero para irse de vacaciones porque la crisis está siendo dura en toda Europa.

-Se está intentando captar viajeros con el golf, la salud, la cultura... ¿es suficiente?

-De momento no. Creo que la promoción se está haciendo bien y no hay duda de que la Administración hace mucho más ahora que antes, porque hace años el turismo no se consideraba tanto una fuente de ingresos. Pero el invierno sigue mal.

-¿Qué le parecen las reservas por internet?

-Está muy bien. Es el futuro. En internet puedes ver todas las características del hotel y hasta se pueden hacer las reservas, por lo que no es necesario mandar folletos.

-Eso les obliga a una revisión continua porque hay todo tipo de comentarios de los clientes en la Red.

-Sí, pero eso es bueno.

-Usted tiene 88 años. ¿Por qué sigue al frente de los hoteles?

-Tengo el 80% de las acciones y el 20% se lo vendí a la cadena Sol Meliá hace 15 años por lo que ellos llevan el día a día. Sigo aquí porque me gusta el trabajo, porque el turismo siempre ha sido para mí como una afición.

-O sea, que no se va a retirar.

-Dios me retirará. Si tengo salud, naturalmente.

-¿Qué le recomendaría a los empresarios turísticos jóvenes?

-Trabajar mucho y tener ánimo. Si pueden entrar en algún nicho de mercado especial, mejor.

-¿Cómo le gustaría que le recordaran las próximas generaciones?

-No me importa que me recuerden. He hecho mi negocio, he ayudado a la industria turística, he conocido a mucha gente y ha sido una muy buena experiencia para mí.

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