Miguel Pérez Paniego, número uno en las oposiciones a registrador de la propiedad: "Lo suyo es estudiar diez horas al día"
A sus 32 años, este malagueño ha alcanzado el sueño de miles de aspirantes a funcionarios aprobando una oposición a Notaría y sacando la mejor marca en otra a Registro
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"Soy inquieto, no me gusta estar parado", relata Miguel Pérez Paniego casi justificándose. No tiene que jurarlo. A sus 32 años, este malagueño antiguo estudiante de Matrícula de Honor del colegio San Estanislao de Kostka, del que guarda un grato recuerdo, ya ha alcanzado el sueño de miles de jóvenes aspirantes a funcionarios sacando adelante no una, sino dos oposiciones: a Notaría y a Registro. Esta última, en la que aprobaron 46 personas de las 700 que se presentaron, con el número uno, por lo que obtuvo la Cruz Distinguida de Segunda Clase de la Orden de San Raimundo de Peñafort, una condecoración que se otorga a aquellos que han realizado méritos relevantes en la administración de Justicia.
Hijo de una médico y un ingeniero agrónomo del estado, a Pérez Paniego siempre le inculcaron la idea de opositar. Aunque reconoce no tener familiares notarios ni registradores de la propiedad. Sus dos abuelos sí que ejercieron la abogacía, ante lo que se vislumbra una pasión heredada por el Derecho, con el que él se gana la vida desde hace dos años y medio en una notaría en Espejo (Córdoba), muy próxima al pueblo de su familia materna. "La elegí porque quería estar cerca de Málaga y de Cabra, de donde es mi madre. El oficio me hace especial ilusión, la verdad es que me encanta".
¿Y entonces por qué opositar a registrador? "Me lo han preguntado mucho: que por qué me pasaba a esto, que si lo otro no me gustaba... Lo que pasa es que siempre he sido un poco empollón, me ha interesado estudiar", asegura rayando lo risueño antes de darlo por zanjado. "Creo que tampoco sorprende".
Pero lo cierto es que la transición entre ambos es mucho más simple, al menos sobre el papel: la materia de examen de ambas pruebas, que se realizan cada dos años de manera alterna, son bastante similares, por lo que una vez aprobada la primera tenía bastante terreno ganado. Esto no quiere decir que con ello tuviera el camino expedito, puesto que para entonces ya ejercía. Huelga decir, además, que estas oposiciones, que constan de cuatro pruebas que hay que ir aprobando para no volver a la casilla de salida, son de las más complicadas.
"Evidentemente, ha sido mucho sacrificio. Me casé, tuve una hija y fue hace un año y unos meses cuando decidí presentarme; en parte porque me sabía gran parte del temario y porque veía que podía sacarla. Pero no he dejado la notaría en ningún momento, he tenido que compaginarlo", asegura Pérez Paniego, que resalta el gran pilar que ha tenido en su mujer para lograrlo a la par que relata cómo eran sus rutinas en esta última fase.
"Lo deseable es estudiar nueve o diez horas al día seis días a la semana. Eso en un periodo normal, en convocatoria quizá 11 o 12 horas. Sin embargo, yo con la notaría no era tan constante, podía estudiar tres o cuatro días, pero mi trabajo diario me hacía estar muy pendiente. Obliga a estar constantemente interpretando y aplicando el Derecho, eso me permitía ir preparándome, ver la aplicación práctica".
A todo ese proceso de estudio se une, claro está, la posibilidad de no conseguirlo. "Hace falta mucha confianza, seguridad en uno mismo y apoyo moral de los tuyos y del preparador, que ya ha pasado por esto y sabe guiarte; es como una especie de coach. Al final las oposiciones son muy monótonas, muy solitarias. Necesitas, además de tener interés por estudiar, tener una cabeza muy fría. Si suspendes, como la convocatoria es de un año, hasta dentro de tres años, nada. Eso psicológicamente es muy duro... Aunque la ilusión es más fuerte".
Y eso es lo que Pérez-Paniego, con un flamante número uno en la oposición, derrocha ahora asido a una hoja de ruta más que planificada. "Voy a seguir ejerciendo como notario y, cuando me toque tomar posesión de mi primer destino como registrador, ejerceré de ello. Lo que quiero es aprender bien el ejercicio de la profesión, solucionar los problemas que se me planteen, ser un buen registrador y prestar un buen servicio". No tiene que jurarlo.
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