Sin nombre y con tripulantes
Tras su apresamiento por parte del Servicio de Vigilancia Aduanera, el buque abanderado en Sierra Leona Mayak quedó atracado en el muelle número siete el 17 de marzo. Desembarcados los más de 400 fardos de 30 kilos que completaban las 15 toneladas de hachís apresadas, y detenidos los ocho tripulantes que navegaban a bordo, el barco, en depósito judicial, comenzaba un baile por los muelles del puerto.
Después de permanecer ocho jornadas en el muelle siete, el Mayak pasaba al muelle 3 A-3, donde permanecía atracado 18 días. Reubicado al muelle de Heredia (allí fue amarrado en dos posiciones diferentes durante 28 días), el 10 de mayo el mercante pasaba al atraque situado en la desembocadura del río Guadalmedina.
Liberado del depósito judicial y considerado a efectos portuarios como un buque inactivo, esto ocurría el 29 de mayo, el Mayak comenzaba una nueva etapa que se iniciaba con su venta y el cambio de nombre y bandera. Rebautizado como Santa Maria y con matrícula de Tanzania (curiosamente en los dispositivos de posicionamiento marítimo por satélite este nombre y su nueva bandera aparecían cuando el buque aún lucía su anterior nombre pintado sobre su casco), el carguero se encuentra en la actualidad a la espera de pasar una inspección de Capitanía Marítima, amén de formalizar todos sus pagos, para salir con destino a Orán, lugar donde está previsto que sea reparado.
Tras quedar a finales de la pasada semana físicamente liberado de su anterior nombre, y a la espera de que su casco muestre su nueva identidad, el mercante, ya con tripulantes a bordo, aguarda que se regularicen todos sus documentos. Pero con independencia de todas estas circunstancias, lo más significativo de este barco hace referencia a los hechos posteriores a su apresamiento con droga. Tras ser detenidos todos sus tripulantes y puestos en libertad el 11 de abril, el 30 de ese mismo mes, escoltados por agentes de la autoridad, los ochos marinos sirios embarcaban en el mercante para recoger sus pertenencias.
Tras este hecho, el 20 de junio, el capitán (que a la vez actuaba de armador), el jefe de máquinas y un marinero regresaban al barco para permanecer en él. Desde ese mismo instante, y mientras un bufete de abogados malagueños gestionaba todos los asuntos del buque siendo asesorado, ya bajo el nombre Santa Maria, por la agencia consignataria Transcemasa, el número de tripulantes del carguero se ha ido incrementando.Después de formalizarse su venta, en la actualidad, ocho marinos de nacionalidades siria, maltesa y egipcia, viven a bordo del barco, mientras que su nuevo armador, que también es capitán, permanece en Málaga alojado en un hotel. Una historia que sigue viva con un protagonista al que aún no se le puede ver su nuevo nombre.
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