Tantas orejas como mansos, un Tarzán y una bota de vino
Por fin comenzó a remontar la feria. Tanto artísticamente como de asistencia. Con la llegada de los carteles de figuras aumentó el número de aficionados que acudieron a La Malagueta. También el de espectadores, que cubrieron tres cuartos del aforo.
Entre ellos, en el callejón se encontraba la plana mayor del Partido Popular de Málaga. Francisco de la Torre y Elías Bendodo. Sería un buen mano a mano por sus faenas, aunque la empresa, con buen criterio, optó por un cartel formado por Sebastián Castella, Alejandro Talavante y Roca Rey con toros de Victoriano del Río.
En el primero, Castella y Talavante protagonizaron uno de los mejores momentos de la tarde. El quite de Talavante con suavísimas chicuelinas rematadas con una media, a las que siguieron saltilleras ejecutadas por el diestro francés. Con la muleta conectó muy pronto con el público, comenzando la faena con varios pases cambiados que, junto a un gran cambio de mano, hicieron sonar la música. Su faena iba a más y por el pitón derecho logró pases de mucho mérito. Tras una estocada trasera y atravesada Castella cortó la primera oreja de la tarde.
Con el segundo toro, al que le faltaba un mes para cumplir los seis años y no poder ser lidiado, Alejandro no consiguió su faena soñada. Muchos pases, poca transmisión. El toro, que no andaba sobrado de fuerzas, dobló las manos tras un pinchazo hondo. A partir de ese momento era el turno de Julio López -el puntillero-, quien vivió su particular calvario. Tras cuatro puntillazos y levantar al animal en las cuatro ocasiones, Talavante se decidió por descabellar, con el que puso fin a este manso.
El toro que le tocó en suerte a Roca Rey fue devuelto a los corrales, lidiándose en ese lugar un sobrero de Benjumea, con el que Roca no se terminó de acoplar a sus descompuestas embestidas que se intensificaron en el caballo, donde cabeceó violentamente. Su brindis al público fue una declaración de intenciones y deuda con una afición que aún no le ha podido ver triunfar. Durante toda la lidia de muleta se mantuvo muy firme, especialmente con la mano izquierda, con la que obtuvo importantes tandas en los medios.
En el cuarto, donde saludó Rafael Viotti tras un gran tercio de banderillas, Castella volvió a demostrar una gran dimensión. El toro, suelto tras la salida de cada muletazo, lo consiguió fijar el diestro, quien estaba llevando a cabo una interesante faena hasta que fue desarmado. A partir de ese momento los enganchones fueron reiterados, dejando una estocada trasera y caída que fue premiada con una oreja y fuerte petición de otra. En su vuelta al ruedo no faltó una bota de vino que le lanzaron unos espectadores, quienes jaleaban con un entusiasmado grito de "¡eeeeeehhh!" mientras bebía.
En el quinto, uno de los momentos más esperados fue el tercio de banderillas de Juan José Trujillo. En efecto, el paisano no defraudó y con los palos de la bandera de Málaga cerró una sensacional actuación que puso a la plaza en pie. Con la muleta, Talavante fue toda suavidad con un toro que tuvo clase aunque algo de mansedumbre. Tras varios amagos de rajarse, el extremeño optó por entrar a matar, dejando una estocada bastante trasera y tendida. Su labor se vio recompensada con un apéndice.
Con el que cerraba la corrida, Roca Rey estuvo muy variado con el capote, combinando chicuelinas y caleserinas. Todo lo que se cuidó en el tercio de varas, en el que apenas lo picaron, se desaprovechó con los palos, donde recibió demasiados capotazos. Con la muleta, poca historia. Momento en el que dos personas comenzaron a discutir en el primer piso del tendido 4. En ese instante Tarzán apareció en La Malagueta, cuando un hombre intentaba saltar desde el tendido hasta el primer piso para remediar el conflicto.
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