Málaga

La pesca del salmón en el Guadalmedina

  • De la Torre anuncia su programa electoral tirando de un clásico en campaña: bajar los impuestos y congelar los sueldos.

La pesca del salmón en Yemen es una novela de humor escrita por un ingeniero naval que se llama Paul Torday. Se trata de una divertida sátira de la política y las relaciones internacionales que cuenta la historia de un ambicioso proyecto para importar la pesca del salmón al desierto de Yemen, un proyecto de un jeque árabe que está dispuesto a gastarse una fortuna para hacerlo realidad y que consigue el respaldo del Gobierno Británico, convencido de que es una magnífica oportunidad para mejorar la imagen del Reino Unido entre los países árabes.

 

La novela, que se llevó al cine, es la historia también de un curioso científico del Centro Nacional para el Fomento de la Piscicultura, que se ve inmerso en el proyecto del Primer Ministro británico sin proponérselo y que deja su rutinaria vida laboral para irse a las montañas del norte de este país africano a ocuparse del disparatado empeño. Lo hace junto a una joven representante del jeque yemení, con la que pone en marcha un auténtico dislate: llevar los salmones al desierto en grandes bidones con agua, soltarlos e intentar luego que se reproduzcan. La historia es una sátira de hasta dónde puede llegar una idea disparatada, siempre que haya dinero de por medio y el convencimiento de futuros réditos electorales o políticos. 

 

Después de 14 años al frente del ayuntamiento de Málaga, Francisco de la Torre, presentó esta semana su programa de gobierno para la próxima legislatura, esa que quiere volver a capitanear. De la Torre, como cualquier dirigente que lleva mucho años en el cargo, puede prometer una cosa durante tres mandatos seguidos sin ruborizarse.  Y lo ha vuelto a hacer. Ocurre algo parecido con el Gobierno de la Junta, donde las promesas se heredan de legislatura en legislatura sin que nadie tenga el más mínimo pudor en volverlas a anunciar. 

 

Este periódico publicó hace unos días un reportaje sobre las promesas del PP en esta legislatura que está a punto de concluir. Y el resultado no fue especialmente benévolo: la mayoría de los grandes proyectos que anunció no están desarrollados y los dos principales iconos de su gestión, el Pompidou y el Museo Ruso, no los había prometido. Por el camino administrativo de la ciudad de nunca jamás siguen transitando el plan especial de protección del Monte Gibralfaro; el destino de la antigua prisión provincial; el auditorio de la música; el uso del edificio del Astoria-Victoria; el bulevar sobre los terrenos ganados con el soterramiento del AVE; el parque de Verdiales del Puerto de la Torre; el uso permanente del recinto Ferial o el gran parque de la flora mediterránea del Campamento Benítez, entre esa larga veintena de proyectos que anunció hace ahora cuatro años y que siguen sin desarrollarse.

 

En esta ocasión, por lo tanto, la promesa esencial de De la Torre es seguir haciendo lo que ya prometió hacer. Y el proyecto estrella es deshacer lo hecho. De nuevo con el metro como protagonista de la batalla. Una campaña electoral sin confrontación con la Junta ni es campaña ni es nada. El ayuntamiento de Málaga firmó un convenio con la administración regional para llevar en superficie el tramo del suburbano hasta el Hospital Civil, y el PP coloca ahora en su programa electoral dar marcha atrás al compromiso sobre la base que estaba supeditado a una consulta con los ciudadanos. Las consultas y los concursos de ideas son siempre un comodín en los programas electorales cuando no se tiene claro qué cosas se van a realizar con algunos proyectos. De nuevo el Astoria se supedita a un concurso de ideas. Y De la Torre se pasa los mandatos anunciando concursos para poder tener alguna idea.

 

El PP, para esta ocasión, tira de un clásico en campañas electorales: la promesa de bajar los impuestos. Y en este anuncio ha tirado la casa por la ventana: reducción de las tasas por licencia de apertura, IBI para los comercios, impuestos de construcción, ICIO e incluso exenciones del IBI a empresas con un centenar de empleados o que contraten a mujeres. De la Torre, además, promete congelarse el sueldo. El suyo y el de los concejales, directivos y gerentes. Y menos coches oficiales todavía. Asegura que quedan ocho, pero se eliminarán todos salvo el de alcalde, que dice que lo utilizará menos e irá a algunos sitios andando.   

 

Con todo, lo más sorprendente del programa electoral de Francisco de la Torre es que, esta vez,  no lleva propuesta alguna para el río Guadalmedina. Que sigan los estudios, dice. La solución final la prometió Juan Manuel Moreno Bonilla en su campaña a la presidencia de la Junta, pero como no pilló bola en las elecciones nos hemos quedado otra vez sin compromiso para encauzar el río. Se me ocurre, mientras continúan los estudios, que De la Torre prometa para este nuevo mandato una iniciativa original: pescar salmones en el Guadalmedina.  En el río nos anunciaron en el año 2000 un metro, pero como ya tenemos uno, sería mucho más interesante traer salmones desde el norte de España y realizar un circuito por el cauce para la pesca con mosca. En Málaga tenemos río y tenemos jeque, solo falta traer a los salmones. Propongo para su financiación, que en vez de darle gratis al jeque del Málaga los terrenos de Arraijanal para la ciudad deportiva, que compense a la ciudad con los gastos que conllevaría el proyecto para llenar de salmones el río. Tendríamos una solución provisional, hasta la llegada de la definitiva. Y una nueva centralidad para la ciudad. El Málaga Valley de los salmones.

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