Málaga

Un mercado entre dos zanjas

  • Los comerciates dicen sentirse "aislados", entre la reurbanización, al norte, y el Metro, en la Alameda

El mercado de Atarazanas, icono del comercio más tradicional de Málaga capital y referente arquitectónico, es hoy un zoco entre dos zanjas. Al norte, la más próxima, la que tienen abierta desde hace casi dos meses los obreros que trabajan en el proyecto de semipeatonalización del entorno; al sur, algo más alejada pero igualmente sensible, la del tramo del Metro al centro. Esta particular localización, estratégica en cualquier otro contexto, se convierte en un escollo considerable para los cientos de clientes que a diario tienen que acceder hasta el inmueble.

"¿Afectados? No, afectadísimos", sentencia David Ruiz, presidente de la asociación de comerciantes de Atarazanas, que pone el acento en lo complejo que resulta hoy por hoy acceder al zoco. "La gente no tiene facilidad alguna para entrar", expone, al tiempo que relata como hay clientes que admiten no saber muy bien por qué siguen yendo a comprar a Atarazanas. "Nos han aislado completamente; los mismos clientes vienen rajando, dicen que vienen pero que no saben por qué, porque cuesta mucho trabajo pasar", añade.

La obra se multiplica por dos. Los trabajos incluidos en el plan turístico de la capital, programa en el que participan la Junta de Andalucía y el Ayuntamiento de la ciudad, obligan a reducir de manera drástica el acceso por el lateral norte, el más próximo a Camas. "Nos dieron unos plazos pero luego vemos que los arqueólogos lo retrasan todo una barbaridad; tardaron tres o cuatro días en abrir la zanja y el resto del día están con la escobita", lamenta Ruiz.

La intervención urbana tiene un plazo de seis meses, a contar desde que arrancaron las operaciones a principios de enero. Sin embargo, desde ese momento transcurren ya dos meses con la obra estancada en las labores de arqueología. Sobre ello, la delegada de Cultura, Monsalud Bautista, explicó que se está documentando lo que se encuentra, que coincide con la planta de las atarazanas.

"La del Metro también la notamos", indicó el presidente de los empresarios de Atarazanas, quien destacó el efecto negativo que está teniendo el corte al paso del tráfico del acceso al entorno desde el Puente de la Esperanza. "Sabíamos que iba a haber molestias, pero se aceptó que desde el puente se iba a poder acceder con facilidad; hemos hablado con el Metro, con la Policía Local y cada uno echa las culpas al otro; los que intentan venir en el coche acaban en el Civil", insistió.

Una parte de la obra del Metro en la que la arqueología también están muy presente. Después de que los obreros de la UTE adjudicataria del tajo, integrada por Acciona y Sando, cerrasen la zanja abierto en el cruce de la Alameda con calle Ordóñez, para garantizar el paso de las procesiones en Semana Santa, la delegada de Cultura insistió ayer en que la infraestructura deberá adecuarse a los restos del fuerte de San Lorenzo encontrados en ese punto.

No obstante, a diferencia de lo sucedido con la muralla nazarí en Callejones del Perchel, donde las dimensiones de la estructura eran muy superiores a lo inicialmente previsto, el fuerte estaba perfectamente catalogado y delimitado. "Se ha verificado lo que ya se creía, que el fuerte iba de norte a sur; eso es algo que ya está documentado", expuso Bautista. Una circunstancia que, a priori, rebaja sensiblemente las posibles exigencias por parte de Cultura y la incidencia sobre el Metro. A pesa de ello, añadió: "el trazado se modificará si el bien encontrado está en medio; habrá que sortearlo". No parece que ello vaya a ser necesario. En cuanto a los restos encontrados en la parte de la Alameda más al este, dijo que se trataría de "construcciones viejas", cuyo valor desde el punto de vista arqueológico es escaso.

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