El precio de tener demasiado músculo

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Especialistas sanitarios alertan que el mal uso de la hormona del crecimiento o el empleo de anabolizantes pueden provocar trastornos cardiacos y hasta infertilidad

El precio de tener demasiado músculo
El precio de tener demasiado músculo
Leonor García

Málaga, 26 de marzo 2017 - 01:38

La obsesión por tener demasiado músculo puede pasar una factura muy cara en salud. El mal uso de la hormona de crecimiento o el empleo de anabolizantes tienen un precio alto que con los años se paga con trastornos cardiacos, de fertilidad o metabólicos. Lo saludable para ganar masa muscular es hacer ejercicio y llevar una alimentación rica en proteínas dentro de una dieta saludable y equilibrada, resume el jefe de Endocrinología de los hospitales Regional y Clínico, Francisco Tinahones. A partir de ahí, todo lo demás suma músculo, pero resta salud.

Esta semana, la Guardia Civil decomisó más de tres millones de dosis de hormonas de crecimiento y arrestó a 14 personas. Uno de los encarcelados era un culturista que regentaba varios gimnasios. Al hilo de esta información conviene escuchar a los especialistas. "El exceso de hormona de crecimiento tiene efectos indeseables, como la formación de tumores o la aparición de problemas cardiacos", explica el endocrinólogo.

Los médicos administran este fármaco cuando la persona tiene un déficit de la hormona. Puede ser niños o adultos. En dosis ajustadas a cada paciente según sus carencias, sirve para compensar lo que no produce su hipófisis y alcanzar los niveles normales. El problema es cuando se utiliza de forma indebida para ganar masa muscular. Porque quien la consume, suma a sus niveles normales de hormona de crecimiento los que se inyecta. De ese modo se produce un exceso que es el que da lugar a una mayor y anormal formación de tejidos.

En síntesis, en personas que tienen déficit de esa hormona, la dosis recetada por el endocrinólogo lo equilibra a niveles saludables. Pero quienes no la necesitan, sufren un exceso de la sustancia que es perjudicial.

Un capítulo aparte son los anabolizantes derivados de testosterona; otras sustancias que suelen consumir quienes quieren lucir demasiado músculo. "Con los anabolizantes también se consigue más masa muscular a costa de la salud", advierte Tinahones.

Los hombres tienen más músculos que la mujer debido a la testosterona natural. Pero cuando esta sustancia se consume de forma artificial para ganar masa muscular, el efecto va más allá: se alteran los lípidos, se eleva el colesterol y pueden aparecer problemas de infertilidad. "Al sistema cardiovascular le sienta mal porque el exceso de testosterona altera los lípidos", explica Tinahones.

El organismo se comporta como si tuviera demasiada grasa. Además, pueden aparecer trastornos en la fertilidad porque el organismo, al detectar altas dosis de testosterona -añadidas de forma artificial- se inhibe de producirla de forma natural. En casos extremos, el consumo de anabolizantes pueden provocar también un ligero desarrollo de las mamas y una atrofia de los testículos, que disminuyen su tamaño.

Juan de Dios Beas, coordinador del Centro Andaluz de Medicina del Deporte, añade otros efectos perjudiciales como la mayor incidencia de lesiones. Debido a que no hay un desarrollo armónico entre los músculos y los tendones, se producen mas roturas ya que estos tienen que tirar una masa muscular exagerada. Los deportistas que recurren a anabolizantes o a la hormona del crecimiento suelen ser jóvenes que se inician en los gimnasios. "La mayoría no toma este tipo de sustancias, pero hay un número reducido de víctimas de la desinformación y de los clanes que buscan el lucro que caen en esa trampa", señala Beas.

"Es un atajo. Siempre cabe la tentación de, en vez de trabajar durante un periodo prolongado, pincharse o tomar estas sustancias para acortar esos tiempos a costa de la salud", añade. Los expertos señalan que siempre que hay un desarrollo muscular desproporcionado y nada fisiológico, es evidente que hay un uso inadecuado de la hormona del crecimiento o un abuso de sustancias anabolizantes. Para Beas la forma de combatir estas prácticas es combinar la educación de los deportistas con actuaciones policiales que persigan el tráfico de sustancias dopantes. En síntesis, los especialistas aconsejan trabajar los músculos con ejercicio, llevar una dieta saludable y asumir una complexión física normal. Los demás atajos -advierten ambos facultativos- es tirar piedras contra el propio cuerpo y dilapidar la salud.

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