"No hay nada más peligroso que un tonto con ganas"

Tenía la difícil papeleta de inaugurar la jornada, a las 9:30, pero se metió al público en el bolsillo con sus anécdotas, su capacidad de comunicación y su experiencia empresarial. Baste como muestra que aseguró que, tras divorciarse en 2008, se le reforzó la autoestima y la confianza y sus empresas pasaron de facturar tres millones de euros a 13. También reconoció que se ha arruinado dos veces, la primera con la caída de las Torres Gemelas en 2001 porque sus tres principales clientes eran norteamericanos, y que tuvo que despedir a todo su personal, vender su piso para pagar las deudas e irse con su ex mujer e hijos a vivir a casa de sus padres. "Hay que asumir riesgos y equivocarse para poder triunfar", destacó.

Su ponencia versó sobre los errores que cometen los emprendedores y, entre ellos, hizo especial mención a hacer negocios junto a compañeros de universidad, amigos o parejas; el mal reparto que se suele hacer de las acciones; o la falta de un liderazgo claro. Además, consideró un fallo depender en exceso de la financiación y ayudas públicas porque "no sabes cuando te va a llegar y hay muchas startups que han cerrado por eso".

Según este experto, es un error obsesionarse con una idea y consideró bueno reinventarse hasta cierto punto, porque "si algo no funciona es mejor pararlo". Recomendó a los empresarios que inviertan en el mundo digital "y el que no se dé cuenta se va a equivocar. Hay que ver cómo digitalizar el negocio y muchos ni siquiera lo piensan".

Además de todos estos aspectos, la clave es, para Blanco, la selección del personal. "No hay nada más peligroso que un tonto con ganas", repitió en varias ocasiones, y advirtió que no despedir a alguien a tiempo que es malo por actitud o aptitud "se puede convertir en un problema muy grande". Criticó el excesivo interés de las ciudades españolas por ser como el Silicon Valley o smartcities y exigió a los políticos "que creen el marco legislativo necesario y no molesten".