Una pasión hecha arte

Cristina Fernández Málaga

11 de abril 2015 - 01:00

Muy cerquita del Museo del Vidrio y el Cristal de Málaga, en lo que aspira a ser el barrio artesanal de la Funtanalla, el maestro Alberto Cascón trabaja el vidrio con manos expertas. Dibuja, emploma, recorta, funde para hacer vidrieras que llenarán de color y significado iglesias, restaurantes, casas y bodegas. Ha hecho todo un arte de la pasión que se despertó en él hace ya tres décadas y ha sabido trasladarla a sus dos hijos, que siguen sus pasos en el taller. La empresa Viarca fue pionera en recuperar para Málaga, a finales de los 80, un oficio desaparecido y ahora aspira a repetir la hazaña. Su proyecto de futuro, ser los primeros en introducir en la provincia un horno de vidrio soplado. Mientras tanto, se van acumulando encargos después de unos años marcados por la crisis.

"Entre los años 96 y 98 empezamos a hacer iglesias por toda la geografía española y hasta 2007 tuvimos muchísimo trabaja, hasta once personas estaban empleados en el taller", relata Alberto Cascón, que aprendió en el taller segoviano de Rafael Davía pero que siempre fue un "manitas", como se define, totalmente autodidacta. Estudió electrónica industrial, pero el dibujo, las manualidades, la artesanía le fascinaron desde que era un niño. Ya en el colegio se sacaba "unas pesetillas" vendiendo cuadros de marquetería a sus compañeros de clase con dibujos infantiles. "Mostré mis trabajos en una feria en el Paseo de la Farola y de ahí me empezaron a surgir los encargos", recuerda Cascón. Fue el momento de dejarlo todo para centrarse en lo importante.

"Vi que podía vivir de mi pasión y decidí que me iba a dedicar a esto", dice justo el día en el que celebra su 50 cumpleaños. Contó siempre -y aún lo hace- con el apoyo de su mujer, Mayte Cuenca, que aunque es maestra también fue conquistada por el vidrio. Y ahora tiene el de sus hijos, David y Nacho. Otro par de empleados trabajan entre los talleres de la calle Cabello y la calle Arrebolado. "Tuvimos que reducir mucho la plantilla, pero ahora tenemos una cantidad de trabajo que casi nos asusta", reconoce. Dos iglesias, varios particulares y tres proyectos muy interesantes en Madrid y Cádiz a punto de salir los tienen sin parar.

"Nuestro mayor cliente es la Iglesia", dice y recuerda que durante seis años fue el maestro vidriero encargado de la restauración y nueva creación de vidrieras para la Catedral de Málaga. Trabajan el emplomado, una de las técnicas más antiguas, el Tiffany, con estaño y cobre, y el fussing, que une los distintos cristales mediante la termo fusión en el horno. Y una de sus especialidades es la pintura al fuego como técnica tradicional de decoración. En ella, mediante la cocción las grisallas y los esmaltes se vitrifican para mantener la calidad durante cientos de años. Aquí, la precisión y la pericia en el dibujo son claves.

Su hijo mayor, David, de 24 años, además de artesano es el social manager de la empresa y se encarga del diseño gráfico y la implantación de la tecnología para la previsualización de los proyectos. Nacho, de 20, estudia en la Escuela Superior del Vidrio de la Real Fábrica de San Ildefonso en Segovia. Allí ha aprendido las técnicas de vidrio en caliente que ahora transmite a su padre. Ya está creando su propio catálogo de complementos femeninos realizados en vidrio pero quiere dar un paso más. "Poner un horno para hacer vidrio soplado es costoso de crear y mantener", dicen los Cascón, pero esto supondría trascender de las dos dimensiones de la ventana para crear objetos y "esculturas". "Sería abrir otro campo artístico", apunta esta familia que sabe respetar la tradición para llenarla de sangre y propósitos nuevos.

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