Las obras de calle Victoria de Málaga bajan las ventas en los comercios y siembran dudas sobre su futuro peatonal

La intervención durará, en principio, hasta el 31 de agosto y afecta a una de las principales arterias de conexión entre el norte de la ciudad y el Centro Histórico

La calle Victoria estará cortada hasta septiembre: "Es el momento de ver cómo se comporta el tráfico de Málaga"

Señalización de corte en calle Victoria / Javier Albiñana

Desde el pasado 26 de junio, la calle Victoria de Málaga permanece cortada al tráfico en ambos sentidos. Una decisión que obedece a que bajo su pavimento discurre el histórico colector de Carretería, del siglo XVIII, que reventó durante la última DANA y que ya estaba previsto reformar en el plan de inversiones municipales. La intervención durará, en principio, hasta el 31 de agosto y afecta a una de las principales arterias de conexión entre el norte de la ciudad y el Centro Histórico. Pero, más allá del tráfico y de los desvíos de la EMT, hay dos grupos que sienten con más intensidad las consecuencias: comerciantes y vecinos.

El golpe a las ventas

Quienes más acusan el cierre de la vía son los comerciantes. No tanto por el polvo, el ruido o las molestias logísticas, sino por la pérdida de visibilidad y la desinformación acerca de las obras. “Hemos notado bastante el descenso del público, ya no porque haya menos flujo, sino porque la gente escucha ‘reforma en calle Victoria’ y directamente piensa que está todo cortado, que no se puede venir”, explica María Azuaga, propietaria de la librería de segunda mano Re-Read.

Azuaga no oculta su frustración por la falta de comunicación. “No nos han avisado de nada. Nos enteramos del corte el mismo día que lo hicieron. No sabemos si va a haber ayudas, si habrá exenciones de impuestos por pérdida de facturación. Vivimos de esto y no sabemos cuánto tiempo vamos a estar así”, manifiesta la comerciante.

Librería de segunda mano Re-Read / Adrián Gámiz

Una sensación que comparte Diana Sánchez, trabajadora del supermercado ecológico BioMilanés: “Aquí venía mucha gente en coche, paraba un momento en doble fila y entraba. Eso ya no se puede hacer. Además, los distribuidores también lo tienen más difícil para traernos género”.

Para otros negocios, el impacto es menor, pero existe. Salvador Joda, del bar La Esquinita del Chupa y Traga, reconoce que mantienen su clientela fija, “pero los clientes casuales, los que pasan y se toman algo, han bajado”. Aun así, asegura que los repartidores “se apañan” dejando la mercancía más abajo.

Juan Francisco García, dueño de la tienda de ropa vintage Atípico, considera que el corte apenas le ha afectado. “No dependo mucho de proveedores y sigo viendo turistas pasar hacia la playa”. Pero lanza una advertencia: “Si al final peatonalizan toda la calle, eso ya va a ser otra historia. A ver cómo nos afecta”.

Las dudas del vecindario

La obra ha coincidido con una fase de reflexión en el Ayuntamiento sobre el futuro de la calle. Desde hace meses se habla de una posible peatonalización o, al menos, de una renovación que implique la eliminación de aparcamientos, cambios en los carriles y una ampliación de aceras en algunos tramos. Un rediseño motivado en parte por la imposibilidad de que los grandes autobuses de la línea 1 circulen cómodamente por una vía estrecha e histórica.

Antonio Márquez, miembro de la Plataforma Reivindicativa Barrio de la Victoria, lo ve como “un banco de pruebas” para analizar cómo se comporta el tráfico sin esta arteria. “La entrada norte de la ciudad está muy condicionada. Si no cruzas por el puente de La Rosaleda, aunque vayas a Huelin, tienes que pasar por aquí. Incluso los GPS te mandan por calle Victoria”, explicaba a este periódico.

Señalización de corte en la calle Victoria / Javier Albiñana

Entre los vecinos, la posible peatonalización despierta más recelo que entusiasmo. Emilia López, que ha vivido toda su vida en la zona, lo resume con claridad: “Las obras se pueden aguantar si son hasta agosto, pero peatonalizar es otra cosa. Hay mucha gente que vive de los comercios aquí que les fastidiaría mucho. Además, para los que vivimos más arriba, si quieres bajar al centro en coche, te tocaría dar un rodeo enorme”.

María, vecina que ahora vive cerca del colegio del Monte, teme que los plazos se alarguen: “Dicen que termina en agosto, pero ya sabemos cómo va eso. Y si al final hacen la peatonalización, eso será una obra mucho más larga y molesta”.

Francisco García, otro residente de la calle, asume las molestias con resignación: “Son obras, como cualquier otra. El ruido puntual y poco más. Los comercios sí lo están pasando peor”.

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