Paco de la Torre: la revolución tranquila
En un tiempo en que la política a menudo se confunde con el ruido, Paco representa justo lo contrario
Tribuna de opinión de Juanma Moreno: 'La Málaga que siempre vio Paco De la Torre'
Uno de los primeros mensajes de WhatsApp que recibí como presidente nacional del Partido Popular fue de Paco de la Torre trasladándome su opinión sobre un asunto. Lo tuve en cuenta. Y tardé poco en comprobar que tenía razón. Emblema cristalino y cierto del mejor municipalismo, a Paco, aunque no me hubiera aconsejado con tino, cosa del todo improbable, volvería a hacerle caso.
La anécdota puede parecer menor, pero dice mucho del liderazgo que encarna: el de un político que no necesita gestos grandilocuentes para ser escuchado ni alzar la voz para hacerse entender. En un tiempo en que la política a menudo se confunde con el ruido, Paco representa justo lo contrario: la convicción serena, el autorictas de quien gobierna llevado en volandas por sus vecinos desde hace 25 años y el respeto de toda España tras haber cambiado Málaga, sin perder su esencia, de arriba abajo.
Los datos hablan por sí solos. Cuando tomó la vara de mando, en el 2000, Málaga era un gran pueblo con alma de ciudad. Hoy es una gran ciudad con alma de pueblo. De la capital de provincia a la capital tecnológica del sur de Europa. Del turismo de sol y playa a la referencia internacional del turismo cultural que es ahora. Y del verano de toalla a los festivales de cine, los museos y las startups que han hecho de la Costa del Sol, durante todo el año, un inesperado Silicon Valley que impulsa nuestro país desde el sur.
Bajo su mandato, el Parque Tecnológico de Andalucía (PTA) ha pasado de tener menos de 200 empresas tecnológicas a las más de 700 actuales y generar cerca de 28.000 empleos. Multinacionales como Google, Vodafone u Oracle han instalado sedes estratégicas en la ciudad. El turismo se ha diversificado y el aeropuerto ha superado los 22 millones de pasajeros anuales, el doble que hace dos décadas. Un crecimiento exponencial que se forjado sobre una identidad propia, la de una Málaga que sigue llevando por bandera las cofradías, los espetos y los chiringuitos. La cuna de Chiquito de la Calzada, Manolo Alcántara o Antonio Banderas. Es precisamente en esa dualidad –modernidad y arraigo– en la que radica el secreto del éxito malagueño. Una ciudad ahora referencia cultural en toda Europa por centros culturales como el Museo Picasso, el Centre Pompidou, el Carmen Thyssen o el Museo Ruso.
En definitiva, Paco de la Torre ya forma parte de ese panteón de grandes alcaldes que –como Iñaki Azkuna en Bilbao, Paco Vázquez en A Coruña o Rita Barberá en Valencia– impulsaron sus ciudades aunando gestión e identidad. Quizás su formación explica en parte su método. Doctor ingeniero agrónomo por la Universidad de Madrid, licenciado en Sociología por la Pontificia de Salamanca y especialista en Desarrollo Regional por la Universidad de Rennes, el alcalde de Málaga combina rigor técnico con una enorme vocación pública.
En el Partido Popular nos sentimos orgullosos de contar con alcaldes como él: que gobiernan para todos, que no improvisan y que piensan a largo plazo. En una época donde lo efímero es ley, Paco de la Torre representa la política que sirve. Sus bodas de plata con Málaga son, por tanto, una celebración colectiva. De la Málaga que ha sido capaz de prosperar sin corromper su esencia y de los malagueños que han confiado en un alcalde entregado a su ciudad en cuerpo y alma. Enhorabuena.