La primera Operación Paso del Estrecho del ‘Rusadir’
Titular de la línea entre Málaga y Melilla, este nuevo ferry de Balearìa está inmerso el tránsito veraniego que moviliza a pasajeros magrebíes desde Europa al continente africano
Así es el nuevo ferry 'Rusadir' que cubre la ruta de Melilla a Málaga
Balèaria presenta su nuevo 'Rusadir' en el puerto de Málaga
Málaga/Bautizado con el nombre Rusadir, la denominación fenicia de Melilla, este nuevo ferry de Baleària comenzaba su biografía el pasado mes de abril posicionado en el puerto de Málaga para estrenarse en la ruta del mar de Alborán. Cargado de unas muy interesantes cifras y algunas curiosidades, este cruise ferry que temporalmente ha sido fletado por Baleària llegaba a aguas malacitanas procedente de la localidad polaca de Gdynia; una larga travesía tras la azarosa historia de una construcción, mitad alemana y mitad noruega efectuada entre los años 2018 y 2020.
Iniciadas sus singladuras ente Málaga y la Ciudad Autónoma de Melilla en la noche del domingo 2 de abril, este buque de 43.130 toneladas de registro bruto y 187 metros de eslora que navega con un sistema de propulsión eléctrica alimentado por motores duales a gas natural que pueden alternar el consumo de fuel y gas, tras efectuar 62 viajes redondos, el 15 de junio afrontaba su primera Operación Paso del Estrecho (OPE); un trimestre veraniego en el que miles de magrebíes residentes en diferentes países europeos viajan de vacaciones a sus lugares de origen en el continente africano.
Y si bien la circunstancia de realizar una travesía en barco no debería ser motivo para valorar cómo un ferry recién estrenado afronta estos tránsitos, la muy especial idiosincrasia del pasaje OPE sí que requiere de un análisis sobre cómo el Rusadir está gestionando unas afluencias muy superiores a las ha movilizado en los meses previos al inicio de la Operación Paso del Estrecho malagueña.
Atendiendo a las características de este barco y con la particularidad de que el Rusadir está construido siguiendo unos patrones de diseño propios de ferris del norte de Europa; lo primero que llama la atención al embarcarse en él son sus diáfanos y luminosos interiores aderezados con una decoración muy colorista. Partiendo de estas primeras impresiones y con la incomodidad que supone que el acceso del pasaje tenga que realizarse por una de las cubiertas de garaje (el motivo de esta circunstancia atiende a que la pasarela que el puerto malagueño dispone para efectuar esta operación no es lo suficientemente alta para alcanzar la cubierta que este barco tiene habilitada para los embarques), la llegada a las zonas comunes situadas en las cubiertas siete y ocho muestran lo que muy bien podría ser el interior de un buque de crucero.
Repartidas en estas cubiertas una cafetería, una zona de rezo, un área infantil, un cine, un bar, una tienda, un self-service y un restaurante, además de la recepción y los espacios donde se encuentran las salas de butacas que se reparten en dos categorías diferentes, todas estas áreas se convierten en el centro neurálgico del viaje que durante seis horas y quince minutos enlaza los puertos de Málaga y Melilla.
Con la muy especial peculiaridad, y quizás este sea uno de los principales atractivos del Rusadir, de que estos amplios espacios, incluso en navegaciones con ocupaciones superiores a los mil pasajeros, no provocan la sensación de grandes aglomeraciones, el nuevo ferry de Baleària, en las dos cubiertas superiores a estas zonas mencionadas dispone de una amplia gama de diferentes camarones. Ofreciendo cabinas individuales, dobles, cuádruples, suites, camarotes habilitados para personas con movilidad reducida y para personas que viajan con sus mascotas, las cubiertas nueve y diez dibujan unos bien señalizados pasillos en los que se encuentran los 261 camarotes que oferta este barco.
Complementando todas estas áreas destinadas al pasaje, en la popa del Rusadir se encuentran una serie de terrazas, en concreto cuatro en cada banda que, junto con dos pasillos en la parte central del buque dibujan la totalidad de los espacios exteriores de este ferry; un diseño que vuelven a ratificar que su concepción atiende a la de un barco diseñado para latitudes más frías donde predominan las zonas interiores.
Pero con independencia de todas las características reseñadas entre las que habría que destacar su capacidad para 1.670 pasajeros y 650 vehículos, sus 2.600 metros lineales de carga y su propulsión a gas, el Rusadir, convertido en el mayor ferry que hasta la fecha ha operado en la línea entre Málaga y Melilla, ha llegado al puerto malagueño con un par de incógnitas. Fletado con una opción de compra, aún no se sabe si este barco seguirá navegando bajo la contraseña Baleària y, de seguir haciéndolo, tampoco se saber si, una vez finalizada la Operación Paso del Estrecho este buque seguirá atracando a diario en las aguas del puerto de Málaga como titular de la ruta con la Ciudad Autónoma.
Sea como sea, lo que sí está claro es que este barco que aún no ha recibido un apodo por parte de los malagueños, ya forma parte de la historia marítima malacitana. Un moderno ferry del norte que, saliendo de popa y revirando en la dársena exterior del puerto ha traído un soplo de aire fresco a la línea regular que a diario enlaza Málaga con la Ciudad Autónoma de Melilla y que, con las especiales circunstancias que rodean a la Operación Paso del Estrecho, está llevando de una forma muy exitosa este tránsito veraniego.
Descalzarse y dormir sobre moqueta
Aunque el ferry Rusadir destaca por muchas cosas, quizás, la amplitud de sus espacios públicos interiores y su decoración sean lo que más sorprenda al pasajero que se embarca en él. Y si de sorpresas se trata, con toda seguridad, su suelo enmoquetado llama poderosamente la atención; un pavimento que acompañado de una muy buena climatización convierten a este barco en un buque en el que resulta muy agradable viajar. Y aunque los aciertos de su diseño ayudan en gran medida a que se pueda navegar en él de una forma muy sosegada, lo que realmente posibilita el buen ambiente que se respira a bordo del Rusadir radica en su tripulación de cabina; un numeroso grupo de personas que, de cara al público trabaja realizando diferentes labores.
Muy implicados en hacer bien su trabajo y bajo la estricta supervisión de sus superiores, estos tripulantes de cabina reseñan las muchas diferencias que existen a la hora de atender al pasaje durante la realización de la Operación Paso del Estrecho; un trabajo que, aún siendo el mismo que deben efectuar a diario, se complica en los meses veraniegos en los que miles de pasajeros magrebíes se desplazan desde sus lugares de residencia en Europa para pasar sus vacaciones en el continente africano.
Partiendo de la curiosa paradoja que el pasaje magrebí, tal vez por estar en la última fase de un largo viaje, encuentra en este ferry unos espacios muy confortables, la relajación por unas horas lleva a algunos a olvidarse de determinadas costumbres que con toda seguridad siguen en los países en los que residen. Con la principal premisa de descalzarse, sentarse en el suelo para comer o tumbarse para dormir sobre la moqueta del Rusadir, estos pasajeros, permanentemente están siendo avisados por los tripulantes de cabina de este ferry para que modifiquen estas actitudes; una incesante labor a la que raramente hacen caso.
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