Advierten que la obesidad resta opciones para tener hijos y que estos sean sanos

La obesidad no es una característica como tener el pelo oscuro o los ojos marrones. Es una enfermedad y tiene su impacto en la salud. En la reproductiva también. El exceso de kilos resta probabilidades a la hora de tener hijos y de que estos sean sanos. Un problema que ocurre tanto en la reproducción natural como en la asistida. La advertencia fue lanzada por los especialistas durante las XI Jornadas de Reproducción Humana organizadas por el Centro Gutenberg.

“A mayor obesidad, peores resultados [reproductivos]”, alertó el ginecólogo del Instituto Valenciano de Infertilidad (IVI), José Bellver. La razón es que en las personas obesas se altera la calidad del esperma, de los óvulos así como la “receptividad del útero” a la hora de que se implante el embrión. De modo que influye de forma negativa para la reproducción que el padre sea obeso, que lo sea la madre y, mucho más, si lo son los dos.

Pero en el caso de que el exceso de peso lo sufra la mujer, el impacto es aún mayor porque la obesidad supone “una situación metabólica adversa”. Hay más riesgo de aborto, de malformaciones congénitas del bebé así como de complicaciones durante el embarazo.

“La gente ve la obesidad como una característica de la persona, pero es una enfermedad y tiene un impacto sobre la función reproductiva”, explicó Bellver. El exceso de kilos tanto del hombre como de la mujer les resta posibilidades a la hora de la concepción y, luego, a las gestantes, les complica el embarazo y compromete la salud del hijo.

Los especialistas aclaran que no pretenden generar alarma, sino que la población se conciencie de que la obesidad es una patología y de que las parejas sepan que si planean tener hijos y tienen exceso de kilos, lo primero que deben hacer es intentar recuperar un peso normal. “La obesidad reduce las posibilidades de embarazo siempre, sea de forma espontánea o por reproducción asistida”, insistió el especialista del IVI. Y agregó:“Disminuye las posibilidades de ser padres y de tener niños sanos”. En personas con esta patología, la tasa de recién nacidos vivos es inferior a la de aquellos que tienen un peso correcto.

Los especialistas en reproducción asistida siempre insisten en que la mujer no debe demorar su maternidad más allá de los 35 años porque a partir de esa edad la fertilidad se reduce de forma drástica. Sin embargo, la realidad social es que cada vez la posponen más. Esta tendencia provoca que haya mujeres que necesiten reproducción asistida por su edad, porque si lo hubieran intentado antes, lo habrían logrado de manera natural.

Pero los profesionales admiten que cuando llega una pareja en la que la mujer es “añosa [algo mayor a efectos reproductivos]”, esa realidad ya es inmodificable. Lo que sí se puede modificar es que, si está excedida de peso, baje a niveles normales antes de que se quede embarazada.

En caso de que la mujer sea obesa, pero joven; no hay dilema: los especialistas aconsejan que primero reduzca su peso y luego se inicie el ciclo de reproducción asistida.

Pero, como cada vez más los especialistas se enfrentan a una carrera contrarreloj porque las futuras madres tienen más edad, la duda es qué hacer en aquellas obesas añosas. Porque mientras bajan de peso para mejorar sus posibilidades de ser madres, a la vez pierden un tiempo que puede ser crucial porque están en una etapa de sus vidas en que su capacidad reproductiva cae en picado.

En estos casos, los profesionales se decantan por programas de reducción de peso cortos en los que la espera no perjudique las probabilidades reproductivas.

Y justamente ese es otro de los frentes en los que es necesario mejorar, según los expertos. En el impulso de programas de reducción de peso tanto en la sanidad pública como privada para aquellas personas que se someten a reproducción asistida.

“Pero tienen que estar bien diseñados, con nutricionistas, psicólogos y entrenadores físicos”, advierte Bellver. Este ginecólogo del IVI reconoce que la propuesta no es fácil porque en la actualidad la existencia de estos programas es “anecdótica”, tanto en la sanidad pública como en la privada.