Los polígonos, décadas sin solucionar sus puntos negros

En el de Santa Teresa tuvo el agua cortada y varias naves necesitaron achicar con bombas

El Guadalhorce volvía a su trasiego habitual

Una empleada de Comercial Patricia intenta secar el agua de una de las calles del establecimiento.
Una empleada de Comercial Patricia intenta secar el agua de una de las calles del establecimiento. / C. F.
Cristina Fernández

Málaga, 06 de diciembre 2016 - 02:05

El domingo no pudieron abrir, ni siquiera acceder a su negocio, Comercial Patricia. Pero ayer estaban allí antes de las 8:00 para comprobar los daños. Encontraron alguna mercancía dañada en el almacén, mucho barro y charcos en las calles del establecimiento, agua que entró por las máquinas de aire acondicionado y por las canaletas del tejado, incapaces de absorber tanta cantidad en tan poco tiempo. Pero las pérdidas no fueron demasiado cuantiosas. Mucho más se imaginaban viendo el río en el que se había convertido la calle César Vallejo del Polígono Guadalhorce. Sin embargo, horas después la riada tan sólo dejaba su rastro en algunas balsas y charcos y la normalidad se recuperaba en todo el polígono. Peor parado resultó el Santa Teresa, que tuvo varias horas el agua cortada, mientras sus calles seguían cubiertas de lodo y algunas naves tenían que recurrir a bombas para achicar sus suelos anegados.

"En el polígono ha entrado agua desde el Guadalhorce y desde el arroyo Merino", decía ayer Francisco Javier Ortiz, jefe de mantenimiento del Polígono Santa Teresa. En la calle Nerja se encuentra la depuradora que surte a los usuarios y dos bombas resultaron afectadas. "Una estaba cubierta entera, creo que ha quedado inservible", añadió Ortiz y subrayó que a todos los negocios de esta vía "les ha entrado fango". Mariano Fernández, de la empresa Resial, de aceite vegetal usado, se quejaba ayer de que su nave tenía "dos dedos de barro" y que "tres trabajadores no han podido salir, se han tenido que quedar limpiando barro y secando agua". Y eso, con el agua cortada desde primera hora de la mañana.

"Cada vez que llueve nos inundamos y no se acuerdan de nosotros, y también existimos, pagamos como contribuyentes que somos y aquí el Ayuntamiento no ha aparecido para limpiar este desastre", criticaba Mariano Fernández. En las calles de esta zona empresarial se acumulaban ayer troncos, piedras y restos que arrastró el agua el domingo. Esta vez el restaurante El Cortijo Blanco que regentan las hermanas Pilar y Josefina Martín en la calle Caleta de Vélez no se inundó, pero en otras ocasiones el agua les ha llegado a la cintura. "Pasa siempre, el agua de las vías del tren vierte directamente en esta calle", explicaban. Aún así, la mayoría de los negocios vecinos habían iniciado el lunes su actividad con cierta normalidad.

En el Guadalhorce se quejaban de lo mismo, que llevan décadas pidiendo soluciones que no llegan. "Llevo 26 años trabajando en este polígono y nada más que llueve 100 litros ya está inundado, nos hemos quejado veinte mil veces y arreglaron el río, a esta altura no se desborda, pero hay calles que se siguen anegando", comentó Juan Antonio Crespo, encargado en Málaga de Erjutoys. Es una empresa mayorista de juguetes y el primer domingo de diciembre siempre es un día muy especial de ventas. "Ayer venían clientes de Úbeda, Baeza y Granada y nos quedamos sin poder acceder", relataba.

Sofía, de turno en la gasolinera de la carretera Azucarera Intelhorce desde las 6:00 del domingo fue testigo directa del caos provocado por la lluvia. "A las 7:10 empezó a caer y en media hora estaba todo anegado, sólo podía pasar la grúa para llevarse a los coches, hubo reventones de ruedas y los bomberos tuvieron que rescatar a un furgón que se quedó atrapado", relató. Vendió poca gasolina pero bastantes cafés, ya que muchos se refugiaron en la tienda mientras llamaban a las aseguradoras.

Frente a comercial Patricia también tuvieron que remolcar a un autobús varado. "Llevamos aquí más de 20 años y vemos como cada vez que cae fuerte el tramo por donde pasaban las vías del tren se convierte en un estanque", destacó Carlos Román, apoderado de la empresa. "Soterraron el tramo pero no levantaron la calle al nivel del resto de la vía y eso se convierte en un problema", agregó. Con un buen número de clientes ya en la tienda, algunas de sus trabajadoras, como Eva, no podían más que limpiar barro y achicar agua de los pasillos. "No se ha mojado tanto como otras veces pero ha habido mucho barro".

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