antonio cárdenas. fundador y propietario de la canasta

"Mi mujer y yo creamos el pitufo de pan y fue un éxito"

  • Nieto e hijo de panaderos, Antonio Cárdenas trajo a Málaga en 1983 un nuevo concepto de panadería, cafetería y pastelería al que llamó La Canasta y que hoy cuenta con 45 tiendas y 500 empleados

El empresario en la caja de La Canasta en La Malagueta, abierta recientemente.

El empresario en la caja de La Canasta en La Malagueta, abierta recientemente.

La historia de Antonio Cárdenas es de esas que se pueden enmarcar en el tejido empresarial malagueño. Aprendió el oficio de panadero en la panadería de su padre en el barrio de la Trinidad y, años más tarde, su vocación emprendedora le llevó a crear en los años 80 un nuevo concepto de panadería y cafetería llamado La Canasta que, a día de hoy, ya cuenta con 45 tiendas y 500 empleados. Nos recibe en el local situado en La Malagueta, uno de los últimos en abrirse y que está teniendo éxito.

-¿Qué recuerda de sus primeros años en la panadería de su padre en la Trinidad?

-Mi abuela tenía una panadería y en 1953 la volvió a abrir mi padre. Yo tenía dos años y me he criado con el pan, entre harinas y oliendo a levadura. Mi plastilina para jugar era la masa con la que hacía pan. Ayudaba a los panaderos, aunque imagino que realmente les entorpecería. Con 14 años conocía completamente el oficio.

-Se ve que la vocación le viene de niño.

-Me gusta mucho. En aquella época había dos o tres panaderías en cada calle de la Trinidad y todos los panaderos tenían hijos. No a todo el mundo le gustaba, pero a mí sí. Mi pasión es el pan.

-Tengo entendido que usted repartía pan en una canasta y de ahí el nombre de la cadena.

-Sí. El nombre de La Canasta viene de ahí. Yo usaba una idéntica a la del anagrama de la empresa cuando tenía 12 ó 14 años y repartía pan en bicicleta por el barrio. Llevaba la canasta amarrada al portamanta, que hoy en día no se sabe ni lo que es. En aquella época se podía andar con bicicleta mejor que hoy. No había tantas leyes ni tantos carriles, pero era un medio de locomoción normal. También había menos coches que ahora.

-En aquella época era normal trabajar de niño. Ahora sería ilegal.

-Ahora es ilegal casi todo motivado por las irregularidades que hemos cometido los seres humanos, porque si fuéramos todos más sensatos no habría tanto que legislar. En aquella época es lo que había y era necesario, máxime cuando tu propia familia era autónoma.

-Posteriormente se trasladó al Camino de Suárez a abrir otra panadería con su mujer.

-Sí. Con 18 años conocí a mi futura mujer y cuando decidimos casarnos pusimos la panificadora El Bambi en el Camino de Suárez, iniciando una nueva etapa profesional y vital. Mi mujer se incorporó de lleno al negocio del pan y se puso al frente de la tienda en 1977. Ella ha sido un pilar en todo el desarrollo por la creatividad que tiene y lo comercial que es. Yo estaba en el obrador haciendo pan y ella en la tienda tenía mucho salero y mucha naturalidad. Ella creó lo que en Málaga se llama pitufo.

Antonio Cárdenas posa con un pan grande antes de esta entrevista. Antonio Cárdenas posa con un pan grande antes de esta entrevista.

Antonio Cárdenas posa con un pan grande antes de esta entrevista. / fotografías: javier albiñana

-¿El pitufo es suyo?

-Yo hice un bollito de pan muy chico y bonito y ella dijo de ponerle el nombre de pitufo. Tuvo mucho éxito y se extendió rápidamente. Era un segmento de mercado que no estaba cubierto y se extrapoló enseguida a los bares. En aquel momento había vienas muy grandes y el pitufo era la mitad de una viena, pero muy bien hecho y muy bonito. Ahora hemos creado la flauta, que está funcionando muy bien. Es un pan exquisito para calentar.

-Y tras El Bambi da el salto a La Canasta.

-Sí, pusimos una panificadora muy moderna pero llegamos al límite. Había viajado fuera de España y había visto otros sistemas de comercialización y otros productos que en Málaga no había. Tenía en mente llevarlo a Málaga y se crearon otros establecimientos parecidos en Madrid, Bilbao o Barcelona, pero de Madrid para abajo fuimos pioneros muchos años. En 1983 creamos una panadería, pastelería y cafetería que fue una innovación en esa época. Fue un reto alto para mis capacidades porque era un simple panadero de barrio sin más inversores. Nos metimos en ese proyecto que fue muy ambicioso y nos costó media vida sacarlo hacia delante.

-Le sonrió la fortuna.

-Fue tal el éxito que tuvo que hasta me desbordó mi capacidad de gestión. Abrimos con 26 trabajadores muy bien escogidos y a la semana tenía 40 por necesidad para atender la demanda. Aquello nos rompió un poco el esquema, la organización, ya no les pude formar ni escogerlos de la misma forma...

-Tuvo que aprender a ser empresario sobre la marcha.

