Los negocios chinos llegan a El Limonar
Algunos vecinos expresan su malestar por la apertura de un supermercado asiático en la barriada
Llegaron en la década de los 80 para hacerse un hueco en el sector de la hostelería con sus restaurantes chinos, pero hoy se han convertido en los dueños y señores de los bazares de barrio. Las zonas acomodadas de Málaga son ahora símbolo del avance del gigante asiático, que aprovecha la crisis de consumo para penetrar en barriadas huérfanas de negocios orientales, lo que ha provocado el malestar de algunos vecinos, que defienden el comercio tradicional. Con sigilo, precios económicos y miles de horas de trabajo a sus espaldas, los empresarios chinos han multiplicado su oferta comercial en toda la provincia de Málaga, donde dirigen unos 2.000 negocios.
La última de sus conquistas tiene como protagonista al paseo del Limonar. Hace apenas una semana, un bazar supermercado abrió sus puertas para ocupar un antiguo local de 280 metros cuadrados. Se trataba de Coco's, todo un referente desde principios de los 90, cuando comenzó el declive de la marcha nocturna de Pedregalejo. La entrada a la recién inaugurada tienda, regentada por tres empresarios asiáticos, permanece prácticamente intacta a aquellos días en que daba acceso a un bar de copas, pero su esencia es completamente distinta. Una sombrilla de varios metros luce en la puerta del negocio, que, después de varios años, ha mudado su piel. Como reclamo, a solo unos metros, da la bienvenida a los clientes una pizarra con una oferta que también comparten otros comercios chino: dos barras de pan, 1 euro.
Darse a conocer en El Limonar es ahora la máxima del nuevo negocio, según cuenta Jei, uno de los empleados, asentado en España desde 2003. "De momento, la gente no sabe mucho de nosotros. Es una buena oportunidad. Abrimos de 10:00 a 22:30. Después de las 22:00 no vendemos alcohol y nunca a menores", recalca.
En un intento de recuperar el éxito que Coco's bar cosechó durante su época dorada, el propietario del bazar de alimentación ha optado por absorber también una cafetería contigua al local, que será inaugurada en marzo. "Estará separada, pero quien quiera podrá entrar al supermercado para comprar artículos", indica Jei, que domina el español con cierta soltura a sus 26 años de edad.
El chino laborioso y pacífico que apenas habla castellano ha dado paso a una nueva generación que representa a un gigante económico. Sin embargo, la idea de que este colectivo se adentre en zonas como El Limonar no convence a todos los vecinos, ya que algunos temen que la apertura de negocios orientales dañe la imagen de una de las barriadas más populares de Málaga. "No me hace mucha gracia. Me parece una intromisión tremenda, algo muy agresivo para el barrio. No estoy de acuerdo con la forma en que estos empresarios ejercen el comercio. Es distinta a la del resto de ciudadanos", expresa Ignacio, que vive cerca del bazar.
La aversión por parte de varios habitantes hacia los comercios asiáticos responde, en la mayoría de los casos, a "la falta de especialización en técnicas de alimentación" que, según denuncian, caracteriza a estos vendedores. "Nunca he entrado en un sitio así. En mi casa no se van a consumir productos de estas tiendas", reconoce una señora. Carlos Dell'Olmo, sin embargo, defiende que estos empresarios "están en su derecho de vender lo que quieran", siempre que respeten las normas de Sanidad. "Si fueran españoles, probablemente la gente no se quejaría", dice.
Otros vecinos alaban la libertad de horarios de los locales chinos, que permanecen abiertos de lunes a domingo entre 12 y 14 horas al día. "Muchos lo critican pero seguro que terminan entrando. A nosotros nos resulta muy socorrido, sobre todo cuando el Mercadona ya ha cerrado", cuenta Soledad. Una opinión que también comparte Alejandro: "Si necesito algo lo compraré, pero no creo que el bazar dure más de seis meses en una zona como ésta. Mucha gente cree que no es el sitio más adecuado para poner un chino".
El supermercado asiático de El Limonar no ha sido el único que se ha aventurado a desafiar la crisis en los últimos meses y a probar suerte en las barriadas más exclusivas de la ciudad. Cerca de la zona del Camino Nuevo, en la calle Ferrándiz, tres comercios orientales -dos de alimentación y uno de ropa- han visto también la luz recientemente. En sus inmediaciones vive Pablo Lavado, un joven de 17 años. "Voy muchísimo a comprar. Tengo un Supersol al lado pero cierra los domingos y los chinos siempre están abiertos. Encuentro de todo a unos pocos metros: es fácil y barato. Si uno quiere calidad se va a El Corte Inglés, que está más lejos", agrega.
Han transcurrido más de 30 años desde que los propietarios de negocios asiático irrumpieron en Málaga. Después de invadir los polígonos industriales y convertir la Carretera de Cádiz en una pequeña Chinatown, ahora llegan también a la avenida Juan Sebastián Elcano, donde en diciembre Jin Yen inauguró un sofisticado hipermercado de unos 900 metros cuadrados que ofrece a sus clientes hasta carritos para añadir sus compras. Lo cierto es que la nueva generación de comerciantes orientales pisa el terreno con seguridad, pero también con cierta solvencia. "Pago un alquiler de 8.000 euros al mes. La gente se lleva de todo, aunque muchos miran y salen sin compras. Por ahora, solo gano para pagar", asegura Jin.
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