Un 'palacio' con medio siglo
El emblemático hotel Málaga Palacio cumple 50 años en 2016 Es historia viva de esta ciudad y por sus habitaciones han pasado miles de personas conocidas Encara la onomástica con una reforma integral de sus estancias con una inversión de tres millones de euros
El Málaga Palacio es uno de los hoteles emblemáticos de esta ciudad. Por sus habitaciones han pasado y pasan miles de personajes conocidos, desde reyes hasta presidentes de gobierno, deportistas, actores, toreros, premios Nobel... El 2016 será especial porque el establecimiento cumple 50 años, una onomástica que homenajeará con diversas actividades y, lo que es más importante, con una reforma integral de sus 214 habitaciones que supondrá una inversión de tres millones de euros. Lo están cambiando todo. El parqué, el mobiliario, las lámparas, las camas o los televisores desde hace tres meses y prevén finalizar los trabajos en febrero. "Queríamos celebrar el aniversario con el inmueble renovado", comenta Jorge González, director del establecimiento, quien se congratula de que las obras se están haciendo sin cerrar el hotel y afectando lo menos posible a los clientes alojados. Algo que no es baladí si se tiene en cuenta que, pese al fuerte incremento de la competencia en la capital, el Málaga Palacio tiene una ocupación media anual del 75%, siendo el 65% de los usuarios extranjeros.
En su origen, la competencia era mucho menor, aunque también es cierto que el peso turístico de Málaga capital era muy reducido. Se abrió oficialmente el 1 de septiembre de 1966, unas dos semanas antes de lo previsto porque se estaba desarrollando un campeonato de rallyes y se quiso aprovechar la ocasión para albergar a participantes y turistas. En aquel momento, en la capital solo estaban, de cierta categoría, el hotel Casa Curro y el hotel Las Vegas. Curiosamente, se iba a cerrar el hotel Miramar y, paradojas de la vida, se prevé reaperturar ese establecimiento el año que viene. El Málaga Palacio tomó el testigo del Miramar, pues inició su actividad con la categoría de cinco estrellas gran lujo.
Fue promovido por la familia Portillo, la propietaria de la cadena de autobuses para diversificar su negocio, y su arquitecto fue Juan Jáuregui. Su proximidad a la Catedral siempre ha sido objeto de crítica, pero a finales de los 60 supuso una revolución que le permitió obtener varios premios de arquitectura y, además, le dio un impulso a una zona que estaba algo degradada. España, en pleno franquismo, quería dar una imagen de país moderno que huía del clasicismo e imperaron varias construcciones que rompían con lo tradicional como fue el caso del Málaga Palacio o del hotel Cuzco en Madrid, que también cumplirá el año que viene medio siglo.
El tipo de turismo de los años 60 y 70 no tenía nada que ver con el actual. "Los primeros clientes eran familias adineradas, que venían 15 ó 20 días con sus sirvientes y con chófer", recuerda Miguel Paneque, responsable de reservas, que lleva trabajando en el hotel de forma ininterrumpida desde 1969 y que precisamente se jubilará en 2016, siendo actualmente el empleado más antiguo en la plantilla. En su origen, el establecimiento tenía 223 habitaciones y, tras algunas reformas, ahora posee 214.
El boom turístico español y malagueño se produjo en los años 70, aunque la mayoría de turistas se alojaban en la costa. Torremolinos era el epicentro y formó parte de la capital hasta su independencia en 1988, por lo que el resto de la ciudad pasaba un tanto desapercibida para las grandes masas. No obstante, la alta categoría del Málaga Palacio hacía que siempre tuviera clientes. "A la costa venía mucha gente de Estados Unidos, era un chorro. Tuvimos contrataciones importantes con el club Universe, que nos traía a funcionarios estadounidenses unas dos semanas y desde aquí iban dos noches a visitar Marruecos sin dejar la habitación aquí", indica Paneque.
Don Juan Carlos y Doña Sofía, cuando aún eran Príncipes, fueron clientes del hotel en esa década de los 70 y volvieron, como Reyes de España, 25 años después. Don Felipe y doña Letizia también están la ilustre cartera de huéspedes, a los que hay que sumarle recientemente, por ejemplo, parte de la familia real saudí, que permaneció un mes en las instalaciones o el hijo del rey de Qatar, que le regaló una caja de dátiles al director del hotel como agradecimiento por su estancia.
