Una noche para el duende

José Mercé regaló sus mejores cantes en la segunda Gran Gala de la Feria

Una noche para el duende
Una noche para el duende
Fernando Torres

18 de agosto 2015 - 01:00

UNA malagueña de las que se cantan. Un guitarrista flamenco y la imponente figura de José Mercé. El escenario del auditorio se antojaba grande en exceso para solo dos artistas, pero en la primera caricia a la guitarra la sensación desapareció. Como el que enfila al toro, con valor y coraje, el cantaor anunció el palo escogido para comenzar. Una de la tierra. Una de aquí. Con la primera malagueña el público ya sabía que algo grande iba a pasar, aunque las expectativas solo fueron eso, una mera suposición.

Para la primera parte de su actuación en el Auditorio Municipal, Mercé decidió mostrar su lado más jondo y lleno de duende. Las manos de Padilla dieron color al momento para que el nebricense respirara tranquilo. Dos son multitud cuando se trata de maestros. Tras cuatro tiempos de extrema energía, al final de los cuales Mercé se puso en pie para agradecer los vítores de la grada, dio paso al resto de acompañantes en la fiesta. Otro guitarrista más, cajón flamenco y tres palmeros para ayudar con el compás.

Durante toda la noche, Mercé se refirió a la ciudad como "un sitio lleno de flamenco", y no desaprovechó la ocasión para elogiar "la feria tan bonita que hay aquí". Dio paso así a un tanguillo que no pudo encajar más con el momento. "Te pintaré de azul, te pintaré de rosa, te llevaré a París, eres la más hermosa". Te pintaré de azul, inspirado en el pintor Pablo Ruiz Picasso, inspiró también a un público que aplaudió la elección.

Uno de los momentos con más raza corrió de nuevo de las manos de padilla, quien, acompañado de palmas concedió unos minutos al cantaor para descansar la voz. El público no supo estar a la altura del momento y no respetó el solo de guitarra. A penas nadie guardó silencio, simplemente esperaron a que llegara de nuevo el cante, desaprovechando la elegancia y el tino con el que el ya consagrado guitarrista interpretó una pieza de un alto nivel de complejidad.

A la vuelta de su descanso, Mercé se mostró animado y trató de contagiar de entusiasmo a los asistentes, que acompañaron al cuadro flamenco con Al amanecer, momento en el que dos de los coristas, a parte de palmear, se arrancaron a cantar junto al maestro. Acto seguido, el olvido de Amanda se hizo flamenco. La versión de Te recuerdo Amanda, sorprendió y gustó a la vez, conocida en todas sus versiones.

Superado ya la mitad del espectáculo, Mercé volvió a retirarse, pero esta vez dejó solos ante el peligro al otro guitarrista y al encargado de cajón flamenco. En este caso la atención de los espectadores se desvió de nuevo, demostrando, que para el gran público, no es flamenco todo lo que reluce. Conversaciones por encima de los acordes, risas y gritos para advertir al amigo que no encuentra a los demás. El silencio -vestido de aplausos- volvió al auditorio cuando el protagonista volvió al cuadro, y lanzó una propuesta a los oyentes: "Para esta canción, si a ustedes les parece, me gustaría que cantáramos todos". Al alba, de Luis Eduardo Aute, arrancó olés y aplausos en muchos momentos, a parte de obtener los resultados esperados: el público cantó a coro, y avacionó el final seco y explosivo de la canción.

Una falsa despedida repleta de vítores y exclamaciones de devoción a la figura de Mercé fueron el aperitivo perfecto para lo que se avecinaba. Como si todo el mundo estuviera urdiendo el mismo plan, y con un brillo de complicidad en la mirada, el cantaor comenzó a cantar Aire, como siempre hace para cerrar sus actuaciones. Muchos asistentes esperaban esa canción como agua de mayo. Se convirtió, a últma hora, en la más cantada y la que más sonrisas arrancó -en el escenario y en el patio de butacas- de toda la noche, para decir adiós dando las gracias y reverenciando los largos aplausos.

stats