-A los dos años tuve que crecer para poder mejorar la matriz y abrimos una línea de La Canasta en supermercados que también era un concepto en el que creía porque había un segmento de mercado virgen. Acertamos en el canal y en el diseño y llegamos a tener más de 100 tiendas en supermercados en Málaga, Córdoba, Granada o Estepa, entre otras. Esa línea la hemos ido reduciendo y cambiando por la línea de gastropan, que sobresale ahora y se nos ve más porque estamos implantados en el centro de Málaga. Hemos crecido con tiendas en Atarazanas, calle Hilera, Larios, Malagueta o Marbella. Aquí han intervenido mis hijos, que desde pequeños también han estado incorporados porque cuando salían del colegio les enseñaba el oficio. Han hecho sus carreras y cuatro de ellos han decidido seguir en el negocio familiar, hasta el punto que hacen en torno al 80% de las funciones.

-¿Pensaba usted cuando estaba en el obrador de El Bambi que llegaría a tener la cadena actual?

-Nunca. Nunca me he puesto objetivos, sino ir día a día.

-¿Cuántos establecimientos y empleados tienen ahora?

-Tenemos 45 tiendas y acabamos de abrir la primera en Sevilla como franquicia, un canal que llevamos desarrollando desde hace unos años para compartir la gestión con terceros. Contamos con 40 tiendas propias y cinco franquicias. Respecto al empleo sumamos 500 trabajadores.

-El local de Sevilla que han abierto recientemente es uno emblemático junto a la Catedral. ¿Cómo les está yendo?

-Nos atrevimos a desembarcar en Sevilla porque el lugar es emblemático, pues es el local donde estaba Horno San Buenaventura que cerró. Ya tenía un fondo de comercio creado porque era una institución en Sevilla. Distribuimos los productos frescos allí todos los días. A las tres de la mañana sale el vehículo para allá con todo recién hecho. Estamos contentos porque está dando buen resultado.

-Tuvieron que competir con otras cadenas grandes de alimentación por el local. Supongo que estarán satisfechos de haberse llevado el gato al agua.

-Sí, había otras firmas interesadas pero el ayuntamiento de Sevilla quería un establecimiento hostelero de calidad como el nuestro, no uno de comida rápida. El ayuntamiento fue exigente y nosotros cubrimos esa necesidad. En la inauguración estuvimos arropados por los alcaldes de Málaga y Sevilla y nos sentimos muy satisfechos por ello.

-Va día a día pero, ¿qué retos se marca a corto o medio plazo?

-No tenemos retos. Ahora mismo tenemos dos tiendas nuevas que se están instalando. Una está en Teatinos y otra en Rincón de la Victoria, que estábamos antes, se cerró para reformar y ahora la vamos a reactivar. Estas dos son tipo franquicia.

-¿Dónde tienen la fábrica?

-La fábrica es el corazón y es lo más protegido que tenemos. Está en el polígono Guadalhorce, tiene 3.000 metros cuadrados y trabajan 80 personas, aumentando el número en Navidad porque desde ahí se abastece a todas las tiendas.

-Supongo que harán millones de panes y dulces al año.

-Sí, millones. No lo sé exactamente pero tenemos 800 artículos de fabricación directa y fresca. Todo con productos naturales y lo más locales posibles.

-¿En qué momento está el sector? ¿Hay mucha competencia?

-Los gremios siempre se quejan de que hay mucha competencia, pero siempre la ha habido. No hay ni más ni menos que antes. Cuando mi padre repartía pan iba con un burro y tenía competencia; yo cuando iba en la bicicleta tenía competencia; y ahora que vamos con un camión tenemos competencia. La competencia siempre existe y me preocupa, pero es necesaria para mejorarnos.

-¿Qué requisitos hay que tener para ser un gran empresario?

-Lo principal es tener vocación y saber que eres el responsable de cualquier cosa que pase en la empresa aunque no estés. Luego hay que ser arriesgado y no puedes tener nada tuyo porque mis propiedades son de la empresa. La satisfacción es hacer un trabajo, crecer y poder contratar a gente. Lo que quieres para ti poder trasladarlo a los demás.

-¿Qué echa de menos en el empresariado andaluz?

-Los andaluces estamos contentos de como somos y no tenemos nada que echarnos en cara. Dicen que somos vagos y es mentira. Nosotros tenemos que hacer las cosas bien y actualizarnos. Tenemos una cantidad de andaluces ilustres de los que tenemos que estar orgullosos.

-¿Cómo se podría acabar con la alta tasa de paro que tenemos endémica?

-Es bastante complejo y yo no tengo la fórmula. Para mí son las instituciones las que tienen que orientar a la creación de puestos de trabajo, más comodidad social o lo que sea. Son las que tienen que apoyar a los empresarios.

-¿Hay apoyo?

-Todos pensamos que necesitaríamos más apoyo, pero las instituciones tienen sus límites y repartirán lo que tienen.

-¿En qué momento ve a la provincia de Málaga?

-No nos podemos quejar, ha avanzado bastante y tenemos un nivel turístico muy aceptable que es nuestra principal fuente de riqueza. Habría que compaginarlo con más industria, pero eso depende de la política. En Málaga faltan industrias. El sector servicios está bien y deberíamos aprovechar que estamos en un momento de auge para crear otras fuentes de ingresos para cuando falle el turismo. Deberíamos prepararnos. No veo que a nivel de instituciones se esté hablando de eso.

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