El Málaga Palacio ha sido tradicionalmente el lugar de parada para muchos famosos. Cantantes como Raphael, Rocío Jurado o Isabel Pantoja, en temporada alta, hacían hasta dos galas diarias y tenían su cuartel general en este hotel. Lo mismo le pasaba a los toreros. Antonio Ordóñez tenía aquí prácticamente una oficina y, según relata Jorge González, sus nietos Fran y Cayetano daban pases con las toallas por los pasillos. Muchos toreros no quieren habitación en la planta 13 ni que los números de la habitación sumen 13 por aquello de la superstición.
Entre mediados de los 80 y 90, el hotel vivió su peor etapa. Los propietarios frenaron las inversiones, el establecimiento empezó a decaer, se eliminó el restaurante, se despidió a parte del personal y el hotel bajó de cinco a tres estrellas. En medio de la tormenta, la familia Portillo confió en el empresario hotelero Miguel Sánchez para intentar reflotar el negocio. Lo consiguió, en parte, recuperando una estrella hasta que, finalmente, en 1998 fue adquirido por el grupo AC, del empresario Antonio Catalán, creador de NH. Se decidió hacer borrón y cuenta nueva. Se cerró un año, se reformó de cabo a rabo y se reinauguró en 1999 bajo la categoría cuatro estrellas Grand Class.
A lo largo de estos años ha sido habitual ver en este hotel a todos los equipos de fútbol, como el Madrid o el Barcelona, y multitud de personas agolpadas en la puerta para ver de cerca a sus ídolos. Incluso, según comenta González, "hay mucha gente de Málaga que reserva habitación, aunque luego no duerma aquí, solo para tener acceso al hotel e intentar hacerse una foto con alguno". Los deportistas suelen estar muy controlados por sus entrenadores, salvo en partidos benéficos como el Amigos de Zidane contra Amigos de Ronaldo que se celebró en Málaga en 2007 y que, según recuerdan en el establecimiento, fue una fiesta continua en las habitaciones.
Otro de los momentos que recuerdan con cariño en el hotel fue la organización de la Copa del Rey de baloncesto. Alojaron a todos los equipos participantes y tuvieron que poner camas extralargas, de hasta 2,10 metros. Pese a esa dimensión, sigue habiendo jugadores que no entran -Paneque señala sorprendido el caso de Roberto Dueñas, ex jugador del Barcelona-, aunque consiguieron solventar la situación. La NBA también se fijó en este hotel malagueño. Los Memphis vinieron a jugar a Málaga en 2007 y se alojaron en el Málaga Palacio, aunque no fue fácil. El director del establecimiento indica que les pidieron hasta los planos de todo el edificio y, durante la semana que estuvieron, tuvieron que comprar mantequilla de cacahuete y otros productos típicos norteamericanos.
El Festival de Cine Español es un clásico en el hotel. Acogen a muchos de los actores y es otra semana en la que el hotel es un hervidero de profesionales del cine, periodistas y fans. En una edición pasada estaba de moda Miguel Ángel Silvestre, conocido como El Duque en una serie de televisión. Era el mito sexual de centenares de adolescentes y el actor, según explican en el hotel, estaba bastante agobiado porque no podía salir a la calle por la puerta principal. "Para irse tenía que recorrer la lavandería y la zona interna del hotel para salir escondido por la puerta trasera. Al principio me llamaba y luego aprendió el camino él solo", narra González.
El establecimiento cuenta con 214 habitaciones, incluyendo 16 junior suites y tres suites. Estas últimas son, lógicamente, las más llamativas y por donde han pasado las mayores autoridades. Una de ellas tiene una sala de juntas donde se han reunido los Reyes de España, los ex presidentes de España y Francia José María Aznar y François Miterrand, o 11 ministros de sanidad europeos en una cumbre que tuvo lugar en Málaga.
Una de las suites es la 1208. En sus 97 metros cuadrados útiles hay un gran salón, dos dormitorios, vestidor u office para el servicio. Cuesta 495 euros la noche y, sobre la mesa, además de grandes tomos sobre el Museo Thyssen, campos de golf, hoteles urbanos o piscinas, se aprecia el toque malagueño para los clientes más distinguidos: tortas de algarrobo y vino Málaga Virgen. Un guiño local de uno de los hoteles señeros de la capital que en septiembre apagará sus primeras 50 velas y que prevé dar guerra aún muchos años gracias, entre otras cosas, a su alianza con Marriot, la mayor cadena hotelera del mundo.
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