Málaga

Con la memoria en otra catástrofe

  • El incendio ocurrido el 7 de agosto de 1991 en plena Sierra de las Nieves es el único que se asemeja en superficie afectada al que tuvo lugar la semana pasada

Pocos incendios forestales, por suerte, han tenido la terrible dimensión del que la semana pasada sembró el caos en la Costa del sol que se vio rodeada por las llamas. Sólo hay un precedente en la historia reciente de la provincia de Málaga y ocurrió en agoto de 1991, hace justo ahora veintiún años. Era miércoles, 7 de agosto, el día que se inició aquel trágico incendio forestal en un paraje cercano a un cortafuegos del monte público de Igualeja, en plena Serranía de Ronda y en el corazón del parque natural de la Sierra de las Nieves. Cada retén del dispositivo contra incendios debía dirigirse hacia un punto de encuentro para ser recogido en helicóptero por la peligrosidad de la zona donde se originó el fuego.

Pero la fatalidad quiso que el primer aparato que recogió al retén de Ronda tuviera un accidente, en el que varias personas resultaron heridas. Además, al caer sobre unos terrenos forestales de Parauta, el helicóptero salió ardiendo causando un nuevo fuego. La necesidad de auxiliar a los heridos y evacuarlos al hospital de Ronda, así como que los medios -entonces no existían los centros de defensa forestal actuales equipados para dar una respuesta más inmediata- hizo que los retenes desplegados por distintos montes de la provincia tuvieran que acudir por carretera para atacar los dos fuegos que se adentraron de inmediato en densas masas forestales de árboles adultos.

Unas 2.500 personas participaron en la extinción de este fuego, incluida la Legión militar situada en su base de Ronda. Pero aún así, el incendio no se llegó a estabilizar hasta cinco días después calcinando a su paso unas 8.150 hectáreas, casi una cuarta parte eran del parque natural de Sierra de las Nieves. Los municipios de Igualeja, Parauta, Istán y Tolox, y en menor medida, Benahavis, Monda y Yunquera fueron los más afectados por este siniestro, que únicamente afectó a vegetación y que sólo el tiempo ha conseguido cicatrizar la herida que le dejó las llamas.

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